Cali, diciembre 7 de 2025. Actualizado: sábado, diciembre 6, 2025 00:04
¿Botar el Voto?
Se llegó el momento. Nos enfrentamos a una nueva jornada electoral en Colombia e iremos a las urnas a ejercer nuestro derecho de elegir la persona que a nuestro criterio, debe regir los destinos del País.
Hemos vivido una campaña electoral llena de confrontaciones (que siempre las ha habido), aunque sin duda, las actuales se enmarcan en contextos abismalmente distintos como consecuencia de un estallido social que convirtió nuestros territorios en una olla presión a punto de explotar, sobre la que cada candidato debe demostrar la mejor forma de agarrar, para evitar una implosión mayor a la del 28 de abril de 2021.
Debe ser claro para todos, que, después del paro nacional referido, nada volverá a ser igual. Colombia tiene rabia. La juventud protagonizó un estallido sin precedentes en nuestra vida republicana. No convertiré esta columna en un diagnóstico de lo ocurrido y, sobre lo cual cada persona de acuerdo a la orilla de la historia donde hoy se encuentre, sacará sus propios análisis y conclusiones.
Hoy nos convoca a todos la responsabilidad inaplazable de ir a las urnas para señalar quién podría tener la capacidad de reconstruir el puente, que como dice la ronda infantil, está quebrado y la pregunta hoy es con quién lo curaremos.
A este punto de la reflexión, vienen a mi mente teorías del psicoanálisis que he estudiado para tratar de entender los fenómenos sociales que crean líderes a partir de las coyunturas, aún cuando no necesariamente esos “líderes” representen procesos que en consistencia y madurez política puedan responder a momentos de complejidad y adversidad.
Se observa sin embargo que a la hora de leer el pulso de la opinión de nuestro País, Colombia se comporta como una montaña rusa de emociones, donde cada aspirante al primer cargo de la Nación, le vende, proponiéndoselo o no, un sentimiento o emoción a quienes serían sus gobernados. La emoción del País, es claro, se vuelve determinante en lo que la ciudadanía compra.
Lo complejo en esta ocasión, es que no se puede hablar de una sola emoción por atender… Cada grupo poblacional vibra en sentimientos distintos, porque el pasado y el presente de cada uno, marca necesidades divergentes y la priorización de sus asuntos por resolver, genera tensiones indescifrables que no siempre transitan en un manejo civilizado y culturalmente apropiado para atender las diferencias.
Es en ese río revuelto de demandas ciudadanas y opiniones, que al candidato de la izquierda Gustavo Petro, -quien por tercera oportunidad busca la presidencia con un amplio margen de ventaja- le aparecen en contrapunteo hoy, nombres de candidaturas en las que, en la navidad pasada, por ejemplo, nadie hubiera considerado factible o viable que le compitieran, -ya porque la experiencia de vida pública de tan solo un periodo como alcaldes, en el caso de Federico Gutiérrez y Rodolfo Hernández, parecía insuficiente como para contar con el reconocimiento y/o credibilidad nacional; ya porque sus ejecutorias no tuviesen el alcance internacional de las de un Sergio Fajardo Valderrama, quien arrancara la contienda en franco contrapunteo con el candidato de Colombia Humana)…y en este ir y venir de percepciones, aparecen las encuestas que sin duda crean tendencias.
Hemos visto cómo en cuestión de semanas, la favorabilidad se invierte no tanto por lo que digan o dejen de decir, hagan o dejen hacer los candidatos, como por las probabilidades que les den las mediciones.
El efecto sobre la intención del llamado “voto útil” transita entre el sentimiento interior del ciudadano elector y la incidencia que su pronunciamiento o elección tendrá sobre quien resulte ganador.
Por fortuna el sistema político electoral colombiano contempla dos rondas (vueltas), para barajar y escoger con sensatez, aunque hayan más astutos que promoviendo un cambio abrupto: “el cambio en primera¨ pretendan incentivar a quienes no son claramente sus electores, a votar por las opciones con quienes les va a quedar mucho más fácil competir en segunda vuelta.
En otras palabras, han calculado al milímetro cómo infundir el sentido de miedo y urgencia para que en virtud del mismo, sus contradictores preferidos se crezcan, porque la política también se trata de con quién es más deseable competir y a quién conviene sacar del camino.
En medio de este escenario, conviene hacer hasta el cansancio pedagogía electoral para que cada ciudadano vote a conciencia por quién considera más idóneo, preparado y sensato para el momento que el País requiere.
Por convicción y conocimiento de causa, votaré por Sergio Fajardo, no sólo porque el Presidente de la República está llamado a ser nuestro primer educador, en un País que aunque lo tiene todo carece de educación y cultura para generar entendimiento entre propios; sino porque me genera mucha emoción no lo que el dice, ni el tono en el que lo dice; sino lo que el ha hecho y hace.
…y como la palabra convence pero el ejemplo arrastra, me dejo arrastrar de las ejecutorias, la transparencia y la decencia de un hombre que hoy está llegando de pie y no de rodillas hasta el final de una contienda llena de insultos, trampas y mañas en las que no se dejó envolver, de la que ha salido airoso, con la frente en alto, consistencia, coherencia y dignidad.
38.555.463 ciudadanos y ciudadanas colombian@s están aptos para ir a las urnas este domingo a escoger presidente…En medio del desazón y la preocupación que me genera la realidad de saber que tenemos más peleas y posibilidades de llevar nuestros conflictos internos a una guerra civil de dimensiones no calculadas; en medio de nuestra dificultad histórica de sintonizarnos con quien nos puede reconciliar para no repetir el juego de las elecciones pasadas cuando ya conocemos sus resultados; en medio de ese paradójico contexto de quienes reclamado que con los recursos públicos se atienda el empleo y la seguridad urbana y rural, sin descuidar un ápice la educación, la ciencia, la tecnología y la innovación, yo escojo a la persona que fue capaz de presentar su nombre con el equipo que hoy veo con la autoridad moral para garantizarlo porque tiene cómo y con quiénes atender esas necesidades, desde la base del problema que ha evitado qué ocurra: la corrupción.
Yo escojo al profesor que volvió a presentar su nombre a la Presidencia de la República con un equipo que me da tranquilidad porque ya anticipó con qué tipo de actores políticos gobernaría y lo que cada uno de ellos representa.
A quienes revisan las encuestas antes de salir a votar les aconsejo mirar las que vaticinaban aquellas que se realizaron hace cuatro años y el tsunami que fueron capaces de crear. El histórico y tradicional “no botes el voto”, termina generando la desastrosa tendencia de elegir a mandatarios que el pueblo nunca quiso genuinamente elegir. Para no estrellarse de nuevo vale la pena mirar el retrovisor. Yo elijo no botar el voto!
Este domingo en consistencia con lo que siento que merecemos como País, votaré, para que mi voto se útil por Fajardo. ¡Nos merecemos un Presidente Profesor!
