Cali, diciembre 16 de 2025. Actualizado: lunes, diciembre 15, 2025 23:42
Gazapera de robagallinas
Si no fuera tan risible el espectáculo que han estado brindando por estos días los miembros de la guardia pretoriana de Petro, sacándose los trapitos al sol, el presidente habría mostrado su faceta desconocida de administrador eficiente y de patrón de verdad y puesto orden con el lápiz o con un grito cavernario.
Pero como debe estarla gozando tanto como podrían hacerlo las vecinas de un barrio o vereda cuando ven pelear a los robagallinas hasta el extremo de no importarles reconocer que se han estado llevando no solo las plumíferas de los solares sino que delatan complicidades, el mandatario con su silencio lo permite.
Y como en la Colombia de Petro eso es más chistoso que condenable, ni el Contralor ni el Procurador le meten diente a la bochornosa gazapera.
Es obvio que no se trata de acusaciones de grandes sumas birladas, sino de desvíos descubiertos más por envidia que por honestidad.
No se trata de gigantescas transacciones en millones de dólares consignadas en las Islas Caimán como sucedía antaño en otros gobiernos luego del acuse de recibo de los contratos adjudicados. Nada de eso.
Son sumas irrisorias o, lo que de pronto puede ser menos ridículo, son denuncias por administración equivocada de los bienes públicos puestos bajo su tutela.
Han aparecido entonces los mismos soportes de otros dramones, adobados esta vez por insultos y calificativos más propios de verduleras que de ministros de estado.
Y claro, se van uniendo pitas que parecían sueltas, la tal Universidad San José, las cajas boyantes de la oficina de Riesgos y del Fondo de Mitigación, los Ñoños y los políticos de Barranquilla y Córdoba.
Afortunadamente la vergüenza ya no existe dentro del trato social que nos impusieron con la Revolución de Los Traquetos y la modificación de la Constitución Democrática.
Ahora lo que rige es la aceptación tácita a este escaparate de contratos deshonestos en que ha terminado convertida la república.
