Cali, noviembre 21 de 2024. Actualizado: miércoles, noviembre 20, 2024 23:59
Lo haces o pereces
Somos conocedores que en la vida las oportunidades, así como llegan, se van.
No obstante, es imperativo estar atentos, alerta y dispuestos a la acción, de lo contrario, quedaremos rezagados y no existirá oportunidad alguna para escribir nuestro nombre en el libro del éxito que sirve de faro, de guías y de ejemplo.
Las dinámicas de los tiempos actuales nos obligan a estar en movimiento, a reinventarnos, a asumir riesgos para no perecer, para no quedar atrás o simplemente para no fracasar. Son muy pocos los que asumen riesgos sin miedo a los resultados adversos.
El gran desafío en el siglo XXI es evitar a toda costa permanecer estáticos, expectantes.
Por lo tanto, el hacer, el movilizar, el innovar garantiza la inclusión política, económica, cultural y social.
Es decir, como ciudadanos con derechos estamos obligados a ser protagonistas en los procesos de toma de decisiones.
Sé muy bien, que han caído imperios, desaparecido empresas, aniquilado ideas.
Quizás, el ser temerosos al cambio les impidió seguir adelante, otros más obstinados, se negaron a evolucionar y quedaron estáticos, es decir desaparecieron.
Los que se arriesgaron y rompieron paradigmas se inmortalizaron y grabaron su nombre en piedra y se convirtieron en referentes para los demás.
Debo afirmar, entonces, que el proceso motivacional de una acción es eminentemente un ciclo intencional que arranca a partir del surgimiento de alguna necesidad, seguido luego de manera propositiva y autodeterminada hasta su logro.
Es necesario aclarar, que una acción es más que una sencilla adición de comportamientos, es una actividad sistemática y organizada.
En otras palabras, las actividades humanas son complejas porque el resultado final del encadenamiento consecutivo de acciones que se incorporan constituye una meta planeada con antelación, de tal forma que la sucesión de comportamientos obedecen a una intencionalidad conducente y programada.
Para nadie es un secreto que la gran masa poblacional pretende siempre ser exitosos, ricos y poderosos sin el menor esfuerzo.
Lo que se ha obtenido a cambio de esta mezquina práctica ha sido un fracaso social, un aumento de la cultura del facilismo, una exagerada obsesión por el consumismo, por el culto al cuerpo y la belleza.
Es decir, lo fácil, lo rápido y superfluo ha sido sinónimo de decepción y ha hecho metástasis social.
Desde el caos social que implica seguir los lineamientos de la perspectiva anterior, urgen modelos humanos para seguir, faltan líderes, padres, madres, maestros y políticos que sean ejemplo, que eduquen desde la acción, conscientes que los logros se dan con el tiempo y el esfuerzo.
Pero, conociendo que nada ni nadie va a esperar por nosotros o el tiempo se detendrá en aras de nuestras lentas o dubitativas decisiones, hay que actuar con el espíritu del esfuerzo humano para no perecer sin recordación.