Cali, septiembre 2 de 2025. Actualizado: lunes, septiembre 1, 2025 23:12
En el corazón de Marruecos
¿Más fuerte que el tiranosaurio rex? El misterioso Spicomellus que desafía al rey de los dinosaurios
Durante décadas, el Tyrannosaurus rex reinó en el imaginario popular como el dinosaurio más feroz, fuerte e imponente que haya pisado la Tierra.
Con una mordida capaz de pulverizar huesos y un cuerpo que rondaba las nueve toneladas, parecía no tener rival. Sin embargo, un fósil hallado en Marruecos podría cambiar esa narrativa.
Su nombre es Spicomellus afer y, aunque su tamaño es menor —apenas tres metros de largo—, su sistema defensivo y adaptaciones únicas lo convierten en un candidato inesperado al título de dinosaurio más fuerte. Su arma secreta: una armadura sin precedentes en el reino animal.
La criatura blindada del Jurásico Medio
Spicomellus afer vivió hace aproximadamente 165 millones de años, durante el Jurásico Medio, al menos 90 millones de años antes de que existiera el T. rex. Fue descubierto en el norte de África, una región que ha empezado a revelar su riqueza fósil en las últimas décadas.
A primera vista, parecía otro dinosaurio herbívoro más. Pero al analizar los restos, los científicos descubrieron que Spicomellus poseía espinas óseas fusionadas directamente a sus costillas, una característica jamás vista en ningún otro vertebrado, vivo o extinto.
A esto se sumaba un collar de púas de hasta un metro de longitud alrededor de su cuello. Literalmente, un tanque prehistórico.
¿Fuerza bruta o defensa impenetrable?
Comparar la fuerza entre Spicomellus afer y T. rex requiere mirar más allá del tamaño. Mientras el T. rex era un cazador de élite con una mordida de seis toneladas de presión, Spicomellus representaba otro tipo de fuerza: la invulnerabilidad.
Su armadura corporal, al estar integrada al esqueleto, le otorgaba una defensa casi absoluta contra depredadores contemporáneos.
A diferencia de otros dinosaurios acorazados, cuyas placas estaban adheridas a la piel, las espinas de Spicomellus eran parte estructural de su cuerpo. Esto no solo lo protegía, sino que también lo convertía en un oponente difícil de atacar sin sufrir daños.
Se desconoce con exactitud qué depredadores compartían hábitat con él, pero es probable que pocos se atrevieran a enfrentarlo cuerpo a cuerpo. En ese sentido, su fuerza radicaba más en su capacidad de resistencia que en su poder ofensivo.
¿Y si se hubieran enfrentado?
La pregunta es inevitable: ¿quién ganaría en un enfrentamiento directo? Aunque nunca se cruzaron en el tiempo, la hipótesis es interesante desde el punto de vista evolutivo. El T. rex, con su velocidad, tamaño y mordida letal, tenía el perfil de un superdepredador. Pero Spicomellus estaba diseñado para resistir ataques físicos extremos. Si lograba soportar los embates del T. rex, podría haberlo desgastado con el tiempo.
Además, algunos paleontólogos sugieren que Spicomellus pudo haber tenido un mazo en la cola, una característica que más tarde evolucionaría en sus parientes del Cretácico. Si es cierto, esto le habría dado también una herramienta de ataque, no solo de defensa.
Así, aunque el T. rex dominaba a través de la ofensiva, Spicomellus representaba una forma de fuerza pasiva, casi invulnerable, que podría haberle dado ventaja en un combate de resistencia.
Un experimento evolutivo adelantado a su tiempo
Lo más sorprendente es que muchas de las adaptaciones que harían famosos a los anquilosaurios millones de años después ya estaban presentes en Spicomellus afer.
Este pequeño herbívoro africano demuestra que las estrategias defensivas más extremas no surgieron como respuesta al T. rex, sino que ya existían mucho antes de su llegada.
De hecho, si se considera la línea evolutiva, Spicomellus fue un pionero en la creación de dinosaurios acorazados. Lo que en él era rígido y extremo, en sus descendientes se volvió más flexible y funcional. Pero la idea básica —proteger el cuerpo con una armadura ósea— ya estaba desarrollada por completo.
Más allá de la fuerza física
Comparar la fuerza de dinosaurios que vivieron en eras diferentes puede parecer un juego especulativo, pero es útil para entender cómo la evolución encontró múltiples formas de enfrentar los mismos desafíos.
T. rex representa el poder ofensivo, la velocidad y la agresividad. Spicomellus afer, en cambio, personifica la resistencia, la defensa y la adaptación temprana a un mundo peligroso.
Quizás nunca sabremos quién fue más fuerte en términos absolutos. Pero si la fuerza se mide también en términos de innovación, resistencia y capacidad para desafiar a la naturaleza, Spicomellus afer tiene todos los méritos para compartir trono con el carnívoro más famoso de la historia.