Vía a Popayán

Consulté con varios amigos que adoran esa ciudad religiosa y patrimonial, bien porque vivieron en ella, bien porque son oriundos de la misma o, por cualquier otro motivo, como el mío, que me encanta por su gastronomía, su clima, su picaresca, su arquitectura, su hotel Casa Real del “Mono Simonds”, sus buenas formas, que se van perdiendo…

Sin embargo, todos coinciden que no irán a Popayán por estas fechas, tan devotas, por el temor a encontrarse con un bloqueo en la vía Panamericana y quedar allí, sacrificados por quienes han querido destrozar a este país y se empeñan, con saña, en deteriorar la economía y el desarrollo de esta zona de la geografía nuestra.

Coincido con ellos. No falta el terrorista o, el que disfrazado bajo esa figura, se atraviese en la vía, como sucedió esta semana, y cometa cualquier tipo de delito y salga impune, feliz, riéndose ante cámaras (si llega a ser capturado), porque sabe que en menos de veinticuatro horas saldrá libre, de nuevo, a cometer sus fechorías.

O también, no ha de faltar, alguna movilización indígena que reclama resultados del gobierno nacional, por el que votaron.

El llamado del gobernador del Cauca, Octavio Guzmán, es angustiante, anuncia que la vía a Popayán estará custodiada y garantizada su seguridad y movilidad.

Hace poco, también, los comerciantes salieron en redes sociales a anunciar la afectación de sus finanzas, llamando a que visiten, en esta semana Mayor, a Popayán, pero ni modo.

Esta vía, tal como lo piden ciertas voces políticas, debe declararse sujeto de derechos, toda vez que por allí transita gran parte de la economía del suroccidente colombiano, del turismo, del desarrollo del país, y son más los días que permanece cerrada que habilitada para el libre tránsito que es un derecho constitucional, vulnerado por algunos, que se sienten con mejor derecho, afectando a una gran mayoría que busca el bienestar del país, pero se abstiene de acudir al llamado a la procesión que es tan cargada de ritos y de historia y patrimonio.

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