Un cese al fuego de mentiras

La reciente decisión del gobierno nacional de suspender el cese al fuego con las disidencias de las Farc lideradas por alias ‘Iván Mordisco’ es una medida necesaria y contundente ante los constantes actos de barbarie perpetrados por estas estructuras criminales, aunque también es una decisión tardía.

Resulta inadmisible que mientras se buscan vías de diálogo y reconciliación, estos grupos al margen de la ley persistan en sus acciones violentas, atentando contra la vida y la integridad de la población civil. El reciente ataque en Toribio, Cauca, es una muestra clara de la degradación a la que han llegado estos grupos, sin que les importe el daño que causan a comunidades enteras.

Por ello, es necesario que se cuestione el sentido de continuar con ceses al fuego que no son respetados por quienes dicen adherirse a ellos. Si los diálogos con estos grupos criminales se convierten en una excusa para perpetrar más violencia, entonces es evidente que el proceso de paz está fracasando y debe ser reevaluado.

La suspensión del cese al fuego con las disidencias de las Farc debe ir acompañada de acciones concretas y contundentes por parte del Estado para desarticular estas organizaciones criminales. No se puede permitir que sigan amedrentando a la población civil y disputando el control del territorio.

En ese sentido, es fundamental que cualquier proceso de negociación con grupos al margen de la ley esté respaldado por mecanismos de verificación efectiva y una agenda clara. De lo contrario, corremos el riesgo de fortalecer a estos grupos criminales y generar más violencia en nuestro país. La paz y la seguridad de los colombianos no pueden ser sacrificadas en aras de negociaciones que no conducen a resultados tangibles y duraderos.

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