Cali, mayo 1 de 2024. Actualizado: miércoles, mayo 1, 2024 19:49

Leonardo Medina Patiño

Olmedo López

Leonardo Medina Patiño

Escuchando las noticias de los carro tanques que suministrarían agua a los habitantes de la Guajira, que siguen parqueados en un amplio lote de terreno en ese caliente departamento, sonó repetidas veces un nombre que me evocó a un gran ser humano – homónimo- que conocí y ahora he perdido su huella: Olmedo López.

El Olmedo del que quiero hablar es un pediatra, que me dicen amigos médicos que le llamaban “Olmedito”. Fue mi pediatra hasta casi mi adolescencia, recibimos juntos a mi hija Mariana en su nacimiento, la trató con dulzura, con la sapiencia y experticia de galeno, de profesor especializado y amigo de la familia.

Pregunto por él en ocasiones y pocos dan razón precisa, y siguen llegando esos gratos recuerdos de Olmedo López en su consultorio particular en el edificio Coomeva en la avenida Estación, donde cada tarde se veían párvulos llorando, inquietos, esperando con sus mamás que él los aliviara. Solo con sentir su presencia muchos niños se calmaban, incluso recuerdo que al verlo me llegaba un halo de paciencia que conjuraba cualquier jaqueca.

Coincidían las mamás en sala de espera, incluida la mamá de mi hija, que cuando se iba a consulta médica pediátrica con el doctor Olmedo había que llevar fiambre; era de esos médicos que no atendía pacientes con afán, ni bajo el estricto cronómetro que estandariza la consulta, ni con reparos de nada. Hablaba de la vida, sonreía, aludía a ciertos pasajes de la historia, más que una consulta era una visita familiar.

La última vez que lo vi, fuimos a almorzar con mis padres y él, compartimos grata jornada vespertina y hablamos de añoranzas, parecía un papá más.

Olmedo López, el pediatra, nos hace falta.

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jueves 18 de abril, 2024
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