Cali, diciembre 10 de 2025. Actualizado: miércoles, diciembre 10, 2025 16:40
Claves para detectarla y prevenirla
La pérdida de audición en adultos mayores eleva el riesgo de Alzheimer
Una de cada cuatro personas mayores de 60 años presenta una pérdida auditiva discapacitante, advierte la Organización Mundial de la Salud.
Más allá de las dificultades para mantener una conversación o atender el timbre, la falta de audición crónica y no tratada incrementa el riesgo de deterioro cognitivo y demencia en la vejez.
Según fuentes de la Sociedad Española de Neurología, existe una asociación clara entre la audición deteriorada en la adultez y un mayor riesgo de enfermedad de Alzheimer, que supone entre el 60% y el 70% de los casos de demencia.
Aunque aún no se ha probado una relación causal, estudios apuntan a que cada 10 decibelios de pérdida auditiva suponen un 16% más de probabilidad de desarrollar demencia.
Un metanálisis publicado en Ageing Research Reviews y otro estudio en The Lancet Public Health proyectan un fuerte crecimiento de la demencia en un mundo que envejece. Para 2050, se espera pasar de 57,4 millones de personas con demencia en 2019 a 152,8 millones.
Mecanismos y consecuencias neuronales
Varios mecanismos explican este vínculo. La llamada “carga cognitiva” aumenta porque el cerebro debe dedicar más recursos a procesar sonidos, restándolos a funciones como la memoria.
Además, la atrofia en áreas encargadas del procesamiento auditivo y del lenguaje se acelera ante la falta de estímulos.
El aislamiento social, frecuente en quienes no oyen bien, agrava la soledad y el riesgo de depresión, factores que también disparan la posibilidad de demencia.
La presbiacusia —el desgaste progresivo del oído interno— comienza a notarse a partir de los 50 años, y se agrava con la exposición prolongada a ruidos intensos, algunos fármacos ototóxicos y condiciones como hipertensión o diabetes.
“Escuchar bien es tan esencial como cuidar la vista o la movilidad”, insiste Manuel Mozota, de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia.
Los especialistas recomiendan revisiones auditivas periódicas desde los 50–60 años, idealmente cada uno o dos años, y anuales tras los 60.
El diagnóstico temprano y el uso de audífonos personalizados previenen que la pérdida auditiva derive en problemas de comunicación, seguridad y salud cerebral.
En entornos ruidosos (conciertos, herramientas, auriculares al máximo volumen) es fundamental emplear tapones y mantener el volumen por debajo del 60%.
Para la higiene del oído, bastan un secado superficial y el uso puntual de gotas específicas; está desaconsejado introducir objetos o líquidos en el canal auditivo.

