Cali, mayo 8 de 2025. Actualizado: miércoles, mayo 7, 2025 23:25
La Iglesia católica enfrenta una nueva transición de liderazgo
Todo listo para el cónclave: así se elegirá al sucesor del papa Francisco
Este miércoles 7 de mayo inicia en la Capilla Sixtina el cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco, quien falleció el pasado 21 de abril en Roma.
Con la muerte del pontífice argentino se abrió oficialmente la sede vacante y con ella el proceso más importante de la Iglesia católica: la elección de un nuevo papa.
El cónclave será protagonizado por 133 cardenales electores provenientes de los cinco continentes. Todos son menores de 80 años, como lo exige la normativa eclesiástica, y han sido convocados bajo juramento de absoluto secreto.
Desde el ingreso a la Capilla Sixtina, permanecerán aislados del mundo exterior hasta que se alcance una elección.
Cada día habrá hasta cuatro votaciones: dos en la mañana y dos en la tarde. Cada cardenal escribirá en su papeleta el nombre del candidato que considere apto.
Para ser elegido papa, un cardenal deberá obtener una mayoría calificada de dos tercios, es decir, al menos 89 votos.
Una iglesia global
El colegio cardenalicio que elegirá al nuevo papa refleja la expansión geográfica del catolicismo en las últimas décadas.
De los 133 cardenales electores, 53 son europeos, 37 son americanos (incluidos latinoamericanos y norteamericanos), 23 proceden de Asia, 18 de África y 4 de Oceanía.
Italia sigue siendo el país con mayor representación, con 17 cardenales. Estados Unidos cuenta con 10 electores y Brasil con 7.
Esta composición es el resultado de los nombramientos realizados por Francisco, quien buscó fortalecer la presencia de la periferia eclesial en el Vaticano.
El cardenal más joven en participar será el australiano Mikola Bychok, de 45 años, mientras que el de mayor edad es el español Carlos Osoro, de 79. Esta diversidad generacional también será clave en la elección del nuevo líder espiritual.
Los favoritos
Como en cada cónclave, comienzan a sonar los nombres de los llamados “papables”, es decir, aquellos que cuentan con un perfil y respaldo suficiente como para convertirse en el próximo sucesor de Pedro.
Entre los más mencionados está el italiano Pietro Parolin, actual Secretario de Estado, con experiencia diplomática y moderación doctrinal. También el cardenal filipino Luis Antonio Tagle, cercano al pensamiento pastoral de Francisco, con gran ascendencia en Asia y África.
El ghanés Peter Turkson es otro de los favoritos. Es un firme defensor de la justicia social y tiene una larga trayectoria en organismos vaticanos.
Finalmente, se menciona al arzobispo italiano Matteo Zuppi, ligado a la comunidad de Sant’Egidio y activo en procesos de mediación por la paz.
Ninguno de ellos parte con ventaja clara, lo que abre la posibilidad a sorpresas, como ocurrió en 2013 con la elección del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio.
Humo blanco
Uno de los símbolos más reconocibles del cónclave es la fumata que sale de la chimenea de la Capilla Sixtina después de cada ronda de votación. Si no se logra mayoría, se emite humo negro. Si hay papa, el humo es blanco.
En la actualidad, esta señal se logra mediante una mezcla química que garantiza el color visible, evitando las confusiones del pasado.
La fumata blanca será seguida por el repique de las campanas de San Pedro, señal de que el mundo tiene nuevo pontífice.
Una vez elegido, el nuevo papa es invitado a aceptar el cargo. Si lo hace, se retira a la llamada “Sala de las lágrimas” para vestirse con la sotana blanca.
Luego es presentado al mundo con la fórmula “Habemus Papam” desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.
Un momento crucial para la Iglesia
El nuevo pontífice asumirá el liderazgo de más de mil millones de católicos en un momento marcado por tensiones internas, desafíos sociales y la búsqueda de reformas estructurales.
La secularización en Europa, el auge del catolicismo en África y Asia, y el debate sobre el rol de la mujer y los laicos están sobre la mesa.
Los dos últimos cónclaves fueron relativamente breves. El de Benedicto XVI en 2005 duró dos días, con cuatro votaciones.
El de Francisco, en 2013, se resolvió también en dos días, con cinco votaciones. Todo indica que esta elección también podría ser ágil, pero no está garantizado.
El mundo entero volverá su mirada al Vaticano, a la espera de la elección de un líder que no solo marcará el destino de la Iglesia, sino también su papel en el escenario internacional durante las próximas décadas.