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Cien años de soledad

García Márquez, diez años de inmortalidad

García Márquez, diez años de inmortalidad
miércoles 17 de abril, 2024

Luis Ángel Muñoz Zúñiga
Especial Diario Occidente

Transcurrió un siglo desde que Jorge Isaacs con su novela “María” (1867) universaliza la literatura colombiana, hasta que Gabriel García Márquez con “Cien años de soledad” (1967) superó en número de lectores al “Quijote de La Mancha”.

Se cumplen los primeros diez años de la inmortalidad literaria de Gabo, fallecido el 17 de abril de 2014: el cataquero de los cinco golpes de suerte, el renovador del periodismo, el autor del libro profético, el Nobel de Literatura, el escritor universal y el colombiano más célebre del siglo XX.

Anuncian una serie fílmica sobre la obra cumbre, pero los admiradores de su memoria y de su legado, pregonamos que será más acertado honrarle releyéndole y promoviendo el acercamiento de más lectores. La cinematografía no pude diezmar las imágenes mentales.

Golpes de suerte

Gabito se forjó como escritor tras recibir cinco golpes de suerte: 1-.Queda muy niño al cuidado de sus abuelos y les escuchaba historias del Caribe y narraciones de las hazañas de la “guerra de los mil días“. 2-. Estudia en el Liceo de Zipaquirá y ante la imposibilidad de viajar a su casa los fines de semana, se dedicó a devorar obras de la literatura universal en la biblioteca del colegio. 3-. Publica su primer cuento “La tercera resignación”, algo que le abrió las puertas en el periodismo. 4-. El cierre de la Universidad Nacional con ocasión de los disturbios del Bogotazo (1948), incidente que tomó como pretexto para abandonar los estudios de derecho que lo obligaba su padre y se inició en el periodismo. 5-. La clausura de “El Espectador”, hecho que le dejó dedicarse de tiempo completo a la producción literaria.

Renovador del periodismo

García Márquez es reconocido por sus obras literarias, pero talvez muchos de sus lectores desconozcan que su gigantesca producción periodística dinamizó este cuarto poder.

El Heraldo de Barranquilla, El Universal de Cartagena y El Espectador fueron las primeras puertas que le permitieron incursionar en el medio con sus columnas críticas y sus crónicas noticiosas. Muchos diarios del mundo le reservaron espacio a su pluma o con su licencia la reproducen.

Gabo quitó los mojones entre literatura y periodismo, que difieren los criterios que clasifican el “Relato de un náufrago”, la “Crónica de una muerte anunciada” y “Noticia de un secuestro”. Su revista “Alternativa, atreverse a pensar es empezar a luchar”, fue su más claro periodismo de denuncia. Y la Fundación del Nuevo Periodismo, su semilla que no marchitará.

Novela profética

“Cien años de soledad” es un libro cargado de profecías: El joven José Arcadio volvió a la casa con el cuerpo totalmente tatuado; Apolinar Moscote le advierte a su yerno Aureliano que para los liberales no habría diferencia entre los bastardos y los legítimos, quince años después el Congreso aprueba la igualdad de derechos entre los hijos; la firma de paz entre los rebeldes y el gobierno, se ha replicado en varias oportunidades; José Arcadio Buendía, para disuadir a Úrsula de su pretensión de emigrar de la aldea de veinte casas, le pronosticaba que llegaría el día que desde Macondo se comunicarían con cualquier parte del mundo; la Ley 1448 de 2011 que conmemora el Día Nacional de la memoria y Solidaridad con las Víctimas, en gran parte acogió la advertencia sobre lo que significa la peste del olvido.

Literatura y realidad

La obra literaria de García Márquez siempre ha estado conectada con la historia y la realidad humana: “La hojarasca” describe a los pueblos sumidos en la miseria; “El coronel no tiene quién le escriba”, es la voz de muchos colombianos que mueren sin alcanzar una pensión de vejez; “La mala hora”, narra los abusos de las alcaldías militares; “Cien años de soledad”, la realidad mágica latinoamericana; “El otoño del patriarca”, los excesos de las dictaduras en el continente; en “Crónica de una muerte anunciada”, “El amor en los tiempos del cólera”, “Del amor y otros demonios”, “Memoria de mis putas tristes” y “Diatriba de amor contra un hombre sentado”, el erotismo y las pasiones humanas, desestiman las edades y se oponen a las normas sociales. No relaciono “En agosto nos vemos” porque ya anticipé mi crítica.

Hombre de paz

Aunque alguna vez García Márquez dijo que “el deber de un revolucionario es escribir bien”, él trascendió de su mero papel de escritor, para asumir su obligación moral de hombre de paz.

Cuando Augusto Pinochet asaltó el poder en Chile, lo denunció mundialmente y cesó su actividad novelística hasta que el hermano país recuperara la democracia. Gabo, conjuntamente con Jean Paul Sartre y Ernesto Sábato, integró el Tribunal Russell sobre Crímenes de Guerra.

En el problema de los balseros cubanos Gabo intercedió ante Fidel Castro para su solución. El expresidente Juan Manuel Santos el día del fallecimiento de Gabriel García Márquez, confesó públicamente que la firma de paz con las Farc fue un logro alcanzado que comenzó su proceso de negociación gracias a los nobles oficios del gran colombiano escritor.

Utopía de Gabo

“Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar: me niego a admitir el fin del hombre. No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace treinta y dos años es ahora nada más que una simple posibilidad científica.

Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria, Una nueva y arrasadora utopía de la vida donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”. (La soledad de América Latina. Gabriel García Márquez. Discurso el 8 de noviembre de 1982 en Estocolmo).


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