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Desde la sala de redacción, 35 años de periodismo

Constitución de 1991: el pacto que transformó a Colombia

Constitución de 1991: el pacto que transformó a Colombia
viernes 14 de febrero, 2025

img...Por: Rosa María Agudelo – Directora Diario Occidente

Este marzo se conmemoran 35 años de la Séptima Papeleta, un movimiento ciudadano que impulsó la transformación política más significativa en la historia reciente de Colombia.

En 1990, el país vivía una crisis profunda: el narcotráfico, el terrorismo y la violencia habían debilitado las instituciones, mientras la ciudadanía exigía cambios urgentes.

Durante el gobierno de Virgilio Barco (1986-1990), el auge del narcotráfico y la ofensiva del Cartel de Medellín contra la extradición llevaron a una escalada de atentados y asesinatos.

El 18 de agosto de 1989, el asesinato de Luis Carlos Galán marcó un punto de quiebre.

Como líder liberal y principal defensor de la extradición, Galán se convirtió en objetivo de los carteles, y su muerte evidenció la fragilidad del Estado ante el crimen organizado.

Ante esta crisis de legitimidad, la ciudadanía impulsó la Séptima Papeleta en 1990.

Lo que inició como una iniciativa estudiantil terminó convirtiéndose en una movilización social sin precedentes.

A pesar de no contar con respaldo legal, la papeleta fue incluida simbólicamente en el proceso electoral.

En esas elecciones, más de cinco millones de colombianos votaron a favor de una Asamblea Constituyente.

Aunque el resultado no tenía validez jurídica, su impacto fue tal que César Gaviria, ganador de la contienda, reconoció el mandato ciudadano y dio paso al proceso constituyente.

Asamblea Nacional Constituyente: la construcción de un nuevo país

Cuando inicié mi práctica periodística en octubre de 1990, el país se preparaba para elegir a los delegatarios de la Asamblea Nacional Constituyente.

Las elecciones del 9 de diciembre de 1990 marcaron un hito: por primera vez, una asamblea constitucional reflejaba la diversidad política del país y el apoyo a una paz negociada.

La composición del órgano constituyente mostró un panorama diverso.

De los 70 delegatarios elegidos, 24 representaban al Partido Liberal, 19 a la Alianza Democrática M-19, 11 al Movimiento de Salvación Nacional, 5 al Partido Social Conservador y 11 de organizaciones diversas.

Además, el Gobierno incluyó representantes de grupos guerrilleros desmovilizados: dos del Ejército Popular de Liberación (EPL) con voz y voto, y uno del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y otro del Quintín Lame, ambos con voz, pero sin voto.

El contexto no era fácil. Apenas meses antes, el 26 de abril de 1990, Carlos Pizarro, comandante del M-19, fue asesinado, 45 días después de firmar la paz con el Gobierno.

Para garantizar el equilibrio en la conducción del proceso, la Asamblea optó por una presidencia tripartita integrada por Horacio Serpa (Partido Liberal), Álvaro Gómez Hurtado (Movimiento de Salvación Nacional) y Antonio Navarro Wolff (Alianza Democrática M-19).

Las sesiones iniciaron en febrero de 1991 y se prolongaron por cinco meses.

Cada semana tuve la oportunidad de entrevistar a constituyentes vallecaucanos como Gustavo Zafra y Armando Holguín.

Hablábamos con optimismo sobre descentralización, derechos fundamentales e inclusión.

Fue un momento de construcción colectiva, donde las diferencias se convirtieron en oportunidades de diálogo.

Los cambios que trajo la Constitución de 1991: derechos, participación y autonomía

¿Cuáles fueron los principales avances de la Constitución de 1991 en Colombia?

La Constitución de 1991 redefinió la relación entre el Estado y la ciudadanía.

Su mayor legado fue la garantía de derechos fundamentales, materializada en la acción de tutela, un mecanismo ágil que permite la protección inmediata de derechos vulnerados.

Mientras la Constitución de 1886 subordinaba los derechos a la ley y permitía su suspensión en estados de excepción, la de 1991 aseguró su aplicación efectiva y universal.

El país también avanzó en descentralización.

