Transición energética con responsabilidad

La obcecación de la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, en la equivocada visión que tiene de la transición energética representa una amenaza para el país en diferentes frentes y uno de ellos es el de los municipios cuya economía depende mayoritariamente de la minería legal.

Si no hay más exploración de hidrocarburos, en menos de una década Colombia dejará de explotar petróleo, carbón y gas.

El gobierno del presidente Gustavo Petro, a través de la funcionaria en cuestión, le ha hecho saber al país que el aprovechamiento de estos combustibles se acabará, pero no ha explicado cómo los reemplazará.

En ese sentido, vale la pena preguntar de qué vivirán municipios como Albania, en La Guajira, donde los casi 28 mil habitantes dependen directa o indirectamente de las minas del Cerrejón, o una ciudad del tamaño de Barrancabermeja, donde viven 200 mil personas, cuya economía gira entorno al petróleo.

¿Cuál será la suerte del hoy próspero departamento del Casanare, que se transformó gracias a las regalías mineras, cuando éstas ya no existan?

Son bien conocidas las historias de prósperos pueblos de Estados Unidos y Australia que surgieron alrededor de la explotación de minerales y que, tras el cierre de las minas se convirtieron en caseríos fantasmas, porque sus habitantes migraron en busca de nuevas oportunidades de trabajo.

Sin embargo, en el caso colombiano, ¿qué opción tendrían las personas que viven en los 127 municipios en los que se realiza algún tipo de minería legal y que viven de esta actividad?

La transición energética debe darse de manera inteligente y responsable, y esto implica contar primero con nuevas fuentes de energía y empleo antes de acabar con la explotación minera.

Foto: Pixabay

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