Familia

Además del legado de “Gabo”, en su efeméride también es importante su descendencia.

Gabriel García Márquez se destacó como guionista y alguna vez pensó incursionar en la cinematografía, pero prefirió dedicarse al periodismo y la literatura.

Rodrigo García Barcha, su hijo mayor, se convirtió en cineasta, tal vez para honrar a su padre demostrándole que asumía la realización de su sueño.

Este fin de semana, cuando repasaba lecturas, documentales y todo lo relacionado con García Márquez, tuve la oportunidad en la plataforma Netflix, de buscar “Familia”, la mejor película de Rodrigo, quien escribió el guión y dirigió la filmación, confirmando esa impronta adquirida genéticamente y proyectada a través del séptimo arte.

“Familia”, con locación en una extensa hacienda plantada de olivos y una casona, donde se hicieron las tomas desde planos de paisajes con excelentes colores, narra una historia ocurrida en un solo día, al celebrase una reunión familiar donde espontáneamente se expresan sentimientos encontrados entre padre, hijas, nietos y yernos: afectos, incomprensiones, secretos, frustraciones y odios.

A los abrumadores celos e intereses económicos de sus hijas, les basta un solo día para malograr una relación amorosa del Viejo, iniciada hacía poco con una mujer madura, independiente y complaciente.

El filme no termina en conclusiones, deja que los espectadores se observen en los personajes como si fueran sus espejos.

El final de la historia queda abierto.

La simbología poética de las imágenes anuncia la muerte que husmea la soledad lacerante, los miedos por dificultades económicas y la vulnerabilidad de una autoridad paternal avasallada por las rencillas entre sus seres queridos.

Si no esperamos agosto para vernos, en marzo también podemos ver “Familia”.

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