Cali, agosto 2 de 2025. Actualizado: sábado, agosto 2, 2025 00:07

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Colombia 2050, los retos que ya no podemos postergar

Colombia 2050, los retos que ya no podemos postergar
viernes 1 de agosto, 2025

Colombia 2050, los retos que ya no podemos postergarPor: Rosa María Agudelo – Directora Diario Occidente

He pasado 35 años contando este país. He visto pasar gobiernos, planes y reformas.

Pero aún no logramos lo más difícil: pensar más allá de un periodo presidencial, construir una visión compartida y sostenerla en el tiempo.

En los últimos dos años, Colombia ha debatido reformas en casi todos los frentes: pensiones, salud, trabajo, educación y política.

Pero más que avances, lo que se ha profundizado es la polarización.

La falta de consensos, el debilitamiento del liderazgo político y la fragmentación del debate han paralizado decisiones clave y erosionado la confianza ciudadana.

Colombia es experta en diagnósticos. Sabemos cuáles son nuestras brechas, qué territorios hemos dejado atrás, y qué reformas hacen falta. Lo que no hemos conseguido es una hoja de ruta común, con metas claras, continuidad institucional y capacidad de ejecución.

El documento Visión Colombia 2050 fue elaborado por el Departamento Nacional de Planeación (DNP) y presentado en 2022 como una hoja de ruta de largo plazo para el desarrollo del país.

Su construcción se basó en un enfoque prospectivo, participativo y multisectorial que incluyó expertos del sector público y privado, la academia, organizaciones sociales y ciudadanía.

A través de talleres, mesas técnicas, encuestas y análisis de tendencias globales, se formularon escenarios y metas concretas en áreas clave. Esta visión no pretende predecir el futuro, sino definir hacia dónde queremos ir como nación y qué transformaciones estructurales debemos emprender para lograrlo.

El documento Visión Colombia 2050 propone metas ambiciosas pero ninguna de estas se alcanzará sin acuerdos de largo aliento, decisiones responsables y voluntad política que trascienda ideologías.

Mi mayor reto como periodista es tratar de entender las problemáticas sin tomar una posición. En general hago el esfuerzo de entender el contexto, ver miradas a favor, en contra y tratar de visualizar el futuro deseable.

En este segmento trato de hacerlo integrando las reformas que ha intentado impulsar el gobierno de Gustavo Petro con el estudio Colombia 2050.

Salud

Colombia alcanzó una cobertura casi universal en salud: más del 98% de la población está afiliada. Un logro innegable en las estadísticas, pero que contrasta con la experiencia cotidiana de millones de pacientes que enfrentan barreras, demoras, trámites y una calidad desigual según el lugar donde vivan.

En 2024, el gobierno intentó transformar el sistema d pero lo que logró fue una crisis sin precedentes y una de sus peores derrotas legislativas.

Diagnóstico

El modelo creado por la Ley 100 de 1993 estableció un esquema mixto donde las Entidades Promotoras de Salud (EPS) gestionan los recursos y la atención.

El resultado: cobertura amplia, pero con graves fallas. La fragmentación de servicios, la concentración urbana, la debilidad de la atención primaria y la crisis financiera de muchas EPS.

Las múltiples liquidaciones (Coomeva, Medimás, Convida) e intervenciones han afectado a millones de usuarios. La intervención estatal a EPS como Nueva EPS y Sanitas, en abril de 2024, mostró la fragilidad del sistema incluso en sus operadores más fuertes.

Reforma propuesta

La propuesta del gobierno Petro planteaba eliminar la intermediación financiera de las EPS, centralizar el manejo de recursos en la ADRES, crear Centros de Atención Primaria en todo el país y asegurar condiciones laborales dignas para los trabajadores de la salud.

También proponía regionalizar la prestación de servicios y establecer vigilancia ciudadana.

Puntos a favor

  • Fortalecer la prevención, pasando de un modelo curativo a uno predictivo.
  • Superar la inequidad territorial con infraestructura en zonas históricamente olvidadas.
  • Evitar quiebras en cadena mediante un control estatal más directo.
  • Mejorar las condiciones laborales del personal médico.
  • Eliminar incentivos de lucro en el manejo de servicios básicos de salud.

