La agenda del caudillo

Es un axioma reflejado en todos los ejercicios del poder: el caudillo siempre se quiere quedar.

No importa en cuál tendencia política se ubique, así sucede en la izquierda, en la derecha o en el centro, la eternización en el poder es un proyecto de vida.

Desde que existe el constitucionalismo que acompañó la aparición de las democracias liberales y como reacción al absolutismo monárquico, se decidió como razón de estado, ponerle períodos a los presidentes, a los primeros ministros y bloquear la permanencia eterna en el poder.

Sin embargo todo este castillo de naipes inventado en el siglo XVIII, se ha venido debilitando y hoy agoniza en algunas partes del mundo, avasallado por las dictaduras comunistas, las antiguas y las nuevas o por un populismo autocrático, que hoy enamora tanto en el primer mundo, como entre nuestros vecinos. Sencillamente la democracia de opinión, bajo la ecuación del sufragio universal, hoy es rey de burlas, pues los autócratas la utilizan para hacerse elegir y montar, mediante un discurso liquidacionista, una forma de gobierno que les permita quedarse.

Esta introducción va para todos aquellos que creen, de manera ingenua o de manera oportunista, que el presidente Petro, a esta hora del chico, no tiene pensado cambiar las reglas del juego y por cualquier circunstancia, pequeña o grande, imponer en la coyuntura electoral del próximo año su tesis, que afirma que es estratégicamente más aleccionador continuar en el poder en primera persona y no por interpuesta, como algunos ingenuos todavía lo creen.

Estos hacen cuentas, inventan coaliciones y protagonizan una telenovela con casi 70 protagonistas presidenciables y se dividen entre opositores y cercanos o ligeramente allegados al aura del presidente caudillo.

A la agenda de Petro, lo único que la puede perturbar es el efecto político que llegue a tener en la campaña y en el momento electoral el magnicidio de Miguel Uribe Turbay, pues, poco a poco, Petro se ha encargado de liquidar y cooptar los cuadros y los agentes del establecimiento para que los mecanismos del equilibrio democrático funcionen a su favor.

Lleva tres años creando su propio país, con trescientas mil hectáreas de coca sembradas, con un gasto público desbordado, fragilizando las regiones, desafiando a los Estados Unidos, montando una trinchera narcoterrorista con Maduro, inventando guerras con el Perú, convirtiendo la impunidad para sus amigos y familiares en razón de estado y haciendo del caos una variable determinante.

Las escaramuzas de Constituyente, de consulta popular o de golpe blando, no son otra cosa que adornos, que como tales, se difuminarán el próximo año cuando Petro, decida poner a su servicio a los ejércitos armados del narcotráfico, creando gravísimos problemas de orden público en algunos de los 400 municipios, que hoy tienen gobiernos criminales o convocando a las primeras líneas para que se tomen las ciudades.

Digamos pues que la agenda del Caudillo jugará en el proceso electoral utilizando, además de la tarea liquidacionista del establecimiento, a sus alfiles, para que ellos crean que están acompañados por el Presidente, tratando, cada uno de ellos a su manera, de sacar beneficio, de estar en su primer círculo, ese que reúne a los ideológicamente petristas y a otros agentes del establecimiento, que siendo miembros de los partidos políticos del establecimiento, que cerraron filas en pro de la victoria de Petro y que hoy andan perfumados, sin ningún asomo de vergüenza, tratando de marcar distancias con el caudillo, sea agenciando discursos centristas o de reconciliación o sencillamente creyendo que el corazón generoso del Presidente los va premiar.

Al final de todo, es posible que Petro imponga su agenda y así como ha tenido 75 ministros, es capaz de purgar a todo ese coro de supuestos candidatos presidenciables que lo sucederán, porque: agenda es agenda y Petro se preparó toda su vida para quedarse en el poder.

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