Cali, junio 15 de 2025. Actualizado: viernes, junio 13, 2025 23:07

Algunas culturas creían que los objetos tenían alma

“Cuando los objetos te eligen: señales de que un amuleto te ha encontrado”

“Cuando los objetos te eligen: señales de que un amuleto te ha encontrado”
Foto: Pexels
sábado 14 de junio, 2025

Hay cosas que no compramos: nos encuentran. Un dije que aparece en la calle y te mira como si supiera tu nombre. Una piedra que eliges entre muchas sin entender por qué, pero que luego no puedes soltar.

Una figura ancestral que llega a tus manos a través de un regalo casual, y desde entonces parece acompañarte en silencio.

En el mundo esotérico, se cree que hay objetos que no son solo materia: son símbolos vivos que portan energía, memoria, propósito.

Y que, a veces, no los eliges tú… te eligen ellos.

Los amuletos no siempre tienen forma de talismán evidente. Pueden ser una llave antigua, una pluma, una concha marina, un anillo heredado.

Objetos que, por alguna razón misteriosa, despiertan algo en ti.

Sientes que tienen un mensaje, una presencia, una vibración particular.

No sabes por qué te atraen, pero los necesitas cerca.

Los llevas contigo, los acaricias sin pensarlo, los proteges como si fueran sagrados. Y quizás lo sean.

En muchas culturas antiguas, se creía que ciertos objetos tenían alma.

Que eran portadores de sabiduría, de protección, de guía.

Que al ser tocados por muchas manos, al ser usados en rituales o cargados de intención, absorbían energía.

Y que esa energía podía vincularse con alguien en particular.

Así nacen los amuletos verdaderos: no como adornos, sino como extensiones del alma. Como aliados invisibles que te acompañan en el camino.

¿Cómo saber si un objeto te eligió?

Desde el primer momento, hay algo que se enciende.

Lo ves y te atraviesa una sensación de familiaridad.

No es deseo de poseerlo, es algo más profundo: como si te recordara algo que olvidaste.

Tal vez un símbolo que aparece recurrentemente en tus sueños.

Tal vez un objeto que parecía insignificante, pero que ahora tiene peso emocional.

Tal vez algo que estuvo guardado por años y, de pronto, te llama.

Esos amuletos suelen aparecer en momentos de cambio. Transiciones, cierres, comienzos.

Te recuerdan quién eres cuando dudas. Te calman cuando el mundo afuera se vuelve ruido. Son silenciosos, pero potentes.

A veces no necesitas entender para que funcionen. Solo confiar. Porque no es magia de feria, es conexión sutil. Es energía resonando.

Pero también hay que cuidarlos. Los amuletos, como los vínculos, se desgastan si no los honras.

Límpialos con humo, con agua salada, con luna llena. Guárdalos donde no absorban ruido emocional.

Cárgalos entre tus manos con intención clara. Agradéceles su presencia.

No todos los objetos son sagrados, pero algunos sí. Y cuando te entregan su protección, merecen tu respeto.

Algunos amuletos se van. Cumplen su función y desaparecen. Se rompen. Se pierden.

No luches por retenerlos. Su ciclo contigo ha terminado. Otros, en cambio, llegan para quedarse toda la vida.

Te acompañan sin que los notes. Están en tu mesa de noche, en tu bolso, en tu altar invisible.

No hacen milagros. Pero suavizan el camino. Son pequeñas brújulas del alma.

Y lo más hermoso es que no necesitas buscarlos. Ellos te encuentran cuando estás listo.

Cuando tu corazón está abierto, cuando tu energía está disponible. A veces vienen de la tierra, otras del mar, otras de otra persona que canalizó sin saber. No importa cómo lleguen. Importa lo que despiertan.

Así que si hoy sientes que algo te llama desde un objeto, no lo ignores.

Puede que no sea casual. Puede que estés siendo recordado por algo más grande. Tal vez un símbolo, una promesa, una guía.

Tal vez, simplemente, un amuleto que decidió acompañarte porque reconoció en ti… a quien estabas destinado a ser.


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