Antes, el poder estaba concentrado en el gobierno central, pero la nueva Carta otorgó autonomía a municipios y departamentos, permitiéndoles administrar sus propios recursos.

La elección popular de gobernadores se convirtió en un hito que fortaleció la democracia local.

En términos de participación política, la Constitución de 1991 rompió con el bipartidismo que había dominado la vida electoral colombiana.

Se permitió la creación de nuevos partidos y movimientos, se abrieron espacios para la representación de grupos minoritarios y desmovilizados, y se establecieron mecanismos como el referendo, la consulta popular y la iniciativa legislativa ciudadana.

El reconocimiento del pluralismo y la diversidad cultural fue otro cambio clave.

Mientras la Constitución de 1886 concebía a Colombia como una nación homogénea, la de 1991 la declaró un Estado pluriétnico y multicultural, otorgando derechos específicos a comunidades indígenas y afrodescendientes.

En el ámbito de la relación entre Estado e Iglesia, la Constitución de 1991 consolidó la separación entre ambos.

El catolicismo dejó de ser la religión oficial, garantizando la libertad de culto y la neutralidad del Estado en asuntos religiosos.

Treinta años después, ¿Qué desafíos persisten?

Aunque la Constitución de 1991 significó un avance, su implementación ha enfrentado dificultades.

La descentralización sigue siendo un reto, ya que muchas regiones continúan dependiendo del gobierno central debido a la falta de recursos y capacidades para gestionar su propio desarrollo.

Los mecanismos de democracia participativa han perdido efectividad.

Con el tiempo, diversas reformas han impuesto requisitos más estrictos para su activación, alejándolos del espíritu original de la Constitución.

Además, el sistema político ha sufrido una fragmentación excesiva, dificultando la gobernabilidad y debilitando la representatividad.

El acceso a la justicia también enfrenta problemas.

La acción de tutela, aunque fundamental para la protección de derechos, ha sido utilizada en exceso, sobrecargando el sistema judicial.

En sectores como la salud, su uso masivo ha generado impactos financieros y administrativos que han puesto en riesgo la sostenibilidad del sistema.

Hoy la Constitución de 1991 sigue siendo una promesa de transformación, pero requiere ajustes para garantizar que sus principios se traduzcan en realidades efectivas.

El legado de la Constitución de 1991: la fuerza del consenso

Hace 35 años, Colombia entendió que el cambio no podía ser impuesto, sino construido en consenso.

La Constitución de 1991 no fue obra de un solo sector, sino el resultado de un diálogo entre fuerzas políticas opuestas que decidieron anteponer el bienestar del país a sus diferencias.

Liberales, conservadores, exguerrilleros y nuevos movimientos compartieron la mesa.

No fue un proceso fácil ni exento de tensiones, pero se logró un pacto social que consagró derechos fundamentales, fortaleció la descentralización y promovió la participación ciudadana.

Hoy, la polarización amenaza la capacidad de construir consensos.

La política se ha convertido en un escenario de confrontación, donde las redes sociales magnifican las divisiones y el debate público ha sido reemplazado por la descalificación.

La Constitución de 1991 nos enseñó que la democracia se construye con legitimidad, no con imposición.

Si en el pasado logramos un acuerdo para transformar el país, hoy necesitamos recuperar esa capacidad de diálogo.

El reto no es borrar al otro, sino encontrar los puntos en común.

Desde la sala de redacción: 35 años de periodismo

Este proyecto es una mirada al pasado, al presente y al futuro de Colombia a través de la experiencia periodística.

He sido testigo y cronista de los momentos que han definido al país: la Constitución del 91, el narcotráfico, el conflicto armado, la crisis energética y los procesos de paz, entre otros.

Escribiré 35 informes, cada uno será una reflexión sobre cómo estos eventos han moldeado nuestra sociedad y lo que aún nos falta por construir.

A través de estos artículos, busco no solo recordar, sino entender las lecciones que el tiempo nos ha dejado.

Porque el periodismo no es solo contar la historia, sino cuestionarla y, en ocasiones, desafiarla.

📖 Lea nuestra entrega anterior aquí: Periodismo: un oficio al servicio de la gente


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