¿Petro quiere otro estallido social?

Las recientes declaraciones del presidente Gustavo Petro, en las que insiste en que “el voto se tiene que pasar a la movilización permanente”, son una señal preocupante.

En lugar de enfocarse en ejecutar sus promesas de gobierno, el mandatario parece estar buscando reavivar la conflictividad social, especialmente en un año electoral.

No parece coincidencia que este llamado ocurra en un momento en el que su administración enfrenta crecientes cuestionamientos por su falta de resultados, pues fue precisamente el estallido social de 2021 el que catapultó la llegada de Petro al poder y le dio a su coalición una mayoría en el Congreso.

Tal vez por eso, ahora que su gobierno se encuentra en una crisis de gestión, el presidente recurre nuevamente a la movilización callejera, con el riesgo de que esto derive en desmanes y violencia, como ocurrió hace cuatro años.

En ciudades como Cali, donde el paro nacional derivó en bloqueos, vandalismo y criminalidad, es ofensivo que el jefe de Estado, en lugar de garantizar el orden y la seguridad, haga llamados que pueden traducirse en nuevos episodios de caos.

El deber de Petro es gobernar, no atizar la confrontación.

La responsabilidad de un presidente es administrar, combatir la corrupción, enfrentar a los grupos criminales y garantizar el bienestar de los ciudadanos, no incitar a la protesta como mecanismo de manipulación política.

Petro lleva dos años y medio en el poder y aún no asume su responsabilidad.

Ha culpado a la oposición y a los funcionarios de su propio gobierno, como lo hizo en el consejo de ministros, por el incumplimiento en la agenda de gobierno.

El país no necesita más discursos ni marchas, necesita que el gobierno muestre resultados concretos.

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