Cali, mayo 22 de 2025. Actualizado: miércoles, mayo 21, 2025 23:18
Así detecta emociones y toxinas sin que lo sepas
¿Sabías que tu intestino tiene una ‘segunda nariz’?
Durante años, la ciencia ha considerado al intestino como algo más que un órgano digestivo.
Hoy, sabemos que es también nuestro segundo cerebro.
Pero un descubrimiento más reciente está provocando asombro y desconcierto en la comunidad científica y en las redes sociales: ¡el intestino tiene receptores olfativos similares a los de la nariz! Sí, tu barriga literalmente “huele” lo que pasa dentro de ti, tanto a nivel físico como emocional.
¿Qué significa esto?
Científicos han encontrado receptores olfativos en el tracto gastrointestinal, especialmente en el intestino delgado.
Estos receptores son capaces de detectar compuestos químicos volátiles, no solo de los alimentos que consumimos, sino también de sustancias generadas por bacterias o incluso por nuestro propio cuerpo bajo estados de estrés, miedo o ansiedad.
Cuando estos receptores se activan, envían señales al sistema nervioso entérico —una red de más de 100 millones de neuronas que rodea el sistema digestivo— y de ahí al cerebro central.
El resultado: reacciones físicas como náuseas, diarrea, inflamación, o incluso atracción y repulsión sin una causa evidente.
¿Intuición o ciencia?
¿Alguna vez sentiste “mariposas en el estómago” antes de una entrevista? ¿O una repulsión visceral al entrar en cierto lugar o conocer a alguien? Puede que no haya sido solo un presentimiento emocional, sino una alerta química detectada por estos sensores.
Estas sensaciones no son nuevas, pero entender su base científica transforma nuestra percepción del cuerpo.
La intuición visceral podría ser literalmente eso: una lectura olfativa interna de lo que te rodea.
El intestino como detector de emociones
Cuando estamos bajo estrés, el cuerpo libera compuestos como cortisol, adrenalina y ciertas citoquinas inflamatorias.
Estas moléculas viajan por la sangre y pueden ser detectadas por los receptores olfativos del intestino.
Esto explicaría por qué tantas personas somatizan el estrés con problemas digestivos: colitis, gastritis, intestino irritable.
No es que “te caiga mal” una emoción; es que tu intestino la detecta y reacciona.
¿Y qué pasa con los alimentos?
Más allá del sistema olfativo tradicional, el intestino usa estos receptores para identificar compuestos tóxicos o potencialmente dañinos.
Al oler ciertas sustancias químicas que no deberían estar allí, el intestino puede desencadenar una respuesta inmediata: vómito, rechazo, alteraciones del microbioma.
Algunos investigadores incluso exploran la idea de que el gusto por ciertos alimentos podría estar relacionado con experiencias emocionales pasadas codificadas en el sistema digestivo.
Una nueva frontera en salud mental
Psiquiatras, neurólogos y gastroenterólogos están colaborando para estudiar cómo los desequilibrios en esta “segunda nariz” podrían relacionarse con trastornos como la ansiedad, la depresión y hasta el autismo.
Ya existen suplementos y dietas diseñadas no solo para “alimentar el intestino”, sino para modular su respuesta olfativa interna.
Probióticos específicos, alimentos fermentados, y prácticas como la meditación y el yoga, pueden ayudar a calmar este radar biológico que, sin darnos cuenta, está siempre encendido.
Tu cuerpo está mucho más conectado de lo que creías.
Literalmente, huele tus miedos, tus traumas y tus decisiones antes de que tú seas consciente de ellas.
Y quizás la próxima vez que sientas un mal presentimiento, deberías escuchar a tu barriga.
Porque puede que ella ya haya olido algo que tu mente aún no ha procesado.