Cali, mayo 30 de 2025. Actualizado: jueves, mayo 29, 2025 22:55
La ciudadanía evitó caer en el juego de la confrontación y optó por la sensatez.
Una sociedad que aprendió la lección
La baja asistencia a las marchas del paro nacional convocado por la CUT y respaldado por el presidente Gustavo Petro dejó muchas lecturas posibles.
Sin embargo, más allá del debate sobre si la convocatoria fue o no un fracaso, hay un hecho innegable: la ciudadanía no cayó en el juego de la confrontación. Esa es la mejor señal de madurez democrática que podía dar el país.
La tensión previa al 28 de mayo fue evidente. En Cali, el recuerdo del estallido social de 2021, uno de los episodios más violentos de su historia reciente, generó temor. Por eso es destacable que las marchas transcurrieran en calma.
Las protestas pacíficas deben tener garantías, pero también deben respetar la decisión de quienes no participan y, esta vez, esa doble condición se cumplió.
Más significativo aún es que grupos sociales y juveniles que hicieron parte del paro de 2021 en Cali, decidieran no sumarse a la convocatoria; lo hicieron por convicción, para evitar ser instrumentalizados políticamente y porque comprendieron que el camino no puede ser otra vez la confrontación en las calles. Es una postura responsable y valiente.
Todo indica que Colombia aprendió. Que la historia reciente dejó huellas, pero también enseñanzas.
No se puede permitir que políticos incendiarios usen la movilización como estrategia electoral, tampoco que el miedo y la rabia definan el rumbo del país.
Las reformas propuestas por el gobierno deben discutirse en el Congreso, que es el escenario legítimo para tomar decisiones.
Allí se ganan o se pierden los debates, y esas decisiones deben respetarse, son las reglas de la democracia y respetarlas es garantía de paz.
El mensaje que dejó esta jornada es claro: Colombia no quiere más divisiones, quiere soluciones y las quiere por las vías institucionales, no por la presión callejera.