Puntos en contra

  • Falta de claridad fiscal: no se presentó un plan detallado de costos ni de transición.
  • Temor a la concentración burocrática: expertos advirtieron sobre un monopolio estatal ineficiente y politizado.
  • Riesgo de parálisis operativa al desmontar las EPS sin un reemplazo estructurado.
  • Rechazo de gremios (ACEMI, ANDI) y pérdida del apoyo de partidos aliados.

¿Qué debemos lograr para 2050?

El documento Visión Colombia 2050 plantea un sistema de “sanidad de calidad, centrado en la prevención, con cobertura universal y sostenibilidad financiera”.

Para ello, se requiere:

  • Invertir en atención primaria integral y descentralizada.
  • Integrar redes públicas y privadas bajo una gobernanza eficaz.
  • Usar tecnologías como historia clínica digital y telemedicina para cerrar brechas.
  • Financiar la salud con base en impuestos generales, desligando el acceso del estatus laboral.
  • Asegurar transparencia, participación ciudadana y estabilidad institucional.

El reto no es solo técnico. Es político. Reformar la salud exige un pacto social amplio y sostenido. Lo que no logramos en 2023-2024, deberá retomarse con más acuerdos y menos polarización.

Porque para 2050, la salud será aún más crítica en un país con más adultos mayores, más enfermedades crónicas y más exigencias ciudadanas.

Pensiones

Solo uno de cada tres adultos mayores recibe una pensión contributiva. El resto sobrevive con ayudas mínimas o sin ningún ingreso. En 2024, el Congreso aprobó la reforma pensional más ambiciosa de los últimos 30 años. Pero sus efectos aún están por verse.

Diagnóstico

El sistema dual establecido por la Ley 100 de 1993 generó problemas financieros estructurales. Colpensiones, el régimen público, concentra al 84% de los pensionados, pero solo recibe el 26% de los cotizantes.

Los fondos privados, con el 74% de los afiliados, otorgan pensiones a una minoría, y no siempre suficientes. Mientras tanto, el Estado destina cerca de 18 billones de pesos anuales para subsidiar pensiones altas, muchas de ellas de antiguos funcionarios públicos.

Colombia 2050, los retos que ya no podemos postergar

Reforma propuesta

La reforma aprobada en 2024 crea un modelo de pilares:

  1. Contributivo: todos los trabajadores cotizarán hasta 2,3 salarios mínimos en Colpensiones. Los excedentes irán a fondos privados.
  2. Solidario: aumenta el subsidio mensual a los adultos mayores pobres (de $80.000 a $223.000) y amplía la cobertura a 2,5 millones de personas.
  3. Semicontributivo: garantiza una renta vitalicia a quienes cotizaron parte de su vida sin alcanzar los requisitos de pensión.

Se creó además un fondo público de ahorro, administrado por el Banco de la República, para proteger los recursos y garantizar su uso exclusivo en pensiones.

Puntos a favor

  • Amplía la cobertura real del sistema, incluyendo a quienes antes quedaban excluidos.
  • Mejora el ingreso de los adultos mayores más pobres.
  • Introduce un enfoque de género: las mujeres tendrán una reducción gradual en semanas requeridas para pensionarse (de 1300 a 1000 en 2036).
  • Fortalece la función redistributiva del Estado sin eliminar los fondos privados.
  • Evita el uso político de los recursos al asignar su gestión al Banco de la República.

Puntos en contra

  • No se aumentó la edad de jubilación, pese a la advertencia de la OCDE sobre el envejecimiento poblacional.
  • Aún persisten riesgos fiscales: los beneficios nuevos podrían generar presiones a largo plazo si no se expande la base de cotizantes.
  • Asofondos advirtió sobre posibles impactos en el mercado financiero, al reducir el flujo hacia los fondos privados.
  • Algunas críticas apuntan a que no se resolvieron del todo los incentivos a la informalidad.
  • La transición requerirá ajustes administrativos complejos y pedagogía masiva.

¿Qué debemos lograr para 2050?

El envejecimiento demográfico es una certeza: para 2050, más del 21% de la población tendrá más de 65 años. Si no se garantiza sostenibilidad financiera y cobertura amplia, el sistema podría volver a colapsar.

La Visión Colombia 2050 propone un modelo de protección social universal, justo y sostenible.

