Cali, enero 9 de 2025. Actualizado: jueves, enero 9, 2025 17:14

Célimo Sinisterra

Franz Omar Fanon, revolucionario anticolonialista

Célimo Sinisterra

Durante siglos, el eurocentrismo, el etnocentrismo y el colonialismo se han posicionado de tal forma que miran a los países de la periferia como elementos inferiores que necesariamente deben depender de ellos.

Esta condición dominante, mantenida por muchos años, fue estudiada y analizada por líderes anticolonialistas que consideraban que estas prácticas atentan contra la dignidad y, sobre todo, contra el libre desarrollo de la personalidad y la autodeterminación de los pueblos.

Aunque sean considerados tercermundistas, estos pueblos procuran salir de la minoría de edad, entrar en la ilustración y participar activamente en los procesos que convergen con los países desarrollados.

Desde Alaska hasta Tierra del Fuego, en los 35 países del hemisferio, se ha percibido el poder del eurocentrismo como una fuerza avasalladora.

Incluso posterior a la independencia de los países latinoamericanos y del Caribe, mantienen su presencia como soberanos y dueños de tierras que están muy distantes de Europa, como las Islas Malvinas, Guyanés y otras.

Por ejemplo, el gobierno holandés, un país europeo, oficia como dueño de Aruba, que está en el Caribe americano, en una posición que podría considerarse una antípoda, es decir, diametralmente opuesta.

En este contexto histórico, que sigue teniendo efectos colaterales en contra de la moral, el prestigio y los intereses de los pueblos marginados, hemos identificado a ciertos personajes que, por sus diferentes posiciones, han demostrado una enorme capacidad hermenéutica para interpretar los puntos de vista del eurocentrismo que van en contra del desarrollo personal y de las naciones periféricas.

Franz Fanon

Franz Fanon, afrodescendiente nacido en Martinica, fue un revolucionario, psiquiatra, filósofo y escritor.

Su obra influyó profundamente en los movimientos y pensadores revolucionarios de los años 1960 y 1970.

A finales del siglo XX, principalmente a partir de los estudios de Edward Said, su pensamiento volvió a cobrar vigencia en los campos de los estudios poscoloniales, la teoría crítica y el marxismo.

Fanon es conocido como un pensador humanista existencial radical que abordó la descolonización y la psicopatología de la colonización.

Fanon apoyó la lucha argelina por la independencia y fue miembro del Frente de Liberación Nacional Argelino.

Su vida y su trabajo, principalmente su obra Los condenados de la tierra, han inspirado movimientos de liberación anticolonialista durante más de cuatro décadas.

Después de que Francia se rindiera ante la Alemania nazi en 1940, las tropas navales de la Francia de Vichy se establecieron en Martinica.

Estas tropas se comportaron de forma abiertamente racista, dando pie a muchas acusaciones de abuso sexual y conductas impropias.

Estos abusos ejercieron una gran influencia en Fanon, quien, como muchos otros, tuvo que ocultar su alienación y disgusto frente a la realidad del racismo colonial francés.

A los 18 años, Fanon abandonó la isla y viajó a Dominica, donde se unió a las Fuerzas de Liberación Francesa y luego se alistó en el ejército de ese país para luchar contra la Alemania nazi.

Destacó especialmente en la Batalla de Alsacia, por lo que en 1944 recibió la medalla de la Croix de Guerre.

Sin embargo, cuando la derrota alemana se hizo inminente y los aliados cruzaron el Rin hacia Alemania, el regimiento de Fanon fue “blanqueado”, lo que significó que él y todos los soldados no blancos fueron concentrados en Toulon (Provenza).

Este racismo evidente se manifestó incluso en la guerra.

En 1945, Fanon volvió a Martinica por un periodo corto pero significativo.

Aunque nunca se declaró comunista, trabajó en la campaña electoral de su amigo y mentor intelectual Aimé Césaire, uno de los creadores de la teoría de la negritud, quien se presentó como candidato comunista a la Asamblea de la Cuarta República Francesa.

Fanon permaneció en la isla el tiempo suficiente para cumplir su misión y luego regresó a Francia para estudiar medicina y psiquiatría.

Para este afrocaribeño, ser colonizado es también perder un lenguaje y absorber otro.

En sus palabras: “Hablar un idioma significa, sobre todo, asumir una cultura; también implica absorber el contenido de una civilización”, un acto que renace con el propósito de hacerse visibles ante un poder social y económico europeo que ha impuesto sus condiciones en detrimento del bien ajeno.

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