Cali, diciembre 5 de 2025. Actualizado: jueves, diciembre 4, 2025 23:36
Productividad laboral cae en 2025
Dato de productividad tensiona la negociación del salario mínimo para 2026
La discusión sobre el salario mínimo para 2026 arranca con un dato que cambia por completo el panorama: la productividad laboral en Colombia disminuyó 0,32% en el último año, según reveló el Dane.
El indicador, clave en la fórmula técnica que orienta el ajuste salarial, llega justo en el momento en que Gobierno, empresarios y centrales obreras se sientan a negociar en la Mesa de Concertación desde el 1° de diciembre.
La cifra implica que, aunque la economía creció 2,9%, el empleo avanzó mucho más rápido (3,5%), lo que redujo la producción por trabajador.
Esta brecha refleja un mercado laboral que genera puestos de trabajo, pero con menor eficiencia económica, fenómeno que suele presionar a la baja cualquier incremento salarial desde la perspectiva técnica.
Un dato que condiciona la negociación
En las discusiones del salario mínimo, la productividad laboral es uno de los insumos principales junto con la inflación, que hoy se ubica cerca del 5,5% anual.
La combinación de productividad negativa e inflación relativamente alta plantea un dilema para quienes deben tomar la decisión:
Para el Gobierno, el reto es garantizar que los trabajadores no pierdan poder adquisitivo en un año marcado por el aumento en precios de alimentos, vivienda y servicios.
Para los empresarios, un ajuste salarial elevado podría poner en riesgo la sostenibilidad financiera de miles de compañías, especialmente en sectores intensivos en mano de obra, y afectar la creación de empleo formal.
En 2025, más de tres millones de trabajadores dependen de este ajuste.
El costo de la caída en productividad
En términos técnicos, un descenso en la productividad significa que la economía está siendo menos eficiente: se produce menos por cada persona empleada.
Esto envía una señal de alerta sobre la competitividad del país y limita el margen para incrementos salariales ambiciosos.
Una productividad negativa implica, según los expertos, que cualquier aumento del salario mínimo por encima de la inflación podría trasladar mayores costos a las empresas, acelerar la informalidad y frenar la contratación formal.
Un contexto económico que exige equilibrio
La economía colombiana llega a esta negociación en medio de un crecimiento moderado y un mercado laboral que aún enfrenta rezagos en calidad del empleo.
La caída en productividad, sumada a presiones inflacionarias, configura un escenario en el que cada punto porcentual del ajuste salarial tendrá efectos directos sobre:
- El consumo de los hogares, especialmente en estratos bajos.
- Los costos laborales de las empresas, en un año donde la eficiencia bajó.
- La inversión privada, que depende de la estabilidad y previsibilidad en los costos.
La dinámica de la informalidad, que podría aumentar si el salario mínimo sube por encima de la capacidad productiva del país.
Una decisión que trasciende el salario
El resultado de esta negociación se convierte en un insumo central para la agenda económica de 2026. De él dependerán la política social, el comportamiento del mercado laboral, la capacidad de consumo interno y la planificación financiera de los sectores productivos.
Además, el dato negativo de productividad reabre un debate estructural: ¿Cómo mejorar la eficiencia económica del país? La discusión no solo pasa por formación laboral y tecnología, sino por reformas en competitividad, logística, formalización y reducción de costos empresariales.
La negociación del salario mínimo es, así, más que un trámite anual: es la primera gran señal económica que marcará el rumbo de Colombia en 2026.

