Cali, julio 16 de 2025. Actualizado: martes, julio 15, 2025 23:36
El cura suicida
El pasado 7 de julio puso fin a su vida el joven sacerdote italiano Matteo Balzano, párroco de Cannobio, en la región del Piamonte.
Aunque su funeral fue hace una semana, la noticia, igual que la trascendencia del gesto, ha tocado no solo a su feligresía sino a casi todos los diarios y revistas italianas y, mientras más días pasan, más interpretaciones pretenden dar a lo que parecía imposible para los católicos: que un cura párroco se suicidara.
Partiendo de la base de que no hay nadie más respetable que un suicida, la formación cristiana que subyugó la cultura romana le quitó toda validez al suicidio, que tantos patricios y emperadores romanos cometieron a lo largo de la historia.
Catalogándolo como pecado dentro de la más antigua redacción de los códigos católicos desde el Concilio de Nicea y convirtiendo el derecho a la vida en un bien inalienable del Dios de los cristianos, hizo carrera a lo largo de los 20 siglos transcurridos el casi dogma de que ningún ser humano civilizado debería quitarse la vida por su propia mano.
La vertiginosa modernización de las costumbres, el crecimiento del respeto por las determinaciones individuales de cada ser humano y la cada vez más universal libertad de acción, han terminado por no inculpar al suicida aunque todavía hay códigos penales que castigan a quien lo intente y fracase.
Sin embargo, ni aun con el desgreño que se ha apoderado de la iglesia católica, ningún feligrés aceptaría que un cura se suicide.
Por eso cuando aparecen casos como el del padre Balzano, la remoción de pensamientos y actitudes frente a la muerte se alborota sin que nos atrevamos a llegar a emparejar la conciencia eterna, que dizque según los cuánticos sobrevive a la muerte física, con las nociones que hasta ahora tenemos de lo que es la vida y puede ser la muerte.
Solo queda claro que las religiones morigeran costumbres pero poco o nada explican de lo que somos capaces los humanos con nuestra conciencia.