Cali, diciembre 19 de 2025. Actualizado: viernes, diciembre 19, 2025 18:17
2025 cierra con esperanza: los sueños de las regiones se preparan para hacerse realidad en 2026
El 2025 llega a su fin como uno de los años más complejos y desafiantes que ha vivido Colombia en la última década.
Un año marcado por la incertidumbre, por profundos retos fiscales y por un ambiente social y político cargado de tensiones, por una oleada de terrorismo que no vivíamos hace décadas.
No ha sido un año fácil para los colombianos: la polarización se instaló con fuerza en el debate público, los consensos se hicieron más difíciles y el ruido político, desde todos los extremos, terminó muchas veces por eclipsar las soluciones que el país reclama.
A este clima se sumó una realidad dolorosa y persistente: la violencia volvió a recrudecerse, especialmente en el suroccidente del país.
En territorios como el Cauca y el Valle del Cauca, la ofensiva de grupos armados ilegales mostró una capacidad de acción cada vez más sofisticada, combinando prácticas tradicionales de insurgencia con nuevas formas de ataque.
El uso recurrente de explosivos, los hostigamientos en cascos urbanos, los combates prolongados en zonas rurales y la instalación de retenes ilegales en corredores estratégicos como la vía Panamericana, afectaron de manera directa a la población civil, restringiendo la movilidad, el comercio y la tranquilidad de comunidades enteras.
A este escenario se sumó otra violencia, más silenciosa pero igual de devastadora: la que enfrentan las mujeres por el solo hecho de serlo.
Durante 2025, la violencia basada en género continuó cobrando vidas, libertades y proyectos, muchas veces lejos de los reflectores mediáticos.
Mujeres líderes, defensoras de derechos humanos, lideresas sociales y ciudadanas del común enfrentaron amenazas, agresiones físicas, violencia sexual y ataques misóginos que buscaron acallarlas, disciplinarlas o expulsarlas del espacio público.
En un país donde el miedo sigue siendo una herramienta de control, la lucha contra la violencia hacia las mujeres no ha sido solo una bandera, sino una urgencia ética y democrática que exige respuestas firmes del Estado y un compromiso real de toda la sociedad.
En paralelo, la desigualdad siguió siendo una herida abierta. Estudios recientes reiteraron que el origen socioeconómico continúa determinando de manera profunda las oportunidades de vida de millones de colombianos, perpetuando brechas que el país aún no logra cerrar.
Y, sin embargo, mientras este panorama parecía imponerse, en los territorios —allí donde realmente late el país— comenzó a tejerse silenciosamente una fuerza distinta.
Una fuerza que no sale en los titulares, pero que resiste, construye y une. La fuerza de la unión.
Desde hace un año y medio hemos recorrido Colombia con un propósito claro: escuchar. Escuchar a los líderes y lideresas que desde sus veredas, barrios y municipios sostienen la confianza en la democracia.
Escuchar sus preocupaciones, pero sobre todo su capacidad infinita de soñar un país mejor.
En esa tarea, el Partido de la U ha reafirmado su razón de ser: estar cerca de la gente, construir desde los territorios y entender que la política solo tiene sentido cuando transforma vidas.
En el Partido de la U, presentamos nuestra lista al Senado para las elecciones del 8 de marzo de 2026 con la convicción de que ese trabajo silencioso ha dado frutos.
La lista que revelamos ante el país es más que un grupo de nombres: es el reflejo de una colectividad que se oxigena, que se renueva y que honra su compromiso con todas las regiones.
Encabezada por el senador Juan Felipe Lemos y acompañada por líderes y lideresas que han marcado la diferencia en sus territorios, esta es una lista construida con el alma —como lo expresé el día de su presentación—.
Una lista que encarna un sueño colectivo: el de una Colombia más justa, más incluyente y más solidaria.
Este 2025 no solo cerramos apuntando al Senado, sino también al fortalecimiento de nuestra participación en la Cámara de Representantes desde las regiones, porque creemos firmemente que construir un país más justo exige presencia legislativa en el Congreso, para que las regiones se escuchen, sus realidades se atiendan y sus esperanzas tengan eco.
Por eso este cierre de año no es un punto final: es un punto de partida.
El 2025 nos deja grandes lecciones. Nos recordó que la unidad se construye todos los días y que defender los valores del partido exige decisiones difíciles, pero necesarias.
Nos enseñó que mantenernos fieles a nuestros principios es la única manera de honrar a quienes creen en nosotros.
Hoy, el Partido de la U avanza con una sola voz y una sola convicción: Colombia necesita unión, coherencia y liderazgo auténtico.
Sigamos unidos y sigamos trabajando con amor por Colombia. Porque la esperanza crece cuando se cultiva con verdad, con ética y con el corazón.
Con esa misma convicción, deseo a todas las familias colombianas una Navidad llena de paz y un Año Nuevo colmado de esperanza y nuevos comienzos.
