Cali, julio 15 de 2025. Actualizado: martes, julio 15, 2025 21:27

carlos hernan rodriguez columnista

Por una educación con propósito

Carlos Hernán Rodríguez Naranjo

Hace unos años, en una visita a una institución educativa de la comuna 15 de Cali, una niña me dijo algo que no olvido: “A mí me gusta venir al colegio porque aquí almuerzo, juego y me río con mis amigos”.

Esa frase sencilla, pero poderosa, me confirmó algo que siempre he creído: para muchos estudiantes, el colegio no es solo un lugar para aprender, sino un refugio frente a contextos difíciles, una oportunidad, una segunda casa.

Como ciudadano comprometido con el bienestar de nuestro país y como exconcejal de mi ciudad, celebro con esperanza la reducción de la deserción escolar en Cali al 5,16 %.

Esta cifra no es solo un indicador positivo: es el reflejo de que más niños, niñas y jóvenes están permaneciendo en el sistema educativo, apostándole al conocimiento, a su proyecto de vida y, en últimas, al porvenir de nuestra sociedad.

Es una noticia que debemos reconocer y proteger. Pero también es una invitación clara a no conformarnos.

No basta con que nuestros jóvenes estén en la escuela: necesitamos que permanezcan en ella con sentido, con motivación y con oportunidades reales para crecer.

Necesitamos una educación que inspire, que abrace, que forme. Por eso, lo digo con claridad: el fortalecimiento de la jornada única debe ser una prioridad en las políticas públicas educativas del país, especialmente en ciudades como Cali, donde muchos estudiantes encuentran en sus colegios no solo un lugar para aprender, sino un refugio frente a contextos de riesgo.

Extender el tiempo en la escuela no es simplemente llenar horarios por llenarlos. Se trata de garantizar que ese tiempo se traduzca en experiencias transformadoras mediante clases de música, teatro, danza, deporte, tecnología y liderazgo.

Espacios donde puedan expresarse, desarrollar sus talentos, canalizar sus emociones y construir sueños.

Porque sí, una actividad cultural o un equipo deportivo pueden marcar la diferencia entre un joven atrapado por la desesperanza y uno impulsado por un propósito.

La evidencia nos lo confirma: mientras Cali alcanza un 5,16 % de deserción, la tasa nacional en 2023 fue del 3,7 %.

Aunque seguimos por encima del promedio nacional, esta reducción refleja un avance significativo en el contexto local, y demuestra que sí es posible construir entornos educativos que retengan, motiven y transformen, incluso en territorios con mayores desafíos sociales.

Durante mi experiencia en el Concejo de Cali, tuve el honor de ser ponente del programa Mi Comunidad es Escuela, una de las iniciativas más significativas en materia educativa de la ciudad, que fortaleció el vínculo entre las instituciones educativas y los entornos sociales de los estudiantes.

Este tipo de programas dejan claro que cuando la educación se construye desde el territorio, los resultados sí llegan.

De igual forma, el acompañamiento psicosocial, la alimentación escolar digna y el respaldo a las familias deben continuar siendo pilares de nuestra estrategia educativa.

Ya hemos visto que funcionan. Ahora, el reto es escalar estas acciones, articularlas con fuerza institucional y convertirlas en reales políticas de Estado.

Desde los escenarios de decisión nacional, es clave garantizar que estos esfuerzos locales no se pierdan por falta de presupuesto o voluntad política.

Necesitamos asegurar continuidad, evaluación y expansión, para que la educación transformadora sea una prioridad más allá de los gobiernos de turno.

Estoy convencido de que transformar vidas desde la educación es el primer paso para transformar nuestra sociedad.

Y es justamente por eso que, sin cansancio, debemos buscar un país donde educar no sea solo enseñar, sino cuidar, incluir e inspirar.

Porque invertir en nuestros niños y jóvenes es invertir en una nación que se respeta, se proyecta y se construye con dignidad.

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martes 15 de julio, 2025
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