Para cumplirlo, se requerirá:

  • Ampliar la formalización laboral para asegurar cotizantes activos.
  • Evaluar con realismo la edad de retiro y ajustar los parámetros si es necesario.
  • Reducir subsidios regresivos a pensiones altas.
  • Reforzar el pilar semicontributivo para incluir trayectorias laborales intermitentes.
  • Promover la empleabilidad de personas mayores: hoy solo el 55% de los adultos entre 55 y 64 años trabaja, frente al 73% en Alemania y 78% en Japón.

La vejez digna como derecho seguirá siendo uno de los mayores desafíos del país en las próximas décadas.

Trabajo

Tras años de intentos fallidos, Colombia aprobó en 2025 una polémica reforma laboral. Tras ser hundida, el Congreso la “revivió” luego de que el presidente anunciara una posible consulta popular sobre el tema, presionando un acuerdo político de última hora.

Diagnóstico

La informalidad afecta al 54% de los trabajadores, según cifras de 2020 citadas en la Visión Colombia 2050. Es decir, millones de personas laboran sin seguridad social, pensión ni estabilidad.

El desempleo también se mantiene alto (13.7% en 2021) y estructural, con una brecha de género persistente y barreras adicionales para jóvenes, mujeres y poblaciones rurales.

La legislación laboral, basada en la Ley 789 de 2002, flexibilizó las condiciones de contratación para promover el empleo, pero sus efectos fueron limitados. Se ampliaron las jornadas, se fomentaron formas precarias como los contratos por prestación de servicios o las cooperativas laborales, pero la informalidad no cedió. Tampoco se redujo el desempleo.

Reforma introduce

La reforma laboral, aprobada en junio de 2025, introdujo cinco cambios esenciales:

  • Estableció el contrato a término indefinido como modalidad preferente.
  • Reguló el trabajo en plataformas digitales, garantizando un vínculo laboral con las empresas
  • Restableció el recargo nocturno desde las 7:00 p.m. y el pago del 100% por trabajo en domingos y festivos.
  • Transformó el contrato de aprendizaje en una relación laboral con salario y seguridad social.
  • Limitó el uso de contratos a término fijo y por obra o labor, restringiendo su implementación, duración y renovaciones.

Puntos a favor

  • Pretende corregir prácticas abusivas como la tercerización masiva.
  • Reconoce nuevas formas de trabajo digital.
  • Introduce medidas de equidad para reducir brechas.
  • Enfatizaba la necesidad de formalizar el empleo rural y juvenil.

Puntos en contra

  • Aumenta los costos de contratación.
  • No incluye incentivos para generar empleo formal en sectores de baja productividad.
  • Fue aprobada sin una evaluación completa de impacto económico y en la generación de empleo.
  • Se percibe como una reforma que aumentaba rigideces, en vez de fomentar un mercado laboral más adaptable.
  • No ofrece salidas claras frente a la automatización y el empleo del futuro.

¿Qué debemos lograr para 2050?

La Visión Colombia 2050 plantea reducir la informalidad al 19% y llevar el desempleo al 5%. Pero alcanzar esas metas requiere algo más que cambios normativos.

El país necesita:

  • Un sistema laboral que combine protección con flexibilidad.
  • Políticas activas de empleo, formación y reconversión laboral.
  • Incentivos reales a la formalización (reducción de cargas no salariales).
  • Prepararse para los impactos de la automatización, la IA y el envejecimiento poblacional.
  • Promover el aprendizaje a lo largo de la vida (reskilling y upskilling) en sectores de futuro.

Sin una reforma integral, Colombia corre el riesgo de enfrentar una doble trampa: una informalidad estructural que perpetúa la desigualdad, y una disrupción tecnológica que dejará atrás a quienes no se adapten.

Educación

El futuro de un país se escribe en sus aulas. Pero en Colombia, la promesa de una educación transformadora sigue siendo más aspiración que realidad. La reforma educativa, centrada en la financiación universitaria, está en trámite desde 2024, pero aún no aborda de forma integral los retos de fondo.

Diagnóstico

Las cifras son elocuentes. El promedio de años de escolaridad de los colombianos mayores de 15 años es de apenas 9,3 años.

Solo 13 de cada 100 jóvenes culminan estudios superiores, y más del 39% de los estudiantes obtiene un desempeño bajo en pruebas internacionales como PISA. La brecha entre la educación pública y privada persiste, así como entre zonas urbanas y rurales.

