Cali, abril 19 de 2025. Actualizado: sábado, abril 19, 2025 10:27
¿Cómo vivir la Semana Santa?
La Semana Santa representa, para el Cristianismo, uno de los momentos más simbólicos y sentidos de su fe. Esos días (desde el Domingo de Ramos hasta el de Pascua) se conmemoran y celebran los pasajes bíblicos en torno de la Pasión de Cristo: su entrada a Jerusalén, la última cena, el viacrucis y su muerte y resurrección.
Por la tradición cultural de muchos países, y particularmente de Colombia, la ley ha decretado esos días (que generalmente caen entre marzo y abril de cada año) como festivos, de tal manera que toda la población, hasta la no creyente o de otra fe, está exenta de laborar en esa época.
¿Cómo podría obtenerse el mayor provecho personal de estos días de receso en medio del estudio y el trabajo?
Quienes son fervorosos creyentes cristianos se recogen esos días, con sus familias, y participan en las diversas ceremonias eucarísticas y procesiones, como forma de rendir culto a sus creencias y consolidar una reflexión personal y familiar.
Mientras que, por lo menos, gran parte del comercio, la administración pública, todo el sector educativo y la sociedad civil, detienen su actividad, como mínimo el Jueves y el Viernes Santo, en recogimiento y respeto a la tradición de un país que, según las estadísticas, expresa una muy fuerte influencia Cristiana, otras muchas personas aprovechan esos días para irse a la playa o a una finca, o encerrarse a perecear y hacer cosas muy distintas al trabajo y el estudio. Es una semana considerada, por el turismo, de temporada alta, y muchos se benefician de este fenómeno. También se habla de turismo religioso (conocer iglesias y procesiones de otras regiones).
En diversos escenarios familiares y académicos he hallado polémicas preguntas derivadas de esta situación: ¿Deben, todos los cristianos, acoger los rituales de estos días?, ¿Los de otras religiones deben, a su manera, intensificar sus expresiones de fe en la Semana Santa Católica?, ¿Quienes no dicen sentirse llamados por fe alguna, deberían trabajar esos días?, ¿Es compatible rezar y pasear esos días?, ¿es, religiosamente, reprochable no participar de dichas actividades de fe?…
No me alcanzaría el espacio de esta columna, ni el tiempo, para intentar responder a estas y muchas otras interesantes preguntas, que entran en el ámbito de la moralidad de cada uno, de las costumbres sociales y los distintos paradigmas religiosos y que, por lo mismo, pueden generar más confusión que claridad.
Eso sí, sin querer entrar en una valoración subjetiva sobre la bondad, religiosidad o espiritualidad de cada uno frente a estos días festivos, o santos, sí debo decir que, independientemente de nuestra fe, sea cual sea ésta, deberíamos, como padres de familia, hijos, trabajadores y ciudadanos, valorar esos días como un “regalo” que la tradición y la ley nos dan para, como mínimo, buscar un espacio de introyección para la autorreflexión, la evaluación de los trayectos de vida hasta ahora recorridos y proyectados a seguir, evaluar el concepto que tenemos de nosotros mismos, la forma como vivimos nuestros valores y asumimos la rutina diaria, las relaciones con los demás, y nuestro compromiso o nivel de cercanía con el Dios que tengamos (sea cual fuere este).
También, debe ser un momento para ver con ojos de humildad, diálogo, perdón, disfrute y agradecimiento a nuestros seres queridos.
Creo que, para esto último, podría ser indistinto si se logra con la práctica religiosa y/o las vacaciones y el descanso. Sea cual sea la religión que se predique, el reencuentro consigo mismo y con quienes directamente nos rodean, constituyen unos de los mejores propósitos de la convivencia y de la paz espiritual.