Cali, marzo 1 de 2025. Actualizado: sábado, marzo 1, 2025 00:06
Errores, disculpas y redención: el ciclo de la embarrada
Este 2025 no había escrito ninguna columna.
No encontraba un tema que realmente me llenara o que sintiera la necesidad de abordar con mi opinión.
Pensé en escribir sobre el nuevo año de Eder, la embarrada del gobierno nacional, las elecciones que se acercan e incluso sobre mi trabajo y pasión: la investigación de mercados.
Pero no. El destino, una vez más, me hizo “cagarla” o actuar con poca prudencia.
Seguramente me faltan muchas más embarradas por cometer, pero a esta edad, (esta joven, eso creo) está en particular me hizo reflexionar sobre las “bromas” que nos hacemos entre amigos.
Algunas son inofensivas, pero otras pueden ser muy pesadas y dañinas, por no decir el famoso y odioso “bullying”.
Primero, analicemos cada etapa:
La embarrada (falta de prudencia): Según la RAE, la imprudencia se define como “temeridad, precipitación, irresponsabilidad, negligencia, atrevimiento, indiscreción, insensatez, irreflexión, necedad, disparate, descuido” (RAE – Imprudencia).
La crucifixión: Es la respuesta del agredido o de su círculo cercano.
En este momento, aquellos a quienes quisiste hacer la broma reaccionan con molestia y algo de violencia en algunos casos, pues lo que pensaste que era gracioso en realidad fue una “embarrada”.
Y entonces te “crucifican”, te critican y te golpean verbalmente, muchas veces con justa razón.
Aceptar la embarrada y pedir perdón: Cuando finalmente comprendes que la “cagaste”, intentas enmendar el error.
Debes agachar la cabeza y pedir perdón.
Algunas veces el error es más grave que otros, pero siempre es necesario reconocerlo y disculparse, si con tu acción o palabra, pudiste hacer daño, por mínimo que haya sido.
La aceptación de la disculpa: Después de pedir disculpas, queda esperar que la persona afectada las acepte.
Esta suele ser la etapa más difícil.
¿Por qué? Porque ambas partes han resultado heridas.
El que la embarró se siente atacado por la reacción de los demás, y quienes se sintieron afectados por la broma o el comentario fuera de lugar siguen molestos.
Esto hace que volver a la normalidad no sea tan sencillo.
Para terminar, no quiero sonar como un “coach espiritual” ni nada parecido.
Solo quiero dejar una reflexión y aprovechar para pedir disculpas a las personas que, por mis palabras o acciones, se han sentido incómodas o molestas.
Espero que puedan aceptar mis disculpas y, de paso, me queda la enseñanza de pensar mejor lo que se dice y se hace.