Cali, febrero 28 de 2025. Actualizado: viernes, febrero 28, 2025 20:55
Desde la sala de redacción, 35 años de periodismo
Narcotráfico: 35 años de un enemigo que se reinventa
Por: Rosa María Agudelo – Directora Diario Occidente
Cuando comencé mi carrera periodística en los años 90, Colombia estaba inmersa en una guerra del Estado contra los carteles de Medellín y Cali.
Cubríamos operativos del bloque de búsqueda, redadas en mansiones y capturas de los capos más buscados.
El narcotráfico dominaba los titulares con explosiones, asesinatos de líderes y fortunas basadas en un negocio ilegal imparable.
Pero la caída de los grandes carteles no trajo la paz que esperábamos. Tras la desarticulación de las estructuras de Medellín y Cali, surgieron los carteles del Norte del Valle y, con el tiempo, el narcotráfico se fragmentó aún más.
Según un informe de la Defensoría del Pueblo, entre 2019 y 2024, el número de grupos armados ilegales aumentó de 114 a 184, muchos de ellos vinculados al narcotráfico.
Además, carteles internacionales como el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación han establecido alianzas con redes locales para fortalecer el negocio.
Lo que antes eran organizaciones con jerarquías definidas se transformó en redes locales de microtráfico, menos centralizadas pero igual de violentas.
En Cali, el narcotráfico dejó una huella indeleble. La ciudad se convirtió en epicentro de operaciones que iban más allá del comercio ilegal de drogas.
La bonanza narco financió construcciones icónicas, empresas y hasta equipos de fútbol. A pesar de los golpes contra los grandes capos, la ciudad nunca se liberó completamente de la sombra del narcotráfico, que sigue presente en formas diferentes, pero igual de devastadoras.
¿Por qué el narcotráfico nunca desaparece?
Un negocio que se adapta y se expande
Las rutas del narcotráfico han evolucionado a lo largo de los años, estableciendo conexiones internacionales y penetrando nuevos mercados.
Hace 15 años escuché un concepto que marcó mi forma de entender el narcotráfico: el fenómeno globo. Al igual que cuando aprietas un globo en un punto y el aire se desplaza a otro, el narcotráfico se mueve cuando se presiona en un área específica.
Las estrategias de erradicación o interdicción no lo frenan; solo lo desplazan. Si se combate en Nariño, se fortalece en Putumayo o en Catatumbo; si cae una ruta, aparece otra. Según el Informe Mundial sobre Drogas 2023 de la UNODC, en los 90, Colombia tenía 40.000 hectáreas de coca. Para 1995 eran 50.000 y en 2000 llegaron a 137.000. En 2023, alcanzaron 253.000 hectáreas.
Este patrón demuestra que atacar el problema en un solo punto no lo resuelve, solo lo transforma y lo desplaza.
La lucha contra el narcotráfico ha sido una guerra de desgaste donde los golpes a un grupo dan paso a nuevas organizaciones con métodos aún más sofisticados.
A partir de los 2000, las alianzas con carteles mexicanos y venezolanos transformaron el narcotráfico en un negocio transnacional. Mientras Colombia producía, los carteles de Sinaloa y Los Zetas controlaban el transporte y distribución en Norteamérica.
Venezuela se convirtió en una ruta clave hacia Europa y Estados Unidos, facilitada por la ausencia de control estatal y la participación de estructuras como el Cartel de los Soles. La frontera entre Colombia y Ecuador también ha sido una zona crítica en la dinámica del narcotráfico.
En las últimas décadas, esta región ha visto un incremento en la actividad de grupos armados y organizaciones criminales que operan a ambos lados de la línea limítrofe. Uno de los actores más destacados en esta área son los Comandos de la Frontera, un grupo armado colombiano que ejerce un control significativo en el departamento de Putumayo.
En el lado ecuatoriano, bandas como Los Choneros han ganado fuerza, inicialmente actuando como colaboradores de grupos colombianos, pero evolucionando hasta disputar el control del negocio ilícito.
Esta transformación ha generado enfrentamientos violentos en la región fronteriza, exacerbando la crisis de seguridad y afectando a las poblaciones locales.
La porosidad de la frontera facilita el tránsito de drogas, armas y personas, convirtiendo a Ecuador en una ruta clave para el narcotráfico internacional.
El pago en especie consolidó esta relación: en lugar de dinero, los carteles mexicanos recibieron droga directamente desde Colombia, fortaleciendo su dominio sobre los mercados internacionales.
Hoy, estas alianzas garantizan la supervivencia del negocio, demostrando que el narcotráfico no solo evoluciona, sino que se adapta a las dinámicas globales.
La demanda y la economía del narcotráfico: el verdadero motor del negocio
Sin embargo, hay dos aspectos fundamentales que explican por qué el narcotráfico sigue siendo un negocio imparable: la demanda y la ilegalidad. La primera, porque el consumo de drogas no se detiene, y mientras haya consumidores, habrá quienes las produzcan y las comercialicen.
La segunda, porque la ilegalidad mantiene los precios elevados, convierte el tráfico en un negocio altamente rentable y garantiza que los narcotraficantes operen en la sombra, fuera del control del Estado.
En este punto, ha surgido el debate sobre la legalización. Durante años, diversos sectores han señalado que regular el mercado de las drogas podría ser una alternativa para debilitar el negocio y reducir la violencia asociada al tráfico ilegal. Aun así, sigue siendo un tabú político con fuerte resistencia en Colombia e internacionalmente.
