Puja por la Presidencia del Senado

Por: Mauricio Ríos Giraldo

Al senador Efraín Cepeda le salió competencia por la presidencia del Senado de la República.

Cómo se recordará, según los acuerdos de la coalición mayoritaria del Congreso, la presidencia del Senado en la próxima legislatura le corresponde al partido Conservador.

Hasta el momento, el más opcionado para quedarse con la candidatura de la colectividad azul para para esta dignidad es el senador Iván Cepeda, quien es el presidente del Directorio Nacional Conservador.

Sin embargo, en los últimos días ha comenzado a moverse dentro del Partido Conservador el senador antioqueño Carlos Andrés Trujillo.

Para nadie es un secreto que la bancada del Partido Conservar en el Senado de la República no está muy cohesionada que digamos, por lo que algunos les preocupa que al interior de la colectividad no se logre un acuerdo en torno a un candidato único a la presidencia del Senado.

En ese sentido, y con el antecedente de lo ocurrido en la elección de la mesa directiva del Senado el 20 de julio del año pasado, no se puede descartar que los conservadores lleguen divididos en dos candidaturas a la plenaria en la que se elegirá al nuevo presidente del Senado.

El 20 de julio de 2023, la Alianza Verde, partido al que le correspondió la presidencia del Senado según los acuerdos, no pudo ponerse de acuerdo en un solo nombre y el hoy presidente del congreso, Iván Name, compitió con su partidaria la senadora Angélica Lozano.

Si bien Efrain Cepeda es un candidato muy fuerte, por el peso político nacional que tiene, no se puede subestimar a Carlos Andrés Trujillo, quien es una figura en proceso de crecimiento dentro del Partido Conservador.

En los pasillos del Congreso dicen que desde otros sectores políticos estarían estimulando la división conservadora de cara a la elección del nuevo presidente del Senado.

Vale la pena tener presente que ante la posibilidad -por remota que sea- de que se presente vacancia absoluta en la Presidencia y la Vicepresidencia de la República, quien sea el presidente del Congreso de la República se convertiría en la primera autoridad de la nación. Esa posibilidad -vale la pena insistir en que es remota- hace más atractiva la Presidencia del Senado.