Cali, julio 15 de 2025. Actualizado: lunes, julio 14, 2025 23:16
Ese espacio intermedio del que muchos hablan
El tercer estado: lo que ocurre entre la vida y la muerte
La muerte ha sido por siglos un misterio cargado de miedo, mística y preguntas sin respuesta.
Pero en las últimas décadas, tanto la ciencia como la espiritualidad han comenzado a coincidir en algo sorprendente: podría existir un tercer estado entre la vida y la muerte.
Un umbral, un espacio intermedio, un terreno incierto donde el cuerpo ya no está completamente vivo, pero el alma (o la conciencia) tampoco ha cruzado del todo.
Este “estado intermedio” está siendo estudiado desde distintos enfoques.
Para algunos, es una fase fisiológica; para otros, una etapa espiritual.
Lo que todos reconocen es que el momento de morir no es tan inmediato como creemos.
Entre la ciencia y el silencio: el cuerpo que se resiste
Médicamente, se reconoce que hay una diferencia entre la muerte clínica (paro respiratorio y cardiaco) y la muerte biológica (cuando el cerebro y las células ya no funcionan).
En esa ventana de tiempo, que puede durar segundos o incluso minutos, el cuerpo aún guarda actividad. No está del todo vivo, pero tampoco del todo muerto.
Estudios recientes han demostrado que incluso después de un paro cardíaco, algunas personas mantienen actividad cerebral durante varios minutos.
En esos momentos, muchas relatan experiencias conocidas como ECM (experiencias cercanas a la muerte): ver una luz, sentirse flotando fuera del cuerpo, escuchar voces o recordar toda su vida en un instante.
Estas experiencias no son alucinaciones al azar.
Muchas personas, incluso sin creencias religiosas, describen lo mismo: sensación de paz, separación del cuerpo, y contacto con una conciencia mayor.
Los científicos no tienen explicación definitiva, pero algunos sugieren que el cerebro, en su último esfuerzo, libera una gran cantidad de neurotransmisores que producen un “destello” de lucidez extrema.
El alma en tránsito: el Bardo y ls planos sutiles
Desde el punto de vista espiritual, muchas tradiciones hablan de un estado intermedio entre la vida y la muerte.
En el budismo tibetano se llama Bardo, y es un período de hasta 49 días en el que el alma transita distintos planos antes de reencarnar o liberarse.
Durante ese tiempo, el alma se encuentra sin cuerpo, pero con plena conciencia.
Puede ver su entorno, sentir emociones, repasar su vida, enfrentarse a sus apegos y tomar decisiones que influirán en su próximo destino.
El Bardo no es castigo ni cielo: es un pasillo de transición espiritual.
En otras corrientes esotéricas, se habla de “planos astrales” donde el alma puede quedar “atrapada” si muere con miedo, rabia o apego.
De ahí nacen creencias en fantasmas o almas en pena.
Se dice que algunas necesitan ayuda para cruzar, y por eso existen rituales de despedida o rezos para los muertos.
Conciencia sin cuerpo: ¿la mente sobrevive a la materia?
Una de las teorías más audaces viene de la física cuántica y la neurociencia.
El doctor Stuart Hameroff y el físico Roger Penrose han propuesto que la conciencia podría no ser un producto exclusivo del cerebro, sino una estructura cuántica que existe en el universo, y que el cerebro solo “sintoniza”.
Según esta teoría, cuando el cuerpo muere, la conciencia podría desconectarse pero no desaparecer, y continuar existiendo en otro plano.
Es una idea especulativa, pero que plantea una pregunta fascinante: ¿y si la conciencia no muere con el cuerpo?
Testimonios que abren portales
Miles de personas que han sido declaradas clínicamente muertas por segundos o minutos han contado historias similares.
Una mujer en Alemania recordó con detalle una conversación médica ocurrida mientras estaba en paro cardíaco.
Un niño en Estados Unidos, sin conocimientos previos, describió el funeral de su bisabuelo tal como ocurrió.
Estas historias no prueban nada de forma empírica, pero sí ponen en duda la versión simplificada de que “mueres y ya está”.
Tal vez, hay un lapso. Una dimensión. Un intervalo.
Entonces, ¿qué ocurre en ese “tercer estado”?
No hay respuestas absolutas, pero sí muchas pistas:
Que el cuerpo tiene una resistencia final a apagarse.
Que la conciencia podría prolongarse más allá del pulso.
Que el alma, según muchas creencias, necesita tiempo para soltar.
Que la transición entre planos puede ser confusa, o incluso reversible.
Lo que para algunos es muerte cerebral, para otros es un espacio de decisiones últimas, de comprensiones finales, de liberación.
No es muerte. No es vida. Es un pasaje.
El umbral donde todo se revela
Quizá nunca podamos comprobar con certeza qué ocurre después de morir.
Pero cada relato, cada teoría, cada experiencia cercana nos acerca a una misma intuición:
Que morir no es desaparecer. Que existe un momento donde la conciencia, libre del cuerpo, mira su historia con una claridad que nunca tuvo.
Donde ya no hay relojes, diagnósticos ni palabras.
Solo una verdad suave, sin tiempo, sin miedo.
Y tal vez ese tercer estado, ese umbral intermedio, es el lugar donde el alma recuerda lo que siempre supo: que no se viene a durar, sino a despertar.
Este artículo fue elaborado por un periodista del Diario Occidente usando herramientas de inteligencia artificial.