“País que duele”

Hugo E. Gamboa Cabrera

Hace varios años un periodista colombiano que se autodenominaba “Juan Mosca”, publicó un libro con este título, cuando Colombia atravesaba una difícil situación de orden público, corrupción, politiquería, etc., etc.

Hoy, innegablemente, estamos en las mismas. Las decisiones y actitudes presidenciales no ayudan para nada.

Si algo nos vislumbró a los colombianos el actual gobierno, desde su inicio, fue cuando puso sus ojos en las FF.MM., dando de baja a más de 70 oficiales de alto rango dejándolas prácticamente sin el conocimiento táctico, de inteligencia, de movilización y sin presupuesto para funcionamiento general, además de suprimir la inteligencia militar.

Este fue un hecho que causó mucha preocupación y demasiadas inquietudes. Hoy estamos viendo como las fuerzas irregulares, aprovechando la debilidad militar y policial, han copado más del 60 por ciento del territorio nacional, en el que millones de compatriotas viven con miedo, estupor y desesperanza.

El gobierno nacional, increíblemente, mira para otro lado, limitándose a ofrecer recompensas que a nadie les interesa por temor a represalias, sobre todo cuando no existen garantías de ninguna índole.

Hace 20 años Colombia estaba encerrada. Nos secuestraban en las carreteras, masacres terribles, nos estábamos convirtiendo en un país inviable.

Hoy derriban helicópteros, asesinan policías y soldados a granel y el gobierno no dice nada. Ahí entra la incertidumbre y la desconfianza.

Sabido es que en un país sin seguridad no funcionan la inversión, ni el empleo ni el bienestar social. Nada.

Con lo que sucede con la salud y medicamentos, con el estudio de los jóvenes sin recursos, con el aumento desmesurado de los combustibles, con el congelamiento de los recursos para el deporte, de los de vivienda popular, con los subsidios para energía y gas para estratos uno, dos y tres, con la suspensión de exploración de petróleo y gas, la situación nacional no es nada agradable.

Por eso nos duele y nos acongoja que un país tan hermoso como el nuestro, viva con miedo. No son ganas de joder como diría algún colombiano de la Costa.

Ahí están los hechos, todos los días, de sangre y dolor, sin que por ningún lado se vean soluciones, con un proceso de paz que los mismos irregulares critican o evaden.