Cali, diciembre 2 de 2025. Actualizado: martes, diciembre 2, 2025 21:32

Wilson Ruiz Orejuela

El juego peligroso de Colombia frente a Venezuela

Wilson Ruiz Orejuela

El anuncio del Gobierno Petro sobre un “plan de seguridad” frente a una posible intervención de Estados Unidos en Venezuela no es un ejercicio de previsión ni de responsabilidad estatal.

Es un acto de improvisación política envuelta en un discurso humanitario que intenta disfrazar riesgos concretos.

Colombia no está preparada para asumir los costos de una crisis venezolana que no ha provocado, y este plan lo evidencia con claridad.

La frontera colombo venezolana es uno de los territorios más sensibles de la región. Allí confluyen la presencia de grupos armados, tráfico de drogas, migración masiva y deficiencias estructurales en seguridad.

Anunciar que se tiene un plan sin detallar capacidades reales, coordinación con aliados estratégicos o escenarios de contingencia es irresponsable.

Más que protección, este plan abre la puerta a la militarización de una zona que ya es un polvorín y pone en riesgo a miles de colombianos y migrantes.

Los riesgos que este anuncio implica son claros y concretos. Primero, la exposición militar directa, desplegar fuerzas en la frontera y actuar frente a escenarios de tensión en Venezuela podría derivar en enfrentamientos con actores armados y en una escalada que Colombia no está preparada para manejar.

Segundo, la militarización y los controles estrictos pueden generar desplazamientos masivos, crisis en comunidades fronterizas y un aumento de la informalidad migratoria, afectando a los más vulnerables.

Tercero, involucrarse en un conflicto externo sin respaldo legislativo ni social debilita la legitimidad del gobierno y genera tensiones en la población y finalmente, la credibilidad internacional, decisiones improvisadas erosionan la confianza de aliados estratégicos y limitan el margen de maniobra de Colombia en una región ya de por sí convulsionada.

Desde la perspectiva geopolítica, este plan refleja la fragilidad de nuestra diplomacia. Tradicionalmente, Colombia ha sido un país mediador, capaz de equilibrar intereses y mantener relaciones con actores internacionales clave.

Hoy, bajo Petro, esa posición desaparece. Se mezclan anuncios grandilocuentes con contradicciones: primero se habla de cooperación con Estados Unidos, luego se enfatiza un gesto humanitario, y todo acompañado de un discurso ideológico que desdibuja la estrategia.

Esta incoherencia nos deja vulnerables ante decisiones que podrían desencadenar consecuencias de alcance internacional.

El plan de Petro, presentado como un gesto de liderazgo y preocupación humanitaria, es en realidad una señal de improvisación y falta de estrategia.

No se trata solo de proteger la frontera: se trata de asumir un rol activo en un conflicto ajeno, sin capacidades claras ni respaldo diplomático, con consecuencias imprevisibles para Colombia.

Lo que necesitamos no son discursos ni titulares. Necesitamos un gobierno que fortalezca la seguridad interna, que consolide la frontera con inteligencia y prevención, y que actúe con previsión diplomática.

La política exterior no se improvisa, y mucho menos cuando está en juego la vida de los ciudadanos y la estabilidad regional.

Petro habla de “seguridad” y “humanitarismo”, pero la verdad es que lo que proyecta es incertidumbre y riesgo.

Si Colombia continúa en este camino, no será solo un espectador de la crisis venezolana: podría convertirse en víctima de ella. Y en este juego, no hay espacio para la improvisación.

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martes 2 de diciembre, 2025
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