Cali, abril 22 de 2025. Actualizado: martes, abril 22, 2025 22:44

Continúan avances en genética y biotecnología

La ciencia explora la resurrección de especies extintas

La ciencia explora la resurrección de especies extintas
Foto: Freepik
martes 22 de abril, 2025

La clonación y la ingeniería genética abren nuevas posibilidades

Los esfuerzos para revivir especies desaparecidas han avanzado significativamente en las últimas décadas.

Una empresa líder en biotecnología, anunció hace poco el nacimiento de tres ejemplares de lobo terrible (Canis dirus), extinto hace más de 13 mil años.

Utilizando ADN recuperado de fósiles de hasta 70 mil años de antigüedad, los científicos realizaron 20 ediciones genéticas en células de lobo gris mediante la técnica CRISPR.

Los embriones modificados se implantaron en hembras de lobo gris, logrando el nacimiento de Rómulo, Remo y Khaleesi, los primeros ejemplares de esta especie “resucitada”.

Este hito se basa en tres pilares tecnológicos: secuenciación de genomas antiguos, edición precisa de genes y técnicas de reproducción asistida adaptadas de la veterinaria canina.

Aunque los ejemplares no son clones exactos, representan una versión funcional con rasgos clave del depredador prehistórico.

Debate científico

La comunidad científica muestra divisiones ante este logro.

Mientras algunos lo celebran como avance tecnológico, expertos como Aníbal Parera, biólogo argentino, cuestionan la metodología: “Presentaron cachorros editados genéticamente antes que estudios revisados por pares”.

La principal crítica radica en el uso de recursos millonarios (US$435 millones recaudados en el caso del lobo terrible) para revivir especies sin ecosistemas originales, en lugar de proteger fauna amenazada.

Los defensores argumentan que las técnicas desarrolladas podrían aplicarse a especies en peligro.

Beth Shapiro, paleogenetistal, destaca que este proyecto prueba la viabilidad de “desextinciones funcionales” que restaurarían roles ecológicos perdidos.

Sin embargo, persisten dudas sobre la adaptación de estos animales a climas y hábitats actuales.

La reintroducción de especies resucitadas plantea dilemas éticos y ecológicos.

El lobo terrible, depredador ápice del Pleistoceno, enfrentaría un mundo donde sus presas originales y condiciones climáticas ya no existen.

Organismos como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) aún no establecen protocolos para liberar animales desextinguidos.

Críticos advierten sobre posibles desequilibrios en ecosistemas modernos y el riesgo de crear “especies quimera” con rasgos impredecibles.

Además, existe preocupación por el bienestar animal, ya que los primeros ejemplares podrían sufrir problemas de salud por modificaciones genéticas.

Desextinción

Este caso marca un punto de inflexión en biología sintética.

El laboratorio Colossal, que revivió el lobo terrible, planea aplicar estas técnicas al mamut lanudo y al dodo, mientras otros equipos trabajan en anfibios extintos como el sapo dorado de Monteverde.

Sin embargo, científicos recalcan que la verdadera conservación requiere proteger hábitats y especies vivas.

La desextinción plantea preguntas filosóficas: ¿debemos corregir extinciones causadas por humanos? ¿Quién decide qué especies revivir? Mientras la tecnología avanza, el consenso científico insiste en priorizar la prevención de nuevas extinciones sobre la resurrección de fantasmas evolutivos.

Un hito histórico ocurrió en 2003 con la clonación del bucardo, una subespecie de cabra pirenaica extinta en 2000.

Aunque el ejemplar clonado sobrevivió solo minutos, el experimento demostró la viabilidad técnica del proceso.

Recientemente, científicos lograron secuenciar ARN de un tigre de Tasmania de 130 años conservado en un museo sueco, un avance sin precedentes que podría facilitar la reconstrucción de funciones biológicas perdidas.

Entre los candidatos prioritarios figura el mamut lanudo, cuyo ADN preservado en el permafrost siberiano ha permitido secuenciar gran parte de su genoma.

La empresa científica anunció planes para crear híbridos de mamut y elefante asiático hacia 2028.
El dodo, ave icónica de Mauricio extinta en el siglo XVII, también podría regresar tras la secuenciación completa de su genoma en 2022.

Para el tigre de Tasmania, desaparecido en 1936, los investigadores trabajan en superar limitaciones técnicas, como la fragmentación del material genético y la falta de diversidad en las muestras disponibles.

Desafíos

La degradación del ADN antiguo representa el mayor obstáculo técnico.

En especies como la paloma migratoria norteamericana, extinguida en 1914, el material genético disponible está demasiado fragmentado para una reconstrucción precisa.

Además, los expertos destacan la necesidad de recrear hábitats adecuados y garantizar diversidad genética para evitar poblaciones endogámicas.

Desde el ámbito ético, surgen debates sobre la priorización de recursos entre la conservación de especies amenazadas y la resurrección de extintas.

Más allá de su valor simbólico, estos proyectos podrían contribuir a restaurar ecosistemas.

El caso del uro, ancestro salvaje del ganado moderno, muestra cómo el retrocruzamiento selectivo podría ayudar a regenerar paisajes europeos.

Paralelamente, el estudio de ARN antiguo ofrece nuevas perspectivas para comprender virus históricos, como el de la gripe española, mediante el análisis de especímenes museológicos.

La rana marsupial australiana (Rheobatrachus silus), extinta en 1981, protagoniza uno de los intentos más emblemáticos.

El Proyecto Lázaro logró generar embriones mediante transferencia nuclear, aunque ninguno alcanzó la etapa adulta.

Estos experimentos revelaron la complejidad de reactivar mecanismos biológicos perdidos, como la peculiar incubación gástrica de esta especie.

Los fracasos acumulados subrayan la necesidad de perfeccionar técnicas de reprogramación celular.
La edición CRISPR-Cas9 ha revolucionado el campo, permitiendo insertar genes de especies extintas en genomas de organismos vivos.

Para el mamut, se emplean elefantes asiáticos como base, modificando genes relacionados con el pelo lanudo y la grasa subcutánea.

Colaboraciones internacionales, como la Iniciativa para la Revitalización del Bucardo, agrupan a genetistas, ecólogos y conservacionistas para abordar el reto de forma multidisciplinar.

Expertos enfatizan que revivir una especie implica más que clonar individuos.

El hábitat del tigre de Tasmania, por ejemplo, permanece relativamente intacto, lo que facilitaría su reinserción.

Sin embargo, para el mamut lanudo, los planes incluyen modificar la tundra siberiana para convertirla en pastizales que mitiguen el deshielo del permafrost.

Estos proyectos, conocidos como “Pleistoceno Park”, buscan restaurar interacciones ecológicas perdidas hace milenios.

El fracaso en la clonación del bucardo enseñó la importancia de disponer de células viables y hembras portadoras compatibles.

Actualmente, bancos genéticos como el Frozen Zoo de San Diego almacenan material biológico de miles de especies, sirviendo como póliza de seguro contra futuras extinciones.

Aunque la desextinción total sigue siendo esquiva, los avances permiten vislumbrar un futuro donde herramientas genéticas complementen esfuerzos conservacionistas tradicionales.


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