Cali, julio 23 de 2025. Actualizado: miércoles, julio 23, 2025 13:02

El baile de la barbarie

Rodrigo F. Chois

Me quedé viendo un video. Mi curiosidad sociológica me susurraba al oído: Rodrigo, esto da para una columna.

Lo describo: muchachos bailando como salvajes al ritmo de un ensordecedor metal, mientras un ¿cantor? hace sonidos guturales propios del Averno.

Los jóvenes lanzan puños y patadas al aire como si se tratara de un ritual exorcista, una práctica de karate para poseídos, o un trance colectivo como el que suelen experimentar los miembros de ciertas congregaciones religiosas, esas que ya han sido objeto de suficientes memes.

Miro, entre intrigado y horrorizado, los diferentes videos donde se expone esta brutal práctica, concluyendo que, definitivamente, la evolución humana no sigue una línea recta.

Pero, no obstante mi estupor y mi risa me pregunto: ¿cómo es posible que esta actividad tenga tantos simpatizantes entre la juventud?

Con mis más de cincuenta años encima, he desarrollado empatía con las prácticas que no entiendo y les concedo el beneficio de inventario. Me aventuro, entonces, a lanzar una hipótesis.

Tal vez estas prácticas son una expresión tribal moderna. Una forma de catarsis.

Un ceremonial donde se permite lo que en la vida diaria está prohibido: gritar, empujar, ser cuerpo. Una rebelión contra las reglas, cuerpos diciendo: “¡Aquí estoy!” en un mundo donde todo es pantalla, filtro y corrección política.

Sin duda una danza de guerra sin enemigos o un ritual sin deidad. Y eso, para esos jóvenes, es maravilloso.

A estas alturas, ya no estoy para esos bailes. Pero creo que —en el fondo— tienen un fundamento profundamente humano.

Y tal vez sería bueno mirar a estos jóvenes con un poco menos de juicio y un poco más de consideración.

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miércoles 23 de julio, 2025
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