Concilio de los “dioses”

Hugo E. Gamboa Cabrera

Homero en su Odisea decía: “Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el Ponto, en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria. Más ni aun así pudo librarlos, como deseaba, y todos perecieron por sus propias locuras. ¡Insensatos!”.

Este introito me recuerda, una vez más, que Gustavo Petro no destuerce su camino errado como mandatario ni otros que dicen querer ser presidentes en próxima contienda electoral.

Odiosos y omnipotentes. El gobernante sigue creyendo que el país que gobierna es manipulable y estúpido. Todos sabemos que es el gobierno al que el Congreso de la República le ha aprobado los presupuestos más abultados.

Nunca antes sucedió. Sin embargo, quiso que le aprobaran otro más (ley de financiamiento) con el cuento de afectar solo a los “cuatro mil ricos” que existen acá. Una mentira inmensa.

Elevar la canasta familiar nos afecta a todos. Se gastó la plata en sacar de la pobreza a muchos de sus aliados, en contratar infinitamente por el sistema PS a mucha gente solo pensando en ganar la elección presidencial con otro tartufo que solo penurias nos traerá y en elegir a apátridas que quieren ocupar una curul para satisfacer su ego y sus bolsillos sin importarles la oscura situación en la que está el país.

Evaporaron el presupuesto y ahora quieren echarle mano a los fondos privados de pensiones y a las cesantías de quienes las ahorran en un ente oficial como el Fondo Nacional del Ahorro. ¡Insensibles! Y se molestan porque se les dicen verdades como éstas.

Y ni hablar de los aspirantes a reemplazarlo. Unos sin “nadita que comer” y otros furiosos porque, por primera vez, un outsider les está arrebatando la dirección de un país que se mamó de tanta trampa politiquera y de tantas promesas incumplidas.

Vaya paradoja: caras muy conocidas como lagartos detrás de un alto cargo público que les permita verse en televisión todos los días.

Como dijo cierto periodista: Han convertido a Colombia en un “país de cafres” y en dónde no pasa nada pese a evidencias claras y contundentes.