Cali, marzo 15 de 2025. Actualizado: sábado, marzo 15, 2025 08:50

Desde la sala de redacción, 35 años de periodismo

Mujer y periodista; treinta y cinco años, esa es mi historia

Mujer y periodista; treinta y cinco años, esa es mi historia
viernes 7 de marzo, 2025

img...Por: Rosa María Agudelo – Directora Diario Occidente

Antes de ser periodista, antes de enfrentar una redacción o de dirigir un medio de comunicación, mi primer “no” por asuntos de género lo recibí en mi proceso de ingreso a la universidad.

Quería estudiar Ingeniería Industrial. Me gustaban los números, la lógica, los desafíos estructurados.

Mi ICFES era alto, había sido una de las mejores alumnas de mi colegio.

Confiaba en que tenía el perfil para entrar a la Universidad Javeriana de Cali. Pero no me recibieron.

Pedí una cita con el rector para entender por qué, y me la concedieron a pesar de que tenía apenas 17 años. Creía que si exponía mi caso, cambiaría la decisión.

Su respuesta me dejó confundida:

Educar a las mujeres es muy costoso. Muchas desertan en quinto semestre, se casan y dejan la carrera. Según sus pruebas psicotécnicas, usted tiene el perfil de casarse joven. Para la universidad sería un recurso perdido.

No importaban mis calificaciones, mi esfuerzo, ni mis ganas. Importaba el prejuicio de que una mujer debía casarse antes que construir una carrera.

Muchos años después, ya como directora de Occidente, tuve la oportunidad de hablar con otro rector de la Javeriana. No era el mismo, pero le conté la anécdota.

No buscaba revancha ni disculpas, solo quería que supiera que, a pesar de lo que la institución pensó de mí, había construido una carrera, había dirigido medios de comunicación, había tomado decisiones en espacios donde pocos esperaban ver a una mujer. Ah, y no me había casado.

No hubo respuesta. Solo un breve silencio y una sonrisa de los dos. Los tiempos habían cambiado, pero la historia no se borra.

Ese mismo año fui aceptada en Univalle para estudiar Ingeniería Industrial. Sí, deserté, pero no para casarme, sino para seguir mi verdadera pasión: el periodismo.

Rompiendo el molde: el periodismo y las primeras batallas

En quinto semestre comencé a hacer reportería en televisión, en el recién nacido Telepacífico. En ese momento, el periodismo estaba dominado por la prensa y la radio, donde casi todos los reporteros eran hombres.

Las “chicas” de la televisión no éramos vistas como periodistas, sino como imágenes decorativas. Era difícil que nos dejaran preguntar en las ruedas de prensa.

Además ¿Qué hacíamos cubriendo temas serios y no farándula? La situación se moderó con el tiempo, pero no cambió del todo.

Diez años después, siendo directora del Noticiero del Pacífico recibí la visita de un alcalde de un municipio nariñense.

Entró a la redacción preguntando por el director. Salí a recibirlo y volvió a preguntar por el director, insistiendo en que era con él con quien quería hablar.

Yo soy la directora —respondí con la seguridad de quien ha vivido esa escena demasiadas veces. Su expresión pasó de la incredulidad a la incomodidad. Se disculpó amablemente, explicando que esperaba a un hombre mayor. Me acostumbré a esas reacciones.

Durante años, tuve que demostrar que estaba en el periodismo por talento y trabajo, no por una cuota de género o peor por ser “amiga” de un hombre importante. Mi ascenso fue constante, pero cada nuevo reto venía acompañado de una nueva prueba.

Mujer y periodista; treinta y cinco años, esa es mi historia

El choque de visiones: mi llegada al Diario Occidente

Cuando llegué al Diario Occidente, lo hice como directora encargada. Los dueños del medio confiaban en mi trabajo, pero su intención era nombrar como director a un hombre mayor, con trayectoria en el sector público, preferiblemente alguien que hubiera sido ministro o que tuviera un alto cargo político en su historial.

Ese era el perfil que tradicionalmente ocupaba la dirección del periódico. Cuando él llegara yo sería la subdirectora.

Sin embargo, pasaron tres años y el director nunca llegó. No porque no hubiera candidatos, sino porque los jefes se dieron cuenta de que el periódico estaba bien dirigido.

Finalmente, me nombraron directora en propiedad. No fue una concesión, sino el reconocimiento de que, más allá del género o de la edad, lo que importaba era la capacidad de hacer el trabajo.

Pero la resistencia no solo vino desde arriba. Dentro del equipo, algunos compañeros, especialmente aquellos con más años en la redacción, no estaban acostumbrados a recibir órdenes de una mujer.

Recuerdo a un periodista de la vieja guardia que aún usaba máquina de escribir cuando el mundo ya había migrado a las computadoras. Cuando le pedimos cambiar su máquina por un computador, lo tomó como una afrenta personal.

Sin embargo, lo que realmente marcó la distancia fue un consejo de redacción en el que propuso una nota y le dije que no. Horas más tarde, al revisar la preprensa del periódico, ahí estaba la nota.

Esa nota no va —le dije.

¿Y ahora una mujer que ha hecho televisión me va a decir qué es periodismo? —me respondió en voz muy alta, garantizando que todos sus compañeros escucharan.

No era la primera vez que enfrentaba esa actitud, pero sí la primera vez que lo hacía desde un cargo donde mi autoridad debía ser incuestionable.

Llevo quince años en televisión haciendo periodismo todos los días. Sí, una mujer puede decidir qué es noticia.

De este episodio lo que más me impacto fue que algunas de las periodistas mujeres se pusieron de su lado. No sentí solidaridad de género.

