Cali, julio 27 de 2024. Actualizado: sábado, julio 27, 2024 00:38

El control disfrazado de amor

Amores que matan: La fatal realidad de las violencias basadas en género

Amores que matan: La fatal realidad de las violencias basadas en género
Foto: Pexels
sábado 27 de julio, 2024

Por Marcela Onzaga, Psicóloga, máster en Sexología

Hablar de violencias basadas en género no es un tema de moda; es una fatal realidad. Las violencias suelen camuflarse en el día a día, en donde, desde una cultura machista, este tipo de violencias se han naturalizado y romantizado, ya sea en nombre del amor, de la familia, de la demanda social, religiosa y demás.

En ocasiones, se aceptan comportamientos violentos por parte de la pareja, y con el paso de los días el amor propio, la fuerza interna, la voz y la autonomía se pierden y desvanecen, llegando al punto de desconocerse como una persona valiente y dueña de sus actos y decisiones.

El control disfrazado de amor

Quizás has escuchado o te han dicho comentarios como: “no me gusta cómo te vistes”, “esa ropa no es decente”, “las mujeres no se comportan de esa manera”, “eres mía”, “si no eres para mí, no eres para nadie”, entre otras.

Estas frases y muchos otros comportamientos que controlan tu manera de vestir, de hablar, con quién te relacionas, te prohíben estudiar, trabajar, controlan tu salario, interponen a tus hijos para manipular, te golpean, te hacen comentarios despectivos, te gritan, te son infieles, te critican tus gustos musicales, etc.

Al iniciar una relación romántica, en nombre del amor, se llega tal vez a tolerar diversos tipos de violencias, porque el enamoramiento, la ilusión, los miedos a que no funcione la relación, el miedo a la soledad, heridas de abandono, miedo a enfrentar la vida sin una pareja, porque desde pequeña quizás escuchaste que sin un hombre no eres completa o que no vas a poder.

Y es así una lista extensa de imaginarios sociales que, desde el miedo o necesidad, te llevan a estar en una relación.

Un trágico ejemplo

Un ejemplo de ello fue lo que le sucedió a mi mejor amiga de infancia. Su nombre era Carolina Vivas, una mujer soñadora, delicada, inteligente, valiente, muy significativa para mí, y es que en el camino de la existencia nos encontramos con seres humanos que se convierten en maestros.

Mi amiga vivió una infancia difícil llena de abusos, de carencias afectivas, ausencia de su figura materna y paterna.

Recuerdo que ella me contaba que su madre fue una mujer depresiva que cuando estaba despierta intentaba cortarse las venas y mi amiga solía poner sus manos en sus puños para controlar la sangre.

Esta era una escena constante en su casa: su madre intentando finalizar con su existencia, y cuando no, dormía de forma excesiva.

En medio del dolor y dificultades en su núcleo familiar, pasó a vivir en muchas casas de familiares y conocidos. En estos espacios ella vivió diferentes situaciones de abuso y abusos sexuales.

Su madre murió siendo muy joven, mi amiga tendría aproximadamente 21 años. Su mamá falleció a causa de una caída, y recuerdo que al acompañarla en el velorio, le dije que lo sentía mucho.

Ella me respondió: “Amiga, mi mamá no pertenecía a esta tierra, ahora está donde siempre quiso estar”.

Pasó el tiempo y, dejando una infancia de dolor, Carolina empezó su vida en pareja, buscando ser amada y tener atención, esa de la cual careció tanto en su infancia.

Las personas con las que ella tenía contacto lograban amarla, porque a pesar de tanto dolor, era un ser humano de luz. En su corazón no había odio, rabia ni emociones muy comunes en medio de situaciones difíciles.

Todo esto lo cuento porque Carolina, en medio del dolor de sus heridas de infancia, emprendió una relación de pareja, (algo que menciono porque sus reflexiones finales hacían alusión a ello).

Se casó con un hombre mayor que ella, de nacionalidad española, que le dio atención de manera obsesiva, pero ella no lo veía en su momento porque, en medio de tantas carencias, el tener una pareja que le correspondía y ofrecía mucho la hacía sentir que él era el indicado.

Sin embargo, con el tiempo sus controles e intensidad se vieron reflejados en no dejarla sola en ningún momento, controlar su tiempo, llamadas y todo lo que muestra un perfil obsesivo, que para mi amiga fueron actos de amor.

Con el pasar de los días se sentía incómoda con ello, lo que la hizo decidir separarse de aquel hombre que no soportaría aquella decisión y, por consiguiente, acabó con la vida de Carolina, propinándole tres puñaladas en su corazón un 4 de noviembre de 2023 a las 1:30 de la tarde, quedando tirada en una calle de Getafe, víctima de un feminicidio porque ella se rehusaba a volver con él.

Días antes hablábamos y por medio de una videollamada me decía que entendía que a causa de la ausencia de amor en su infancia y carencias afectivas, se había refugiado en esa persona, pero que quería iniciar una nueva historia libre de traumas y demás. Tristemente, mi amiga no alcanzó a construir una nueva historia libre de violencias.

Un espacio seguro para mujeres en Cali

Con la intención de generar conciencia y dar a conocer un espacio seguro ubicado en la ciudad de Cali, quiero contarles que existe un hogar de acogida para mujeres víctimas de violencias basadas en género, que están en riesgo de feminicidio.

Es una casa segura para las mujeres y sus hijos, en la que las acompañan en el proceso, brindándoles protección y empoderándolas.

Así mismo, se les brinda atención psicológica, jurídica, trabajo social, pedagogía, psicología infantil y enfermería. Además, cuentan con una colaboradora para el aseo y preparación de alimentos.

De este lugar poco se conoce y, lamentablemente, muchas mujeres que están en riesgo de ser asesinadas o sin redes de apoyo suelen quedarse con su agresor, siendo vulnerables y teniendo, en ocasiones, desenlaces fatales.

Si te identificaste con este artículo o sabes de alguien que esté atravesando por una situación similar, busca ayuda en la línea telefónica 3105162760, disponible las 24 horas, los 7 días de la semana, o dirígete de manera presencial en Cali a la Calle 10N #9N-07, Barrio Juanambú.

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