Cali, septiembre 8 de 2025. Actualizado: lunes, septiembre 8, 2025 16:08

Trump anunció la aplicación de un impuesto del 1% a partir de 2026

Remesas: el motor silencioso que sostiene a millones de hogares en Colombia

Remesas: el motor silencioso que sostiene a millones de hogares en Colombia
Foto: Pexels
lunes 8 de septiembre, 2025

Las remesas han pasado de ser un ingreso complementario a convertirse en un verdadero pilar de estabilidad para la economía colombiana.

En 2024, los envíos globales alcanzaron los USD 740.000 millones, equivalentes al 0,72% del PIB mundial, y Colombia figura entre los países con mayor dinamismo en la recepción de estos recursos.

De acuerdo con la Dirección de Investigaciones Económicas, Sectoriales y de Mercado de Bancolombia, el crecimiento sostenido de las remesas hacia el país ha superado incluso la expansión del PIB durante la última década.

En palabras de Laura Clavijo, directora del área, este comportamiento “se explica por la migración creciente hacia Estados Unidos y Europa, la resiliencia de los mercados laborales en esos destinos y la digitalización de los canales de envío, que redujeron costos y aumentaron la frecuencia de las transferencias”.

Un estabilizador contracíclico

Las remesas cumplen un papel contracíclico: suavizan el consumo de los hogares y atenúan los choques internos en regiones con alta dependencia, como el Valle del Cauca, Antioquia y el Eje Cafetero.

En estas zonas, constituyen no solo liquidez inmediata, sino también una fuente de estabilidad financiera que respalda el cumplimiento de obligaciones crediticias.

La magnitud del fenómeno es reveladora. Según cálculos de Bancolombia, el valor promedio por envío ronda hoy los COP 1,35 millones, con una frecuencia creciente gracias a la digitalización.

Además, las remesas han permitido que millones de hogares mantengan un piso de consumo incluso en escenarios de desaceleración interna.

Riesgos externos en aumento

Sin embargo, la estabilidad de este flujo no está garantizada. El endurecimiento de la política migratoria en Estados Unidos —principal emisor mundial de remesas, con más de USD 90.500 millones enviados en 2024— plantea riesgos significativos.

El gobierno de Donald Trump ha impulsado deportaciones masivas y anunció la aplicación de un impuesto del 1% a partir de 2026 para remesas enviadas por canales físicos como giros postales o cheques de caja.

Aunque Bancolombia estima que el efecto directo del gravamen sería bajo —una reducción de apenas 0,38% en promedio en las transferencias hacia Colombia, México, El Salvador y Guatemala—, la presión sobre migrantes indocumentados sí podría generar impactos mayores en países con alta dependencia, como Guatemala y El Salvador.

En contraste, Colombia presenta una baja vulnerabilidad relativa, con un puntaje de 1,4 sobre 10 en el indicador construido por el banco.

Esto significa que, aunque más del 50% de las remesas provienen de Estados Unidos, la diversificación hacia Europa y el Cono Sur reduce la exposición a medidas unilaterales.

Transformación limitada

El gran desafío no es la sostenibilidad de los flujos, sino su uso. El 88% de las remesas en América Latina se destinan a manutención básica (alimentación, vivienda, transporte y salud).

Apenas un 13,8% se orienta al ahorro y un 10,8% a la compra de vivienda.

En Colombia, esta realidad se refleja en el patrón de gasto: en 2025 se observa mayor destinación hacia viajes, hospedaje, salud y educación, en detrimento de bienes durables como tecnología y moda.

Aunque esto mejora el bienestar inmediato de los hogares, limita la capacidad de transformar las remesas en inversión productiva y motor de crecimiento de largo plazo.

No obstante, sí se evidencian impactos positivos en vivienda. Estudios de Bancolombia estiman que un aumento del 10% en remesas se traduce en un crecimiento del 2,5% al 3% en ventas acumuladas de vivienda a 12 meses, principalmente en segmentos de interés social donde el enganche es la principal barrera.

Inclusión financiera, una tarea pendiente

El otro gran reto es la baja bancarización de los receptores. En 2024, solo el 54% de las remesas en Colombia se recibieron en cuentas de ahorro o corrientes; el resto se retiró por ventanilla.

Según Bancolombia, aunque el 98% de sus clientes receptores tiene algún producto de ahorro, apenas el 2,5% accede a crédito hipotecario y la participación en productos de inversión sigue siendo marginal.

Esto refleja que, pese al enorme volumen de recursos, las remesas aún no funcionan como un catalizador pleno de inclusión financiera. Persisten barreras como costos bancarios, desconfianza en el sistema y bajos ingresos de los receptores.

Motor silencioso, pero no suficiente

La paradoja es clara: las remesas sostienen el consumo, reducen la pobreza y aportan estabilidad macroeconómica, pero no alcanzan por sí solas a detonar un ciclo virtuoso de desarrollo.

“Estamos frente a un motor silencioso de la economía que requiere mayor articulación entre política pública y sector financiero para orientar estos recursos hacia inversión productiva, ahorro formal y emprendimiento”, puntualizó Laura Clavijo .

En un contexto donde más de 3,3 millones de hogares colombianos dependen directa o indirectamente de este flujo, el futuro del país exige pasar de la simple recepción de giros a la consolidación de un ecosistema que los potencie.

Las remesas, en suma, son un salvavidas económico, pero necesitan convertirse en trampolín para un desarrollo más equitativo y sostenible.


Remesas: el motor silencioso que sostiene a millones de hogares en Colombia

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