Cali, abril 16 de 2025. Actualizado: martes, abril 15, 2025 23:07

Jaime Alberto Leal Afanador

Sobre los pobres muy ricos y los ricos muy pobres

Jaime Alberto Leal Afanador, Rector UNAD

Para muchos el éxito en la vida se mide en pobreza o riqueza material; es decir, en cuanto dinero se tiene.

Y se cree que mientras más dinero se acumule, más poder y felicidad se obtiene. Y aunque esta es una visión errada de la existencia, estamos rodeados de amigos, familiares y compañeros de trabajo que orientan su vida obsesivamente a conseguir más dinero.

Pero la propia vida se encarga de mostrar que, si bien el dinero ayuda a alcanzar algunos deseos y a satisfacer necesidades materiales, éste no es esencial en la felicidad.

Está demostrado que hay un momento, en el proceso de acumulación de riqueza, en el que tener más dinero no genera placer alguno.

En cambio, el afán por el dinero sí acarrea conflictos, envidias, violencia y tragedias.

Muchas personas ricas, en términos económicos, viven solas y están llenas de problemas, envidias y enemigos.

Mucha razón tiene la frase según la cual hay personas que son tan pobres, tan pobres, que lo único que tienen es dinero.

El dinero llega y se va, pero ser una persona apreciada, poder llevar una vida tranquila y con paz espiritual, y tener familia, conocimiento y prestigio, entre otros, son valores que no tienen precio y no se consiguen con dinero.

Hay muchísimas personas que se consideran pobres (económicamente hablando) por carecer de la suma de dinero que anhelan, pese a que son muy ricas en otros aspectos, pero no son conscientes de ello y no lo valoran.

Posiblemente Usted, que me lee ahora, puede estar inconforme con algo, pero sabe leer y escribir, mientras que el 17 % de la población mundial (casi 800 millones de personas) es analfabeta, y depende de otros para comunicarse.

Usted, que me lee en la pantalla de su computador o celular, tiene acceso a internet, a diferencia de 2.600 millones de personas en el mundo.

Si usted lee esta, la columna del rector de la UNAD, en un medio de comunicación nacional, significa que tiene cercanía o afinidad con el sector educativo, y posiblemente se formó en una universidad, a diferencia de más del 50 % de colombianos que no han podido acceder a una institución de educación superior.

Y así, por el estilo, hay “n” situaciones en las que somos privilegiados frente a millones de compatriotas y habitantes del planeta que no pueden disfrutarlas. Paradójicamente, a veces protestamos por tener lo que otros carecen.

Por ejemplo, incomoda caminar un trayecto largo, y mil millones de personas sueñan con poder levantarse de una silla de ruedas o dejar sus muletas para hacerlo; otros se incomodan con quienes les rodean y pelean con sus familias y amigos, mientras que una de cada cuatro personas en el mundo sufre de soledad y añora una compañía, y 150 millones de habitantes han perdido a sus padres y madres; y otros rezongan de sus condiciones de vivienda, porque no les gusta el sitio, el tamaño, las comodidades… cuando uno de cada cinco habitantes del planeta carece de un techo bajo el cual cubrirse.

Y así, la lista es interminable. Es claro que siempre debemos buscar ser, tener, hacer y servir más, pero la obsesión por tener más pertenencias no solo es enfermiza, sino que nos aleja de trabajar por los objetivos trascendentales en la vida.

Siempre querremos tener más. Es algo humano y natural. Pero hay que valorar la vida, ser agradecidos con la salud, el trabajo, el alimento y la compañía que tengamos más allá de las condiciones, humildes o lujosas, en que se den, y desarrollar una buena disposición, siempre, a construir juntos y disfrutar cada paso que se da.

Porque la felicidad es producto de un cúmulo de detalles, momentos, ideas y aprecios, y estos están al alcance de todos, tanto de los ricos como de los pobres materiales.

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martes 15 de abril, 2025
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