Liderazgo femenino y el impacto en lo personal

El liderazgo no solo me trajo desafíos en la redacción. También tuvo impacto en mi vida personal. Siempre ha sido más difícil para un hombre aceptar a una mujer en un cargo directivo, que en un oficio de riesgo.

En nuestra sociedad, el modelo de la mujer sigue estando ligado a la dependencia económica o al rol de apoyo en la sombra de un hombre.

Muchas veces, las relaciones afectivas se convierten en otro espacio de lucha. La independencia económica y profesional no siempre encaja con la idea de pareja que muchos hombres tienen.

Antes de dirigir noticias, estuve a cargo de un magazín de variedades llamado 9PM, que se emitía en vivo por Telepacífico.

Era uno de los programas más vistos del canal, hasta que llegó Betty, la fea y desplazó nuestra audiencia. Unos meses después, el programa llegó a su fin. Entonces, los dueños de la programadora me ofrecieron dirigir el Noticiero de fin de semana.

En ese entonces tenía un novio. Le conté primero la “mala noticia” para ver su reacción. Se alegró, para él significaba que ya no tendría que estar hasta tarde en un estudio de televisión.

Pero cuando escuchó la otra parte —que no solo seguiría con jornadas extensas, sino que además trabajaría los fines de semana y pasaría de hacer “variedades” a cubrir noticias en plena guerra— su entusiasmo se desvaneció. Pocas semanas después, la relación terminó.

Por esos días, mi jefe, consciente de la situación, bromeó: “Creo que te va a tocar decir que eres la ‘secretaria’ del noticiero“.

Situación de la mujer en Colombia: avances y desafíos en tres décadas

En las últimas tres décadas he visto que la situación de las mujeres en Colombia ha experimentado avances en áreas como educación, empleo, salarios, violencia de género y participación política.

Sin embargo, aún persisten desafíos que reflejan la necesidad de seguir trabajando por la equidad de género.

En 1933, se permitió por primera vez que las mujeres accedieran a la educación superior en Colombia. Las mujeres han logrado avances notables en el ámbito educativo. Según datos del Observatorio Laboral para la Educación (2022), las mujeres representan el 55% de los graduados de pregrado y el 56% de quienes culminan un posgrado en el país. A principios de los 90, la tasa de matrícula universitaria femenina era cercana al 10%.

Participación laboral y brecha salarial

A pesar de su alta formación académica, la participación de las mujeres en el mercado laboral sigue siendo inferior a la de los hombres.

En 2021, el 48% de las mujeres en edad de trabajar (15-64 años) estaban empleadas, en contraste con cerca del 74% de los hombres. Además, persiste una brecha salarial de género. Los estudios estiman que las mujeres llegan a recibir un 19% menos de salario para cargos similares.

Participación política

En 1991, la Constitución Política de Colombia estableció la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres, sentando las bases para una mayor participación femenina en la política.

En 2000, se promulgó la Ley 581, conocida como Ley de Cuotas, que estipuló que al menos el 30% de los cargos en los niveles decisorios de las diferentes ramas y órganos del poder público debían ser ocupados por mujeres.

A pesar de lo anterior, la presencia de las mujeres en la política aún es limitada. Actualmente, solo el 30% de las curules del congreso colombiano son ocupadas por mujeres, solo hay seis gobernadoras y 146 alcaldesas en el país.

Estos porcentajes reflejan la necesidad de continuar promoviendo la participación equitativa de las mujeres en espacios de toma de decisiones.

Violencia de género

La violencia contra la mujer sigue siendo una problemática alarmante en Colombia. Entre 2015 y 2019, se reportaron 27.594 casos de violencia contra niñas y mujeres adolescentes, siendo las más afectadas las de 10 a 14 años con 9.893 casos.

En 2019, se registraron 42.134 casos de violencia de pareja contra mujeres, con una tasa de 196,2 por cada 100.000 habitantes.

Para 2022, se estimó que más de 2 millones de mujeres y niñas estaban en riesgo de sufrir violencia de género en Colombia, con 330.000 de ellas, predominantemente indígenas y afrodescendientes en la región del Pacífico. Aunque el registro y la visibilización de la violencia han aumentado en las últimas décadas, el problema persiste y sigue representando una de las principales barreras para el bienestar y la seguridad de las mujeres en el país.

Estos datos subrayan que, si bien se han logrado avances en la equidad de género en Colombia, aún existen brechas significativas que deben ser abordadas para garantizar una verdadera igualdad de oportunidades y derechos para las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad.

En estos Treinta y cinco años como mujer profesional he sido testigo de cómo las hemos ganado terreno en lo empresarial, en lo político, en lo gremial.

Hemos demostrado que no necesitamos permisos ni validaciones para ocupar los espacios que nos corresponden pero todavía nos faltan muchas batallas por ganar.

Desde la sala de redacción: 35 años de periodismo

Este proyecto es una mirada al pasado, al presente y al futuro de Colombia a través de la experiencia periodística.

He sido testigo y cronista de los momentos que han definido al país: la Constitución del 91, el narcotráfico, el conflicto armado, la crisis energética y los procesos de paz, entre otros.

A través de estas crónicas, busco no solo recordar, sino entender las lecciones que el tiempo nos ha dejado.

Porque el periodismo no es solo contar la historia, sino cuestionarla y, en ocasiones, desafiarla.

📖 Encuentra las anteriores entregas de nuestra sección aquí;

Periodismo: un oficio al servicio de la gente 

Constitución de 1991: el pacto que transformó a Colombia

La historia se repite: del apagón de los 90 a la crisis energética de 2025

Narcotráfico: 35 años de un enemigo que se reinventa


Mujer y periodista; treinta y cinco años, esa es mi historia

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