Cali, abril 7 de 2025. Actualizado: lunes, abril 7, 2025 10:49
Voces y relatos de las víctimas del conflicto
La memoria histórica: una apuesta por la paz
Luis Ángel Muñoz Zúñiga – Especial Diario Occidente
Desde tiempos inmemorables los crímenes quedaban impunes y millares de víctimas en el olvido.
Ocurrió en la conquista española, los levantamientos comuneros, la independencia, las guerras civiles, la violencia política, los conflictos guerrilleros y paramilitares, el narcotráfico, los falsos positivos de los militares y el estallido social.
Faltó memoria histórica preservada por escrito, a pesar de los historiadores, los investigadores sociales y los novelistas de la violencia. Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, coautores de “La Violencia en Colombia”, son pioneros de la memoria histórica en la investigación sociológica.
Hubo escritores inspirados por hechos de violencia, por ejemplo, Daniel Caicedo en “Viento seco” y Gustavo Álvarez Gardeazábal en “Cóndores no entierran todos los días”.
Pero sus obras contienen ficción literaria aunque identifiquen los personajes y determinen los espacios donde ocurrieron los hechos.
Las leyes, 1448 de 2011, “Ley de víctimas y restitución de tierras”, y la 975 de 2005, “Ley de Justicia y Paz”, mandan a preservar la memoria histórica, basada en los relatos de las víctimas.
El Centro Nacional de Memoria Histórica garantizará: justicia, paz, reparación y restitución de las tierras.
Conmemoración gaitanista
El 9 de abril es el Día Nacional de la Memoria Histórica, escogido en conmemoración del crimen de 1948 contra el líder Jorge Eliecer Gaitán, candidato popular que auguraba el siguiente triunfo electoral, hecho político que recrudeció los odios partidistas entre liberales y conservadores, provocando más de 300 mil muertos.
En 1946, el Partido Liberal había perdido las elecciones presidenciales por presentarse dividido con dos candidatos, Gabriel Turbay y Jorge Eliecer Gaitán, dándose el triunfo del Partido Conservador con la candidatura de Mariano Ospina Pérez, cuyo gobierno se caracterizó por persecución y hostigamiento a campesinos en reconocidas regiones liberales por parte de la policía chulavita.
Esto degeneró en la gestación de la resistencia liberal armada, conocida como época de “los pájaros”.
Promesas de paz
A pesar de la entrega de armas y el acuerdo de paz en 1953, la violencia no terminó, hubo ofensiva militar por la conformación de los primeros grupos guerrilleros en el Tolima.
En 1957, durante la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla, la violencia se extendió a las ciudades.
En 1958 se inició el Frente Nacional, pero surgen las FARC en Marquetalia, El Pato y Guayabero, y el ELN en Santander, para resistir los operativos militares.
En 1973, el M19, entra al escenario armado, especialmente en las ciudades, grupo que firmó un acuerdo de paz, depuso las armas y se reincorporó a la vida civil, participando en la asamblea nacional constituyente que aprobó la Constitución de 1991.
En la década del 80, el narcotráfico representó otro factor de violencia, conformando grupos de jóvenes armados en las comunas populares, para sicariato y atentados terroristas en las ciudades, protagonizando la disputa entre carteles y la confrontación con la policía.
El narcotráfico permeó la política, fenómeno aprovechado para despojar tierras a los campesinos, dándose varias masacres en poblaciones y surgiendo el control paramilitar.
La confrontación con la guerrilla, es aprovechada por el Ejército para cometer los “falsos positivos”.
Principales masacres
En Colombia se han cometido innumerables masacres desde las bananeras contra los trabajadores de la United Fruit Company, en Ciénaga Magdalena en 1928, y que se repiten años más tarde en la época de la violencia partidista, pero que difieren porque en el conflicto armado hay nuevos actores, las guerrillas, los paramilitares, el narcotráfico y bandas organizadas, sobresaliendo principalmente, las sufridas por las poblaciones que fueron amenazadas, violentadas, asesinados los líderes sociales, reclutados forzosamente los menores y que fueron obligados al desplazamiento, quedando expropiados de sus tierras, por ejemplo, en Trujillo, La Rochela, Bojayá, el Aro, Mapiripan, La Gabarra, Urrao, El Salado, y, otras, que para su esclarecimiento tuvo que intervenir la Comisión Interamericana de Justicia que condenó a nuestro Estado a la reparación de las familias.
Es meritoria la labor de “Las madres de Soacha” en Cundinamarca, “Las madres de la escombrera” en Medellín, que hallaron algunas osamentas de los jóvenes victimizados como “falsos positivos”.
La Ley 1448 de 2011, que busca esclarecer los crímenes, escuchará a las víctimas, para reparar los daños, evitar la repetición de los hechos y garantizar la restitución de las tierras.
El Salado, tierra salada
“La masacre de El Salado -acorde a un informe presentado en la II Semana por la memoria, septiembre de 2009-, es de las más atroces del conflicto contemporáneo de Colombia. Fue perpetrada entre el 16 y el 21 de febrero del 2000 por 450 paramilitares que apoyados por helicópteros, dieron muerte a 60 personas en estado de total indefensión. Tras la masacre se produjo el éxodo de toda la población, convirtiendo a El Salado en un pueblo fantasma. Hasta el día de hoy solo han retornado 730 de las 7000 personas que lo habitaban”.
La masacre de El Salado, hechos cometidos durante una semana, que contó con el silencio de los medios y complacencia del Estado, hace parte de la más sangrienta escalada de eventos de violencia masiva ocurridos en Colombia entre 1999 y el 2001.
En ese periodo en la región de Los Montes de María, donde está ubicado El Salado, la violencia se materializó en 42 masacres que dejaron 354 víctimas fatales.
Urgencia de memoria histórica
El Grupo de Memoria Histórica en el Informe “Basta ya!, Memorias de Guerra y Dignidad”, advierte: “La reconciliación o el reencuentro que todos anhelamos no se puede fundar sobre la distorsión, el ocultamiento y el olvido, sino solo sobre el esclarecimiento. Se trata de un requerimiento político y ético que nos compromete a todos. No una narrativa sobre un pasado remoto, sino sobre una realidad anclada en el presente”.
“El país está pendiente de construir una memoria legítima, no consensuada, en la cual se incorporen explícitamente las diferencias, los contradictores, sus posturas y sus responsabilidades y, además, se reconozca a las víctimas. Es el Basta ya! de una sociedad agobiada por su pasado, pero esperanzada en su porvenir”.
“Colombia apenas comienza a esclarecer las dimensiones de su propia tragedia. Aunque sin duda, la mayoría de nuestros compatriotas se sienten habitualmente interpelados por diferentes manifestaciones del conflicto armado, pocos tienen conciencia clara de sus alcances, de sus impactos y de sus mecanismos de reproducción”. (Gonzalo Sánchez. Centro Nacional de Memoria Histórica)