De nuevo diciembre

Finalizamos un ciclo más del tiempo en el que giramos y ese final de ciclo se vive en nuestras sociedades unido a la celebración de la Navidad y en Cali -en concreto- unido a la feria de Cali, que cada año renueva su invitación a rumbear, rumbear y consumir licor sin ninguna medida.

Cada año además el mercado te impone consumir sin norte y sin sentido y la mayoría de las veces, gastar el dinero que aún no se ha ganado.

La sociedad de consumo conlleva el “crédito”… ese eterno vivir al debe…

La celebración actual de estas fiestas en primer lugar no tiene nada que ver con el motivo inicial que las convoca: la navidad cristiana.

Esta conmemoración en su originalidad remite a un sentido ajeno a la bulla, la rumba y el consumo. En su origen la fiesta navideña, alrededor del pesebre, fue una fiesta familiar y religiosa que convocaba la alegría por el nacimiento de Jesús que portaba la luz a un mundo que habitaba en las tinieblas del mal y del invierno.

Invitaba al recogimiento, al silencio y al abrazo entre los más íntimos. Todo esto ha quedado en el recuerdo -si acaso-, inclusive para la inmensa mayoría de las personas que se dicen creyentes.

Las fiestas actuales no es muy claro lo que celebran. En todo caso lo hacen en medio de las bullas y los aturdimientos.

Un ejemplo explícito lo tenemos en la llamada “alborada” que recibe el mes de Diciembre y que cuando esto escribo acaba de pasar.

A las 12 de la noche y por al menos un par de horas, los cohetes y todo tipo de pólvora atronan la ciudad.

Esta realidad desconoce totalmente el perjuicio que la estridencia de la pólvora significa para los ancianos y ancianas, para las aves y en general para todas las mascotas o animales cercanos que son presas del pánico y el horror. Y esto sin contar la realidad atroz de los quemados y de los posibles incendios y explosiones.

Los días avanzan y vienen las invitaciones a las “novenas”. ¿Novenas de qué o por qué? Uno “novenario” es algo de carácter espiritual que prepara una fiesta significativa para quien es religioso… Estas dichas novenas hoy son pequeñas o grandes rumbas de oficina o de barrio que no evocan en ninguno de sus sentidos nada que se parezca a lo espiritual.

Es también cierto que algunas minorías llenan las reuniones de estos días de amistad y cariños entrañables… pero esto no es lo que recogen los paseos por los millonarios alumbrados de nuestras ciudades. Alumbrados de “competencias” citadinas y de presupuestos suntuosos.

Y no hablemos de la feria y la profusión de nacimientos en el mes de Septiembre.

No pretendo una actitud moralista que impida la distracción, el entretenimiento y el descanso… pero sí creo que el tiempo de “carnaval” elimina las responsabilidades y eso puede tener consecuencias muy graves especialmente para la vida de las mujeres.

Me sumo a las campañas educativas de tomar y entretenerse con responsabilidad. Festejar no debería suponer perder la razón y endeudarse por años y años.

Festejar no debería suponer ensordecer a los vecinos con mis ruidos y mis estridencias.

En fin, que Diciembre nos llena de contradicciones y ambigüedades y quienes se benefician de ello son los que acumulan dinero… Invito a realizar celebraciones conscientes, reforzar los lazos familiares y de amistad… Invito a los cristianos y cristianas a recuperar el sentido real de la Navidad.

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