Otro paro que el país no necesita

El presidente de la CUT, Fabio Arias, anunció una nueva jornada de paro nacional para el 11 de junio, apenas dos semanas después del fracaso del paro convocado el 28 y 29 de mayo.

A pesar de la escasa participación ciudadana y el rechazo generalizado, el dirigente sindical insiste en parar al país, con el beneplácito presidencial. La pregunta es inevitable: ¿por qué y para qué?

Los efectos de estos paros no los sufren los altos funcionarios ni los dirigentes que los promueven, los sufren los ciudadanos comunes que no pueden llegar a sus trabajos, que pierden citas médicas o que ven afectadas sus actividades diarias.

Lo ocurrido en Bogotá con el bloqueo a TransMilenio, donde más de un millón de personas se quedaron sin transporte, es apenas una muestra del daño que se puede causar.

Ante la falta de respaldo popular, los promotores del anterior paro se “hicieron sentir” con bloqueos.

Presionar a la institucionalidad con paros reiterados, que no tienen respaldo popular y que buscan imponerse desde la afectación masiva, es una práctica dañina para la democracia que sólo sirve para generar polarización, malestar y tensiones peligrosas.

La mayoría de colombianos ya expresó su postura: no quiere más confrontación ni caos, quiere soluciones reales, debate institucional y respeto por las reglas.

Insistir en paralizar al país para amplificar una causa política desgastada es una muestra de desconexión con la realidad nacional.

En lugar de movilizaciones forzadas y bloqueos estratégicos, lo que necesita Colombia es diálogo dentro de la legalidad y el respeto, y es una lástima y un peligro que el gobierno nacional, que debería ser el principal promotor de la unidad y la concertación, promueva todo lo contrario.

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