Cali, diciembre 6 de 2025. Actualizado: sábado, diciembre 6, 2025 00:04
Los errores de Petro no justifican que se contemple una intromisión extranjera en Colombia
La soberanía no admite bombardeos
Las recientes afirmaciones de Donald Trump, en las que advirtió que cualquier país productor o traficante de drogas hacia Estados Unidos “está sujeto a ataques” y mencionó directamente la cocaína proveniente de Colombia, abren un debate que no puede banalizarse.
Más allá de los errores y el mal manejo de la política exterior del presidente Gustavo Petro, este es un asunto de soberanía, y Colombia no puede normalizar un lenguaje que deja la puerta abierta a acciones militares extranjeras sobre su territorio.
Las diferencias personales y políticas entre Trump y Petro son pasajeras, pues el actual presidente colombiano deberá dejar el cargo en nueve meses.
Sin embargo, lo que está en juego trasciende a ambos: la relación histórica entre dos países aliados.
Más allá de los protuberantes errores de Petro en la materia, Colombia lleva décadas luchando contra el narcotráfico.
Nuestro país ha puesto vidas, recursos y territorio en una estrategia que, aunque imperfecta, ha mostrado esfuerzos continuos.
La destrucción de laboratorios, el desmantelamiento de redes y la cooperación en inteligencia se realizan diariamente.
Por eso, presentar a Colombia como un país permisivo o indiferente frente al problema desconoce la realidad y, sobre todo, ignora un factor elemental: este negocio responde a una ley de oferta y demanda que no se resuelve con misiles, y en la que Estados Unidos también tiene una responsabilidad como principal mercado consumidor.
Trump puede decidir cómo proteger sus costas o impedir el ingreso de droga a su territorio. Además, puede reforzar su discurso interno de mano dura.
Lo que no puede hacer es insinuar ataques en suelo colombiano, porque un bombardeo sin consentimiento violaría la Carta de la ONU, rompería la relación con un socio estratégico y abriría una crisis regional de consecuencias impredecibles.
La respuesta de Colombia debe ser institucional, firme y centrada en la defensa de su soberanía.
Lo mejor para ambos países no es la amenaza ni la retórica electoral. Además, la única salida sostenible es una cooperación bilateral seria que entienda que el problema no se resuelve atacando al productor sin que el consumidor asuma su parte.
Tanto Estados Unidos como Colombia pierden si sustituyen la cooperación por la intimidación.
La soberanía no se negocia, y combatir los carteles exige sumar esfuerzos, no abrir frentes de confrontación.