El sistema arrastra déficits de calidad, infraestructura, formación docente y pertinencia curricular.

A esto se suma una desconexión creciente entre la educación y el mundo del trabajo, y una brecha digital que amenaza con profundizar la exclusión.

Reforma propuesta

La principal iniciativa legislativa actual es la reforma a la Ley 30 de 1992, enfocada en mejorar el financiamiento de las universidades públicas. Se busca garantizar gratuidad, ampliar cobertura y modernizar el sistema de educación superior.

Paralelamente, el gobierno y sectores académicos han planteado propuestas complementarias como:

  • Universalización de la educación inicial (0 a 5 años).
  • Diversificación de la educación media (enfoques técnicos y académicos).
  • Formación continua de docentes, con enfoque digital y socioemocional.
  • Educación STEAM desde la primera infancia.
  • Integración de tecnologías (IA, aprendizaje adaptativo, conectividad plena).
  • Fortalecimiento del sistema técnico y tecnológico.

Puntos a favor

  • Reivindica el rol de la educación como derecho y motor de equidad.
  • Enfatiza la importancia de la primera infancia como base del desarrollo.
  • Introduce elementos de flexibilidad y personalización del aprendizaje.
  • Reconoce la urgencia de cerrar la brecha digital y territorial.
  • Promueve la articulación entre educación y empleabilidad.

Puntos en contra

  • El enfoque ha sido parcial: se ha priorizado la educación superior, sin abordar con igual fuerza la básica y media.
  • La implementación de tecnología aún es desigual y poco articulada.
  • Persisten deficiencias en formación docente y actualización curricular.
  • El sistema educativo sigue operando con marcos pedagógicos del siglo XX.
  • La reforma en curso no ha sido debatida ampliamente con estudiantes, maestros y regiones.

¿Qué debemos lograr para 2050?

La meta es ambiciosa: alcanzar un promedio de 13 años de educación, reducir al 13% los estudiantes con bajo desempeño en PISA, y lograr que la educación pública tenga una calidad comparable a la de la OCDE.

Para lograrlo, se necesita:

  • Asegurar educación inicial universal y de calidad como prioridad nacional.
  • Modernizar el currículo con enfoque en competencias, pensamiento crítico, innovación y ciudadanía.
  • Garantizar conectividad y dispositivos para todos los estudiantes.
  • Desarrollar un sistema de formación continua para docentes, centrado en habilidades digitales y pedagógicas.
  • Fortalecer la articulación entre secundaria, educación superior y mercado laboral.
  • Impulsar modelos híbridos y personalizados de aprendizaje, con apoyo de IA y plataformas digitales.
  • Garantizar inversión sostenida en infraestructura, tecnología y calidad docente.

La educación en 2050 no puede seguir formando para un mundo que ya no existe. Necesitamos un sistema flexible, inclusivo, tecnológico y conectado con los desafíos reales del país.

Lo contrario sería perpetuar las brechas que hoy intentamos cerrar.

Política

Colombia no solo necesita nuevas leyes. Necesita nuevas reglas del juego. La desconfianza en las instituciones, el clientelismo persistente, la baja representación de jóvenes y mujeres, y la fragmentación de los partidos reflejan una democracia que funciona, pero no convence.

La reforma política, presentada en dos ocasiones por el Gobierno entre 2023 y 2024, no logró avanzar. Y con su hundimiento, el país aplazó nuevamente un debate impostergable.

Diagnóstico

La política colombiana arrastra problemas estructurales. Los partidos perdieron identidad programática y se convirtieron en maquinarias electorales.

La corrupción en la contratación y el uso de recursos públicos ha debilitado la legitimidad institucional. Las listas, sin paridad ni equidad territorial, refuerzan liderazgos personalistas y poco transparentes.

Además, la baja participación de jóvenes y mujeres refleja un sistema que excluye. Aunque el 51% de la población es femenina, las mujeres ocupan menos del 30% de los cargos de elección. Y en regiones periféricas, el acceso real al poder es aún más limitado.

Reforma propuesta

El gobierno intentó impulsar una reforma centrada en:

  • Listas cerradas obligatorias, con paridad de género.
  • Financiación estatal predominante de las campañas.
  • Fortalecimiento de los partidos políticos y control interno.
  • Transparencia en la contratación pública.
  • Mecanismos de democracia directa y mayor participación ciudadana.

