Cali, junio 20 de 2025. Actualizado: jueves, junio 19, 2025 23:29
Semana de violencias
La semana pasada vivimos en Colombia, en el Valle del Cauca, en Cali y en mi barrio –Meléndez-, una semana llena de violencias y terrores.
Intento de asesinato de Miguel Uribe Turbay que se suma a los líderes sociales muertos en diferentes partes del país, bombas en carros, en motos, lanzadas por el aire… pánico en las noches y madrugadas.
Las explicaciones y teorías vienen y van desde distintos ángulos. Y como parece imprescindible, el pánico en noticias falsas y verdaderas acompaña y aumenta la confusión y los temores.
No me voy a detener en estas teorías e interpretaciones, no voy a aumentar la confusión que, como otras veces en Colombia, tal vez no se aclare nunca.
Lo que ahora quiero es profundizar en el deterioro profundo que vivimos los colombianos. Deterioro que además compartimos con casi todos los países del mundo occidental: Los bombardeos contra Gaza no paran, tampoco Rusia y Ucrania firman una paz duradera.
Yo creo que los hombres y mujeres no hemos logrado darnos un marco ético, social y político que garantice la convivencia pacífica entre diversos.
Más allá de las teorías –más o menos facilistas– que apuntan a las causas como hechos que vienen de la derecha, de la izquierda, de intereses mafiosos o económicos, de enemigos del gobierno, de enemigos de la paz… vivimos una degradación muy profunda de los principios éticos y del respeto por nuestra propia especie.
Crisis que atraviesa la sociedad, la familia, las iglesias, la educación, las instituciones o círculos que nos agrupan.
Esta realidad ética y espiritual no nos permite ver a nuestro alrededor más allá del momento, más allá de los propios intereses, más allá de mi propio deseo… en últimas más allá de mi YO siempre imponiéndose.
Definitivamente así no podemos construir una sana convivencia ni un país, ni una sociedad en la que la felicidad y el amor lleguen a ser posibles.
Así no podemos construir un mundo en el que todos los humanos y humanas tengamos el derecho a una vida digna y en paz.
Ante cada nuevo hecho que sacude mi ciudad o mi país yo vuelvo a preguntarme: ¿Cómo retomar el camino? ¿Cómo encontrar las rutas que nos lleven a desear la vida, a cuidarla, a amarla, a protegerla por encima de todo?
Creo que nuestro mundo carece de liderazgos profundamente humanos, los intelectuales ya no asumen papel alguno o no son escuchados… la poesía y el arte, en tanto que cuestionamientos radicales, se quedan limitados a escasas minorías… Líderes como el Papa Francisco terminan orientando sólo a unos pocos seguidores… y las rutas del mundo permanecen quebradas.
Es realmente urgente que se tomen medidas desde todas las instancias posibles, es necesario ejercitar nuestra imaginación para recuperar el bien como una bandera necesaria.
Ese término: “el bien común” que otras veces fue una bandera enarbolada hoy permanece en el cuarto de los juguetes viejos y se hace necesario rescatarlo.
Pero ello no se posible sin un norte ético muy claro en el que la vida humana y sus posibilidades reales de desarrollo presida nuestras vías de asociación.