Cali, mayo 6 de 2025. Actualizado: lunes, mayo 5, 2025 23:11
Aún no hay favorito para la Presidencia
Aunque, al presentar los resultados de las últimas encuestas de intención de voto para las elecciones presidenciales de 2026, algunos medios de comunicación y analistas han hablado de “favoritos”, la verdad es que no los hay…
Mientras que hace cuatro años, en las encuestas realizadas entre abril y mayo, Gustavo Petro ya tenía una clara ventaja sobre los demás presidenciables, ahora no hay ninguno que se haya desprendido del lote.
A estas alturas de la campaña, según lo que muestran las encuestas, hay tres nombres empatados técnicamente en el primer lugar, pero con porcentajes de intención de voto tan bajos que, calificarlos como “favoritos” resulta exagerado. Veamos:
En 2021, por estos días, Gustavo Petro marcaba más del 38% en la encuesta de Invamer, y en la del Centro Nacional de Consultoría le sacaba al segundo –que era Sergio Fajardo- más de 10 puntos, era, sin duda, un claro favorito, al punto que se decía que ya que tenía un pie en la segunda vuelta.
Hoy, cuatro años después, ninguno de los “punteros” supera el 13%, y la distancia entre ellos es mínima:
En la encuesta Guarumo publicada la semana pasada, Gustavo Bolívar obtuvo 12,6%, Vicky Dávila 11,6% y Sergio Fajardo 11,4% de intención de voto. Triple empate técnico sin una ventaja significativa de ninguno…
Es decir que -aunque en orden diferente- se repitió lo arrojado en la medición del Centro Nacional de Consultoría de marzo, en la que Dávila marcó 13,6%, Fajardo tuvo 13,4% y Bolívar sacó 10,1%.
Las diferencias son tan estrechas que hablar de liderazgos consolidados es más un ejercicio de deseo —o de temor— que una constatación de los datos.
Algunos dirán que esto se da porque el escenario está muy fragmentado, pero hace cuatro años también lo estaba, lo que sólo deja espacio para dos explicaciones: la primera, que los candidatos no logran convencer más allá de sus nichos y, la segunda, que hay un desgaste tan grande de casi todos los sectores políticos que los ciudadanos están más incrédulos que de costumbre.
En este contexto, cobra fuerza esta pregunta: ¿será que aún puede surgir un candidato que no esté en las cuentas de nadie y se convierta en el palo de la campaña? ¿O alguno de los que hoy están en el fondo de las encuestas —o ni siquiera los miden— podría dar la sorpresa, como ocurrió hace cuatro años con Rodolfo Hernández, quien ni siquiera aparecía en las primeras mediciones y terminó disputando la segunda vuelta?