No ceder ante la intimidación

Los operativos de tránsito son esenciales para garantizar seguridad en las vías.

Sin embargo, su ejecución enfrenta desafíos que van más allá de la logística y el cumplimiento normativo.

Recientemente, en el oriente de Cali, un operativo terminó en una asonada que puso en peligro la vida de agentes y ciudadanos.

Este incidente refleja la creciente resistencia de ciertos sectores a la autoridad, un problema que exige respuestas firmes y coordinadas.

Durante el operativo, diseñado para verificar documentación y controlar velocidades en una vía de alta accidentalidad, los agentes fueron atacados por una multitud incitada por supuestos veedores ciudadanos.

Esta acción no solo interrumpió un procedimiento legal, sino que además sembró caos.

Este tipo de violencia, además de ser inaceptable, obstaculiza la implementación de políticas públicas fundamentales para devolverle el orden a la ciudad y sacarla de la anarquia.

La reacción de las autoridades debe ser contundente y no detener los operativos.

Hay que fortalecer las medidas para garantizar que los operativos puedan llevarse a cabo sin interferencias.

Estas acciones son necesarias, ya que, de lo contrario, se corre el riesgo de legitimar la desobediencia civil violenta como una respuesta aceptable.

Además de los operativos, es vital reforzar la educación ciudadana sobre la importancia de respetar las normas de tránsito.

Adicionalmente, se debe dotar a los agentes de herramientas legales y tecnológicas que disuadan comportamientos hostiles durante los controles.

La colaboración entre instituciones y comunidad es clave para fomentar una cultura de respeto que permita la convivencia pacífica y la seguridad en las vías.

La intolerancia a los operativos no debe ser tolerada.

Actuar con firmeza y constancia será la única manera de construir una ciudad más segura y ordenada para todos.

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