Cali, diciembre 3 de 2025. Actualizado: martes, diciembre 2, 2025 23:12
El día de quienes sostienen la vida incluso cuando la suya pesa
Hoy es el Día Internacional del Médico
Cada 3 de diciembre el mundo se detiene un instante —apenas un suspiro en medio de la rutina acelerada— para reconocer a quienes no pueden detenerse nunca: los médicos. Esa profesión que nace del conocimiento, sí, pero también del cansancio, del rigor, del corazón y de una vocación que no sabe de horarios.
Ser médico no es un trabajo: es un pacto. Y este día existe para recordarlo.
Un médico acompaña los extremos de la existencia. Es testigo de las primeras respiraciones, de los llantos de bienvenida, de los latidos nuevos.
Pero también es testigo de los silencios finales, de las despedidas que se dicen con la mirada, del momento en que las familias se rompen y se reconstruyen en un mismo segundo.
Nadie experimenta tan de cerca la fragilidad humana. Nadie carga tanto y sigue adelante.
Este día es un homenaje a quienes estudian mientras el mundo duerme. A quienes aprenden a leer cuerpos, a escuchar síntomas que no se dicen en palabras, a identificar miedos detrás de gestos mínimos.
A quienes viven con la responsabilidad más grande que existe: tomar decisiones donde no hay margen de error.
Un médico duerme poco, piensa mucho, se preocupa en silencio y sonríe incluso cuando por dentro siente que ya no tiene fuerzas.
A veces se olvida que ellos también son seres humanos. Que tienen familia, hijos, duelos, cansancios. Que hay noches en las que quieren llorar y no pueden.
Que hay días en los que la vida les exige ser fuertes, cuando lo único que quisieran es un abrazo. Ese esfuerzo invisible también merece ser celebrado.
Porque la medicina no se practica solo con ciencia: se ejerce con una resistencia emocional que pocos reconocen.
Años de estudio
Este día también nos recuerda algo importante: que un médico nunca trabaja solo. Detrás de un diagnóstico están los años de estudio que nadie vio. Detrás de una cirugía exitosa está la renuncia a decenas de cenas familiares.
Detrás de un turno nocturno hay café frío, pasos repetidos por el mismo corredor y una lista de pacientes cuya vida depende de que él o ella permanezca despierto. El mundo funciona porque ellos deciden
Ser médico es tener que decir la verdad cuando duele. Es aprender a hablar con tacto, con calma, con respeto. Es encontrar un equilibrio entre la técnica y la ternura.
Es explicar un tratamiento difícil con palabras simples. Es sostener las manos de personas que temen. Es escuchar historias que rompen el alma. Es volver a casa con una bata que huele a desvelo… pero con la satisfacción de haber salvado una vida o, al menos, haber acompañado una lucha.
Hoy también es un día para recordar que los médicos fueron y siguen siendo la primera línea en crisis que no eligieron. Pandemias, epidemias, emergencias, tragedias naturales, colapsos en sistemas de salud… siempre están ahí.
Corren hacia lo que la mayoría evita. A veces arriesgan demasiado. A veces lo pierden todo. Y aun así, se levantan.
¡Gracias!
Pero este día no es solo un homenaje solemne. Es un agradecimiento. A los médicos rurales que recorren carreteras interminables para llegar a ver un solo paciente.
A los especialistas que estudian por décadas para dominar un órgano, un sistema, una técnica. A los residentes que sobreviven se vuelven imposibles.
A los médicos que trabajan en barrios vulnerables sin más recursos que sus manos y su fe científica. A los que se jubilan con más cicatrices emocionales que trofeos. A los jóvenes
También es una invitación a humanizar la relación médico-paciente. A comprender que detrás de la bata hay una persona que siente, que se cansa, que necesita respeto tanto como nosotros necesitamos su conocimiento.
Que una palabra amable puede aliviarles el día después de doce horas de tensión. Que no todo depende de ellos. Que no son superhéroes, y sin embargo actúan como si lo fueran.
El Día Internacional del Médico es, en el fondo, un recordatorio de que el mundo sería invivible sin ellos. De que la salud es la base de todas las demás cosas: del trabajo, del amor, del futuro, de la vida misma.
Y de que, aunque no siempre lo digamos, estamos infinitamente en deuda con quienes dedican su existencia a cuidar la nuestra.
A todos los médicos: gracias por su valentía silenciosa.
Gracias por su entrega que no cabe en un horario.
Gracias por su ciencia y su humanidad.
Gracias por sostener la vida cuando parece quebrarse.
Gracias por no rendirse incluso cuando el cansancio pesa más
Hoy es su día. Y ojalá el mundo lo recordara más de una vez al año.

