Cali, agosto 31 de 2024. Actualizado: sábado, agosto 31, 2024 09:55

Javier Navarro O

El primer paso para resolver un problema es conocerlo

Javier Navarro

Cuando el Estado no suple las necesidades de seguridad de sus ciudadanos, se ve amenazada la estabilidad institucional, ya que las personas empiezan a dejar de creer en su efectividad y aparece la desconfianza.

De otra parte, es tremendamente peligroso para un Estado democrático cuando los ciudadanos quieren ejercer justicia por mano propia dejando a un lado aquellas instituciones que deberían proveer seguridad y justicia.

Recientemente he venido asistiendo a diferentes escenarios comunitarios para abordar el tema de seguridad y escuchar las principales preocupaciones de los ciudadanos, y me he encontrado nuevamente con el inconformismo de las personas entorno a la divergencia entre las cifras y la percepción de seguridad, por esta razón, quisiera hacer unas precisiones al respecto.

Primero que todo, las cifras por si solas no mienten, pero sí se puede mentir en la forma de presentarlas, maquillando, omitiendo datos o matizándolas de cierta forma.

La confiabilidad de cualquier tipo de cifras estadísticas depende, en primer término, de la metodología empleada para la recolección de los datos, pero su utilidad estará fuertemente vinculada al empleo que se haga de ellos. En otros términos, las cifras son funcionales en la medida en que, además de ser confiables, sean adecuadamente utilizadas y sometidas a un análisis crítico.

Para mayor claridad, vale la pena recordar que una de las clasificaciones tradicionales de la estadística criminal, sugiere tres especies de criminalidad: la real, la registrada (con frecuencia designada como “aparente”) y la oculta.

Por criminalidad registrada se entiende aquella porción de la criminalidad que se refleja en los informes públicos por las autoridades, es decir todo aquello que ha sido denunciado formalmente.

La criminalidad real hace referencia a la totalidad del fenómeno de criminalidad, esto es, la sumatoria de todos los delitos que tienen ocurrencia en una sociedad determinada en un tiempo igualmente determinado, con independencia de que tales conductas hayan o no llegado al conocimiento de los órganos competentes encargados de investigar.

Criminalidad oculta, se refiere a aquella parte de la criminalidad que no se refleja en los registros oficiales, bien porque no es conocida por las autoridades o porque, a pesar de ser conocida por ellas, esta no se formaliza.

Conforme a lo anterior, las cifras nos dan una primera aproximación a la realidad de los fenómenos delictivos, por eso no podemos desestimarlas, lo importante aquí, es escuchar a los ciudadanos que sufren el embate de la criminalidad y violencia, conociendo sus percepciones, preocupaciones y prioridades para atender sus demandas, que nos lleven a tomar decisiones de política criminal pertinentes y ligadas a la realidad del contexto.

Las cifras de criminalidad registrada deben ser el punto de partida, tanto para el diagnóstico de la problemática como para el diseño de políticas orientadas a su control.

Además, su adecuado empleo requiere unas estrategias que nos permitan aproximarnos a un cercano estimativo de la criminalidad real. Puesto que el primer paso para resolver un problema es conocerlo.

La reflexión final, está dada en que no solo es tarea de la fuerza pública combatir la criminalidad, que poco puede hacerse sin la voluntad política y el conocimiento del contexto, comprometiendo todos los actores en un verdadero esfuerzo que ayude a que la ciudadanía fortalezca los vínculos de confianza con sus autoridades, pues la información más importante para las decisiones proviene de las denuncias y de la retroalimentación ciudadana, que hacen que las autoridades sean más efectivas.

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viernes 30 de agosto, 2024
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