¿Qué tan posible es que Trump bombardee laboratorios de cocaína en Colombia?

Las últimas declaraciones de Donald Trump volvieron a encender las alarmas en Colombia. El presidente de Estados Unidos afirmó que cualquier país que produzca y trafique drogas ilegales hacia su territorio “está sujeto a ataques” y mencionó explícitamente la cocaína proveniente de Colombia, en el marco de su campaña militar contra “narcolanchas” en el Caribe y el Pacífico.

Desde Bogotá, el presidente Gustavo Petro respondió que bombardear territorio colombiano “sería declarar la guerra” y recordó que el país destruye, según sus cifras, un laboratorio de producción de cocaína cada 40 minutos “sin misiles”, invitando irónicamente a Trump a presenciar esas operaciones.

La Cancillería, por su parte, expresó “gran preocupación” y rechazó cualquier amenaza que comprometa la soberanía y la integridad territorial del país.

La diferencia entre barcos y territorio colombiano

Hasta ahora, la ofensiva de Trump se concentró en ataques con misiles contra embarcaciones sospechosas de transportar droga en aguas internacionales del Caribe y el Pacífico.

De acuerdo con medios internacionales, Estados Unidos ejecutó al menos 21 bombardeos contra “narcolanchas”, con un saldo de más de 80 muertos, mientras mantiene desplegado cerca del 20 % de su flota naval en la región, incluido un portaaviones.

Pasar de hundir lanchas en alta mar a bombardear laboratorios en territorio colombiano supondría, sin embargo, un salto cualitativo.

A diferencia de las operaciones en aguas internacionales, un ataque en tierra sin consentimiento del Estado receptor violaría de forma directa la soberanía de un país aliado, chocaría con la Carta de la ONU y desataría una crisis regional de gran escala, advierten centros de estudios europeos que siguen el despliegue estadounidense en el Caribe.

Además, pese a la tensión política entre Petro y Trump, la cooperación en inteligencia y lucha antidrogas entre ambos países sigue activa, según fuentes oficiales colombianas.

El propio jefe de inteligencia de Colombia subrayó recientemente que las operaciones contra laboratorios y redes de narcotráfico se realizan “de la mano” con agencias como la CIA y que el país desmanteló miles de laboratorios durante este año.

Lo que dicen los expertos

Un análisis de la revista Cambio sobre el escenario de un ataque terrestre de Estados Unidos en Venezuela recoge la posición de varios expertos que consideran que una intervención directa tendría costos políticos y diplomáticos enormes, podría fracturar la región y aislar a Washington incluso entre gobiernos que hoy son cercanos.

Si esa lógica se aplica a Colombia, el costo sería aún mayor: se trataría de bombardear a un socio tradicional en la llamada “guerra contra las drogas”, que ya enfrenta fuerte presión interna por la presencia militar estadounidense en el Caribe y por las denuncias de ejecuciones extrajudiciales en los ataques a embarcaciones.

A ello se suma el frente interno en Estados Unidos. Aunque Trump utiliza un discurso de mano dura contra el narcotráfico que conecta con parte de su base electoral, un ataque abierto sobre Colombia requeriría justificar, ante el Congreso y la opinión pública, la necesidad de emplear fuerza militar contra un aliado y asumir el riesgo de una respuesta diplomática y económica en bloque desde América Latina y la Unión Europea.

En este contexto, la mayoría de analistas consultados por medios internacionales describen las palabras de Trump como una escalada retórica que busca reforzar su narrativa de dureza frente al crimen, más que como la antesala inmediata de bombardeos sobre laboratorios en Colombia.

Por ahora, la posibilidad de que Trump ordene ataques aéreos contra laboratorios de cocaína en territorio colombiano se percibe como baja en el corto plazo, aunque no inexistente en un escenario de mayor deterioro de la relación bilateral.

La verdadera batalla, mientras tanto, sigue librándose en el terreno diplomático, en las cifras de destrucción de laboratorios y en la disputa por el relato sobre quién carga con la responsabilidad principal del negocio de la cocaína.

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