Cali, marzo 13 de 2025. Actualizado: miércoles, marzo 12, 2025 23:43

Juan Carlos Pinzónor columnista

Sin seguridad el Suroccidente no progresará

Juan Carlos Pinzón Bueno

Muy a mi pesar, el sur occidente del país, y especialmente departamentos como Putumayo, Nariño, Cauca y Valle del Cauca, han sido algunos de los territorios más afectados por la violencia y el conflicto armado en Colombia.

Grandes cultivos de hoja de coca, su difícil topografía, la falta de presencia estatal y los conflictos por la tierra, han hecho que los grupos armados se asienten en esas zonas y desplieguen sus actividades ilícitas.

La población civil en estos departamentos ha estado permanentemente afectada por la violencia y ha sufrido las consecuencias de secuestros, desplazamientos forzados, reclutamiento, desaparición forzada, y homicidios.

En los últimos dos años, esta región del país ha visto un repunte significativo de la presencia de grupos armados, criminalidad, economías ilícitas y delitos. Según cifras del Ministerio de Defensa, los registros de hurto a personas, homicidio y extorsión han repuntado en Nariño, Cauca y Valle del Cauca y el secuestro ha llegado a sus niveles más altos de la última década.

Asimismo, según el informe de Monitoreo de Cultivos Ilícitos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Putumayo, Nariño y Cauca fueron tres de los cuatro departamentos con más de 30.000 hectáreas sembradas de coca en el 2023, Nariño es el departamento con mayor cantidad de hectáreas en el país, y Cauca vio un incremento de 21% en hectáreas sembradas con respecto al 2022.

Más allá de los datos, con una mirada rápida a cualquier noticiero es evidente que la violencia en esta región del país está volviendo a ser como hace 20 años.

Tan solo en el último mes, la Defensoría del Pueblo ha emitido múltiples alertas tempranas acerca de los enfrentamientos entre los grupos armados en Valle del Cauca, combates entre los grupos armados y el ejército en Palmira han puesto en riesgo la vida de niños.

Lo ocurrido en el Plateado, corregimiento de Argelia, Cauca, ejemplifica el desastre que se está viviendo. Se vio a las fuerzas armadas retroceder, a los vehículos blindados ser destruidos, y a 29 miembros de la policía y las fuerzas militares secuestrados, por comunidades sometidas al control social y territorial de grupos terroristas.

Todos sabemos que esta región históricamente no ha recibido lo que se merece y necesita, mucha más inversión social, en educación, infraestructura, esfuerzos localizados para reducir la pobreza, pero esto nunca ocurrirá si no hay seguridad, y en tiempos recientes se ha perdido un gran camino que se había recorrido para recuperar la seguridad de la región, y hoy, los grupos armados se sienten cada vez más empoderados en su actuar delictivo, afectando zonas rurales y urbanas.

Mientras la política de Paz Total de Petro falla en dar resultados, los criminales se ensañan contra las poblaciones, convirtiendo a los ataques terroristas en el diario vivir de las comunidades.

Desde septiembre de 2023, cuando el Cauca sufrió tres ataques terroristas simultáneos perpetrados por grupos armados que se encontraban negociando con el gobierno nacional, la región ha sufrido cada vez más violencia y atentados continuos en Nariño, Cauca y Valle del Cauca.

Con la extorsión disparada, y los frecuentes actos de violencia por parte de los grupos armados, estos departamentos se están desangrando, viendo sus economías locales perjudicadas y sus ciudadanos a la merced de los actores ilegales.

El empoderamiento de los grupos armados como resultado de las políticas de seguridad y la Paz Total del gobierno son una nueva realidad. Los ciudadanos del sur occidente del país tienen derecho a una vida digna, la seguridad no es un lujo, sino un derecho.

Los colombianos no podemos ser rehenes del miedo, esperando que una moto bomba o un dron con explosivos acabe con nuestras vidas. Se requieren personas conocedoras de la realidad y con experiencia para tomar las decisiones necesarias que lleven al país a recuperar la seguridad como el elemento primordial para el desarrollo y el progreso.

Sin seguridad nada funciona, no puede haber educación, empleo, salud, ni bienestar. Los ciudadanos necesitan respuestas efectivas y no discursos con realidades inexistentes, necesitan que se reconozcan los problemas y se actúe efectivamente para solucionarlos.

*Exministro de Defensa, exembajador de Colombia en Estados Unidos
y profesor de la Universidad de Princeton.

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miércoles 12 de marzo, 2025
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