Sin embargo, el proyecto fue retirado en 2023 por falta de apoyo y se hundió definitivamente en 2024 en la Comisión Primera del Senado.

Puntos a favor

  • Buscaba reducir la fragmentación y el clientelismo al exigir listas únicas por partido.
  • Promovía la equidad de género con listas paritarias.
  • Proponía mayor control y supervisión sobre la financiación electoral.
  • Incentivaba el fortalecimiento ideológico y programático de los partidos.
  • Incluía mecanismos de participación ciudadana más activos.

Puntos en contra

  • Fue percibida como una iniciativa “desde arriba”, sin concertación real con las regiones y actores sociales.
  • No resolvía el problema de fondo: el uso político del Estado para fines electorales.
  • Se presentó en medio de una crisis de legitimidad del Ejecutivo, lo que debilitó su trámite.
  • No incluía reformas al sistema de justicia electoral ni garantías más sólidas para las candidaturas independientes.
  • El contexto político, polarizado y desconfiado, impidió construir consensos.

¿Qué debemos lograr para 2050?

La Visión Colombia 2050 no habla solo de desarrollo económico. Plantea también la necesidad de consolidar un contrato social incluyente, con instituciones legítimas, representativas y abiertas a la participación ciudadana.

Para lograrlo, se necesita:

  • Rediseñar el sistema electoral para garantizar transparencia, representatividad y equidad.
  • Reformar el sistema de partidos para que respondan a intereses ciudadanos y no a cuotas de poder.
  • Establecer mecanismos de control real sobre la financiación de campañas y la corrupción electoral.
  • Garantizar una democracia paritaria, con mayor presencia de mujeres, jóvenes y grupos étnicos.
  • Fortalecer la participación ciudadana más allá del voto: veedurías, presupuestos participativos, consultas informadas.
  • Implementar tecnologías que faciliten la trazabilidad de los procesos democráticos.

Una democracia no se mide solo por elecciones libres. Se mide por su capacidad de representar, incluir y transformar. En 2050, Colombia debe ser un país donde la política inspire confianza, convoque a los mejores y esté al servicio del bien común. Aún no estamos ahí pero aún estamos a tiempo.

En la misma tormenta, pero en barcos distintos

Colombia es, sin duda, un país profundamente desigual. Un país donde las condiciones de vida, las oportunidades y el acceso a los derechos dependen del lugar donde se nace, del género, del color de piel o del estrato.

Lo he repetido muchas veces: vamos en la misma tormenta, pero no en el mismo barco.

Las reformas que necesita Colombia deben partir de una verdad incómoda: la urgencia de cerrar brechas. Pero no podemos hacerlo a cualquier costo.

No puede ser sin bases técnicas rigurosas, ni con propuestas improvisadas que comprometan la sostenibilidad del país o terminen ahondando los problemas que dicen querer resolver.

Tampoco puede hacerse desde la división. No saldremos adelante enfrentando a unos contra otros, entre sectores sociales, entre regiones, entre generaciones.

Si seguimos fracturando el tejido social en nombre del cambio, lo único que cambiaremos será la profundidad del abismo que nos separa.

Victor Frankl, el psiquiatra que sobrevivió a Auschwitz y escribió desde el dolor más profundo, decía que “cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”.

Quizás ese sea el verdadero reto de Colombia 2050: cambiar nuestras formas de dialogar, de proponer, de construir país. Abandonar el péndulo entre reformas imposibles y miedos paralizantes.

Pensar el futuro sin trincheras. Si algo necesita Colombia para avanzar es visión compartida, responsabilidad técnica y un nuevo pacto ciudadano. Porque ningún país se transforma solo desde el Estado.

Se transforma cuando sus ciudadanos, sus líderes y sus instituciones deciden remar hacia el mismo horizonte, incluso si van en barcos distintos.

Desde la sala de redacción: 35 años de periodismo

Este proyecto es una mirada al pasado, al presente y al futuro de Colombia a través de la experiencia periodística. A través de estas crónicas, busco no solo recordar, sino entender las lecciones que el tiempo nos ha dejado.

Porque el periodismo no es solo contar la historia, sino cuestionarla y, en ocasiones, desafiarla.

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