Otra explosión

Rosa María Agudelo

El atentado con explosivos contra la base aérea en Cali no es un hecho aislado. Es la confirmación de lo que muchos hemos venido advirtiendo: el modelo de seguridad del gobierno fracasó.

Los grupos armados ilegales están en expansión. Su capacidad ofensiva ha crecido. Su presencia en zonas urbanas se ha fortalecido. Su control sobre territorios es más descarado.

No son actores confundidos por la “paz total”; son beneficiarios de ella.

La estrategia del cese al fuego bilateral solo les dio tiempo y espacio para reorganizarse. El resultado está a la vista: más homicidios, más desplazamientos, más extorsión… y ahora, un atentado a instalaciones militares en plena capital del Valle.

Hemos normalizado que esto suceda en municipios como Caloto, Corinto o Toribío. Incluso no nos resultan extraños los sucesos en Jamundí o Tuluá.

Pero ahora están en Cali. ¿Hasta dónde los van a dejar avanzar?

La base Marco Fidel Suárez es un símbolo de autoridad del Estado. Su vulneración demuestra que el poder ya no está claramente definido.

Los ciudadanos viven en la incertidumbre. ¿Quién manda en Colombia? ¿El gobierno nacional o los violentos?

Es imperativo aunar esfuerzos. Este no es un momento para cálculos ideológicos ni para discursos de justificación.

La seguridad debe ser una causa común. El presidente Petro debe convocar a todos los sectores con humildad y apertura. La Fuerza Pública necesita respaldo claro y políticas coherentes.

La inteligencia militar debe fortalecerse. Las instituciones locales deben asumir con coraje su papel. La ciudadanía, por su parte, no puede normalizar la violencia.

Otra explosión sacudió a Cali. Pero no fue la primera. ¿Será que esta vez el estruendo despierta a Petro, o seguirá quedándose dormido?