Del control territorial al financiero: rastreando las fortunas del narcotráfico
El narcotráfico no solo produce y distribuye drogas, sino que mueve un caudal inmenso de dinero ilícito. Las millonarias ganancias han permitido que los narcotraficantes compren lealtades, infiltren instituciones y blanqueen fortunas a través de complejas redes financieras.
Durante estos años he seguido la evolución del narcotráfico en la economía del país. En los años 80 y 90, los estudios estimaban que el narcotráfico representaba entre el 2% del PIB colombiano. Actualmente, esta cifra podría haber aumentado hasta el 4,5%, evidenciando su persistente influencia en la economía nacional.
Este dinero no solo alimenta el crimen, sino que se inserta en sectores formales como la construcción, la ganadería y el comercio, distorsionando la economía y fomentando la corrupción.
En 2023, la Fiscalía General impuso medidas de extinción de dominio sobre más de 4.000 bienes vinculados al narcotráfico, valorados en aproximadamente 1,4 billones de pesos, según informes oficiales.
Sin embargo, estos golpes parecen insuficientes frente a la sofisticación con la que operan los narcotraficantes. El lavado de activos se ha diversificado con el uso de criptomonedas, la sobrevaloración de bienes y el comercio internacional, lo que dificulta rastrear los flujos de dinero ilícito.
La comunidad internacional ha reforzado controles sobre fondos ilegales. EE.UU. y la UE vigilan transacciones sospechosas, y la FATF endurece regulaciones contra el blanqueo de capitales.
A pesar de estos esfuerzos, el narcotráfico ha encontrado nuevas vías para mover su dinero, demostrando que su poder no solo se mide en toneladas de droga incautada, sino en su capacidad de convertir el crimen en una estructura financiera global.
Un cambio en la lucha contra el narcotráfico
Históricamente, la estrategia contra el narcotráfico en Colombia se ha enfocado en la erradicación de cultivos ilícitos y la destrucción de laboratorios en zonas rurales.
Sin embargo, en los últimos años, el enfoque ha cambiado. Hoy, la interdicción—el ataque a las rutas de transporte y la incautación de cargamentos antes de que lleguen a sus mercados de destino—ha cobrado mayor relevancia como una forma de golpear directamente las finanzas de los carteles.
En 1990, las autoridades incautaron aproximadamente 48 toneladas, según registros oficiales. En 2024, Colombia alcanzó un récord histórico con más de 883 toneladas de cocaína decomisadas por las fuerzas de seguridad.
A pesar del aumento en las incautaciones, el narcotráfico sigue encontrando nuevas rutas y métodos para mantenerse operativo.
Este incremento notable en las incautaciones refleja tanto el aumento en la producción y tráfico de cocaína en el país como el fortalecimiento de las capacidades operativas y de inteligencia de las autoridades colombianas a lo largo de las últimas tres décadas.
Si bien las incautaciones y la interdicción han golpeado las rutas del narcotráfico, su talón de Aquiles sigue siendo el flujo de dinero ilícito.
La cultura traqueta: el impacto del narcotráfico en la sociedad colombiana
El narcotráfico no solo deja una estela de violencia y corrupción. También ha transformado la cultura y los valores de una sociedad que, directa o indirectamente, sigue normalizando la búsqueda del dinero fácil como un atajo al éxito.
El éxito ligado a fortunas rápidas y fáciles trascendió el crimen. Durante décadas, el narcotráfico fomentó una mentalidad donde la prosperidad inmediata parecía más accesible que la educación o el trabajo honesto.
Esto no solo afectó a quienes participaron en las economías ilegales, sino que permeó la percepción colectiva de lo que significa triunfar.
¿Nos acostumbramos al narcotráfico o falta un enfoque global?
Treinta y cinco años después, sigo preguntándome si el narcotráfico realmente ha dejado de marcar la agenda o si simplemente nos hemos acostumbrado a su presencia.
La lucha contra el narcotráfico ha sido abordada de manera fragmentada, con Colombia soportando el peso de una guerra que no puede ganar sola.
Mientras los países consumidores no asuman una responsabilidad compartida, la erradicación del problema seguirá siendo un ideal inalcanzable.
El narcotráfico sigue siendo uno de los mayores desafíos del país y del mundo. No hemos logrado erradicarlo, y aunque Colombia ha implementado diversas estrategias, la falta de una acción coordinada a nivel global limita cualquier posibilidad de cambio real.
Sin cooperación internacional, este fenómeno seguirá reinventándose tras cada golpe. Además, el reciente distanciamiento diplomático con Estados Unidos podría afectar la cooperación bilateral en la lucha contra el narcotráfico.
La reducción de apoyo en inteligencia, financiamiento y operativos conjuntos puede debilitar la capacidad de interdicción y control financiero del crimen organizado, favoreciendo su expansión.
Desde la sala de redacción: 35 años de periodismo
Este proyecto es una mirada al pasado, al presente y al futuro de Colombia a través de la experiencia periodística.
He sido testigo y cronista de los momentos que han definido al país: la Constitución del 91, el narcotráfico, el conflicto armado, la crisis energética y los procesos de paz, entre otros.
A través de estas crónicas, busco no solo recordar, sino entender las lecciones que el tiempo nos ha dejado.
Porque el periodismo no es solo contar la historia, sino cuestionarla y, en ocasiones, desafiarla.
📖 Encuentra las anteriores entregas de nuestra sección aquí;
Periodismo: un oficio al servicio de la gente
Constitución de 1991: el pacto que transformó a Colombia
La historia se repite: del apagón de los 90 a la crisis energética de 2025
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